T R E C E (2011)

95 5 0
                                    

Aún seguía anonadada cuando entré a mi dormitorio. No podía creer lo que acababa de ver. Es decir, ni con toda la magia del mundo aquello podía ser posible. 

Una vez  dentro del Bosque Prohibido, un escalofrío recorrió mi espina dorsal. Se escuchaban ruidos, como cascos de caballos en la lejanía. Y no tan en la lejanía. Incluso me pareció oír el motor de un coche. Apreté con fuerza la mano de Ted cuando me pareció atisbar una sombra en movimiento. 

—Así que no tienes miedo, ¿eh?— se burló.

—Para nada— mentí, tragando saliva. 

—No te preocupes. No te va a pasar nada. 

Asentí casi imperceptiblemente, pero me aseguré de que seguía teniendo mi varita en la bota. La saqué con la mano libre y la agarré firmemente. Oí la risa de mi amigo y le fulminé con la mirada.

—¿Crees que te puede salvar un Wingardium Leviosa de una manada de centauros enfadados?

—¿Están enfadados?— pregunté, con un hilo de voz. 

Sentí cómo se me iba el color de la piel cuando oí de nuevo el trote de unos "caballos" en la distancia. Ahogué un grito y apreté aún más la mano de Ted. 

—Vale, lo admito. Tengo miedo. 

Él se rió en voz baja, pero no añadió nada más. 

—Idiota— creo que mascullé. 

Al fin nos detuvimos al llegar a un claro. Ted se soltó de mi mano se sentó en una gran roca que estaba en el centro. Esperé unos segundos. Pero no pasó nada.

—Ted, ¿qué se supone que tendría que ver?

—Espera un momento. Aparecerán en cualquier momento...

Su sonrisa seguía intacta, llena de ilusión y esperanza. 

 —¿Quiénes van a aparecer?

No recibí respuesta alguna de su parte. 

—Ted, ¿quiénes van a aparecer?

Tras unos minutos de silencio, su sonrisa empezó a desaparecer, y su mirada se entristeció. 

—No lo entiendo... Estaban aquí cuando me he ido...

—Ted, escucha. No me gusta este sitio, hace frío, y está oscuro, y no veo nada fuera de lo normal...— dije, dándome la vuelta, dispuesta a volver a Hogwarts. 

—¡No, Vic! Por favor, espera conmigo— me suplicó. 

Respiré profundamente y miré al cielo, como buscando una explicación. Sin embargo, me acerqué de nuevo a mi amigo y me senté junto a él en la roca.

—Gracias— murmuró, mirándome. 

—¿Me vas a explicar qué has visto?

—No me vas a creer a menos que lo veas por ti misma— dijo, a modo de respuesta. 

—¡Anda! ¡Dime!

Me hubiese esperado cualquier respuesta, salvo esa: 

—A mis padres. 

Durante unos instantes no supe que contestar. Contuve mis ganas de decirle: "Ted, eso es imposible. Están muertos." Sería demasiado cruel. Pero no podía creerlo.

—Sé que parece una locura. Pero te prometo que los he visto. 

—¿Cómo sabes que eran ellos?

La Perfección Rubia (Veddy/Tedtoire)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora