C U A T R O (2015)

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Bajo corriendo al gran comedor. ¿Cómo he podido quedarme dormido tanto rato? No me dará tiempo a desayunar, pero al menos voy a recoger mis horarios. Justo cuando entro por los enormes portones, me doy de bruces con James. 

—¡Ted!—me saluda. Fred va a su lado, algo adormecido. 

—¿Qué hay, enano?

—¡Entré en Gryffindor!—exclama. Es cierto. La noche anterior no había estado muy atento a la selección. Quedé un poco decepcionado al oír que James no estaba en Hufflepuff, pero aún así estará muy bien en la casa de los leones. 

—Tienen suerte de tenerte. Llevas la sangre Potter en tus venas y algo me dice que serás un gran buscador—le comento. 

Entonces, caigo en la cuenta de que voy muy tarde a clase. ¡Menudo prefecto estoy hecho! Y me acuerdo de otra cosa, ayer debía de haber ido en el vagón de los prefectos, pero también se me olvidó. Últimamente tengo la mente hecha un lío. Será mejor que vaya ya tirando para clase. Pero, Ted, ¡que te falta recoger el horario, mendrugo! 

Salgo disparado a mi mesa de Hufflepuff, donde me espera una lechuza con algo de malas pulgas. Deja el sobre y se va volando por donde había venido. Cojo el sobre y lo abro, ya poniéndome en marcha hacia el pasillo. 

Hoy lunes: Pociones, Transformaciones, Herbología y Encantamientos. 

Voy corriendo hacia las mazmorras chocándome de vez en cuando con medio Hogwarts sin importarme demasiado sus comentarios de "¿De qué vas?", "Mira por donde vas, idiota". 

Sin embargo, tropiezo y me encuentro con la persona que menos ganas tengo de ver. 

—¡Ten cuida...—empieza a gritar. Pronto baja la vista y sonrosada añade:— Ah. Eres tú, Teddy. 

—Pensaba que ya no me hablabas—le suelto sin poder evitarlo. 

—Teddy, no es lo que tú crees...

—Nada de "Teddy". Tengo que irme a clase. Adiós, Victoire. 

Me marcho sin esperar a que ella diga nada más. Creo que le ha dolido mi comportamiento, y que no le haya llamado "Perfección Rubia", pero los motes se acabaron el día que todo se volvió raro. ¡No, Ted! No pienses más en eso, ¿quieres? Me reprendo a mí mismo mientras llego a las mazmorras. 

Creo que es la primera vez que entro a una clase y hay personas de todas las casas. Nathan está sentado junto a Alex. Yo me siento junto a Ethan, que se sobresalta cuando nota mi presencia. Estaría sumergido en sus pensamientos. 

El profesor Slughorn llega a la clase tan solo unos segundos después de mí. Justo a tiempo. Según está explicando, durante estos primeros días estaremos con teoría. Y la mitad del curso también. Dice que es importante para superar el ÉXTASIS en pociones. Pues entonces yo voy listo. Si aprobé el TIMO de pociones fue por la práctica, si fuera por teoría hubiera obtenido un Troll. 

Trato de prestar atención a las explicaciones del profesor, pero otras preocupaciones están ocupando mi mente. 

—Preguntas básicas. Quiero que me respondan en un pergamino o en algún sitio que puedan anotar a estas tres preguntas acerca del bezoar. 

En la pizarra se comienza a escribir bien visible: 

1 ¿Qué es un bezoar?
2 ¿De dónde viene?
3 ¿Para qué se utiliza?

Cojo mi pluma y anoto en el pergamino las preguntas, dejando un hueco para responderlas. 

—En la clase de hoy se dedicarán a responder a esas preguntas y a las otras que vayan apareciendo en la pizarra. 

Yo ruedo los ojos, cansándome antes incluso de empezar a contestar. Veo que Ethan, a mi lado, empieza a escribir. Yo le imito y me concentro en las preguntas. 

"¿Qué es un bezoar?" Yo escribo: "Un antídoto para la mayoría de pociones venenosas que se debe ingerir con rapidez."

Respondo a cada pregunta con la mayor eficacia posible. En la pizarra aparecen más y más hasta que se queda completamente vacía. 

—Quien haya terminado, puede entregarme su tarea y marcharse— anuncia el profesor. 

Veo que Nathan ha dejado de escribir, pero no se acerca a la mesa de Slughorn. A lo mejor nos está esperando. 

Yo me levanto y entrego el pergamino. Al salir del aula, espero un rato a que alguien más salga. Nathan no tarda en aparecer. 

—Iba a esperar a Alex, pero ese chico escribe a la velocidad de la luz apagada. 

Yo me río. La mayoría de las veces, Nathan parece un sabelotodo, pero en el fondo tiene un gran corazón de oro y unos buenos chistes. 

—Por cierto—dice de repente él.— ¿Qué ha pasado con Victoire?

—¿A qué te refieres?—Miento fatal, lo sé. Tampoco sé fingir, lo sé. No es mi culpa.— Vale, está bien. Tuvimos un pequeño... incidente... este verano. Y no hemos vuelto hablar del tema. Bueno, más bien ella no me volvió a hablar. Hasta ayer, y ahora soy yo el que prefiere evitarla. 

—A veces eres idiota—masculla. 

—¿Perdona? 

—Que todo es tan sencillo como disculparte por el incidente, fuera cual fuera, o perdonarla y actuar como si no os hubierais ignorado. Al parecer, eso es lo que ella está haciendo, ¿no?

Nathan Clearwater, ofreciendo soluciones perfectamente razonables desde 1998. Sin embargo, no me sirve. No quiero perdonarla. 

—La cosa es que yo ahora estoy bien, no necesito disculparme. 

—No es que necesites disculparte, es que lo acabarás por hacer—me espeta. ¿Lo peor? Que tiene razón. Evidentemente, no lo admito. 

Nos dedicamos a charlar de otro tema. Eso es lo que más me gusta de mi mejor amigo. Podemos hablar en serio, incluso cuando no quiero, pero sabe exactamente cuando necesito hablar y cuando necesito bromear. 

Casi sin darnos cuenta, casi toda la clase ya está fuera. Pronto, suena el timbre y nos dirigimos a transformaciones. Marian Rosewood, profesora de Hufflepuff y de Transformaciones, nos saluda uno a uno mientras entramos. En esta clase, yo me siento con mi amigo castaño y los otros dos se sientan juntos. 

Esta clase se hace mucho más divertida y parece que el tiempo corre más rápido. No me he dado cuenta de que ya ha pasado la hora hasta que Nathan me da un toque en el hombro. Yo despierto de mi ensimismamiento y camino con mis amigos hasta el comedor. 

—Sí—oigo decir entre risas a dos voces ya conocidas. 

—No—. ¡Otra vez no! ¿Cuántas veces me voy a topar con la Perfección Rubia?— No es verdad, y lo sabéis perfectamente vosotras dos. Además...

Se acaba de dar cuenta de mi presencia. Inmediatamente calla. Yo la miro y me vuelvo hacia mis amigos: 

—¿Paseo por los jardines o almuerzo en el Gran Comedor?

—Evidentemente almuerzo—suelta Ethan.— Creía que eres más Hufflepuff que eso. 

Yo me rió, obviando los tres pares de ojos que se han posado sobre nosotros. 

—¿Quieres que le sonsaque información cuando comamos?—me susurra Nathan. Yo niego con la cabeza, casi escandalizado. Aunque sé que acabará por hacer lo que quiera y que, seguramente intentará actuar de mediador sin saber cual fue el problema. Así es él.

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Hsta aquí el segundo capítulo desde la perspectiva de Ted Lupin. ¿Qué os está pareciendo la historia? A partir de ahora voy a intentar actualizar todos los martes con capítulos más o menos largos. 

La Perfección Rubia (Veddy/Tedtoire)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora