C A T O R C E (2015)

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Tercer obstáctulo: Peter Thomas.

 A través de la puerta, puedo ver perfectamente cómo ese chico rodea a Victoire en el sofá con sus brazos con una enorme sonrisa de idiota en la cara. La misma sonrisa que hubiera tenido yo en su lugar.

—Victoire, fuera te espera Ted— la voz de Scarlett me llega como acolchada. 

Aún me estoy recuperando del shock cuando veo a la rubia frente a mí. 

—Dime, Ted— me dice con voz calmada y serena. Por primera vez en mucho tiempo, no la escucho rota o dolida. 

—Eh-esto...— titubeo. 

Probablemente, deba decirle que Dominique me lo ha contado todo, que todo fueron malentendidos y que en ningún momento le di señales erróneas. Que todo lo que hacía era porque realmente quería. Quizás, deba decirle que estoy loco por ella y que deberíamos olvidarnos de todo lo demás y salir juntos. 

—Dominique me lo ha explicado. 

Sin embargo, no me deja decírselo todo: 

—Ted, no te preocupes. No hace falta que te sientas culpable. Ya sabes, Dom siempre está diciendo tonterías y exagerándolo todo— finge una pequeña risa. De pronto, me siento destrozado. Nunca antes había fingido una risa conmigo—. Nuestra Dom es incorregible, ¿no crees? De todas formas, lo poco de verdad que había en esa historia está olvidado. Te lo prometo. Ya sabes que el amor infantil viene y va... 

Yo asiento, asimilando por un instante las palabras. Acaba de utilizar conmigo "ese" tono de voz. Ese tono que usa con los amigos lejanos de la familia, con desconocidos o con profesores. Ese tono maduro y carente de sentimiento con el que finge ser amena y Doña Perfecta. 

—¿Eso era todo, Ted?

Esboza una sonrisa muy tirante. Demasiado falsa para mi gusto. 

—La verdad es que no...— me contengo las ganas de llamarla de nuevo Perfección Rubia.— Verás, no sé cómo decir esto. 

Veo cómo su mirada se vuelve cínica, como si una barrera de frialdad se alzase de repente. Casi parece que en cualquier momento va a decir: "Oye, no te vayas a declarar ahora o tendré que romperte el corazón." Pero no, ella nunca sería tan cruel. Ni siquiera cuando intenta parecer indiferente. 

—Estoy harto de esta situación. No somos desconocidos. Y, si tan incómodo te resulta que seamos amigos...

—¡Oye!— me corta dejando ver por un momento su verdadero yo.— Que sepas que no me incomoda en absoluto, ¿sabes? Te he dicho que está todo superado. 

Sonrío, porque recuerdo cuando éramos niños y ella se ponía a la defensiva y usaba ese tono conmigo para hacerme creer sus mentiras o cuando intentaba rechazar alguna de mis acusaciones en broma. 

—No, tranquila. Si lo entiendo... Eres demasiado delicada como para atreverte a jugar a Quidditch conmigo. No te preocupes— le había picado aquella fría mañana de invierno en la Madriguera. No nos habíamos visto en tres meses porque yo había empezado Hogwarts ese mismo año. 

—Oye, oye, oye... No vayas por ahí. ¡Por supuesto que no soy tan delicada! Es solo que no quiero que te hagas daño...

—¿Que no me haga daño, yo? Ahá... te creo, te creo...

—Te he dicho que es verdad y que no soy delicada. Trae esa escoba y observa mientras te machaco— me había amenazado una Victoire de 9 años. 

—Bueno— dije ocultando las ganas de echarme a reír—, el caso es que no somos desconocidos. Siempre hemos sido amigos, y eso no tiene que cambiar por nada. 

La Perfección Rubia (Veddy/Tedtoire)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora