|3|: Empezar bien.

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          — ¡GUAU, GUAU, GUAU! 

No había mejor despertador que Ezra, parece que mi móvil estaba en silencio y mis padres como era de suponer no estaban, bravo papá y mamá, el primer día de instituto y tengo que buscarme la vida, sabía que en la cocina tendría su "justificación" escrita en un post-it.

          —Ezra –me aparté de sus incesantes babas mientras acariciaba su pelaje– gracias pequeño.

Me levanté en busca de la comida de Ezra y de la nota de mi madre, bingo, nunca fallaba:

Cariño, no te enfades todo tiene una justificación, me ha surgido un asunto urgente en la oficina y he tenido que acudir, espero que tu primer día sea perfecto, te quiero y perdoname. 

                  Att:Mamá.

En algunas ocasiones, apesar de que sin ello no estaría aquí, odiaba como trabajaban mis padres, se pasaban el día fuera y a penas pasabamos unas horas juntos, en cambio mi infancia había sido mucho peor, ya que transcurrió en los brazos de mi segunda madre, Emily, ella había cuidado de mí hasta la saciedad, si mis padres tenían un viaje, Emily, si trabajaban hasta tarde, Emily, y así hasta que crecí y me quedé sola, pasaba tanto tiempo sola que mi capacidad de relacionarse fue decayendo, tenía miedo de que alguien me importara y se fuera por la puerta, sin ningún motivo. Pero al ver como mi ánimo decaía me regalaron por mi cumpleaños el mejor regalo que le pueden hacer a una niña, un cachorro de apenas cuatro meses, un pastor alemán de raza pura, de pelaje fuerte pero suave como el algodón, mientras que sus feroces fauces podían rasgar desde cojines hasta pelotas de tennis, pero todo en él era lealtad y sobre todo el cariño que da sin esperar nada a cambio.

Desayuné un bol de cereales, me tomé una rápida ducha mientras mi alborotado pelo se resistía, al fin lo amarré con un coletero, rápido y sencillo. Cogí la ropa que aun tenía en las cajas, no había tiempo para pensar, unos vaqueros pitillo y una camisa ancha blanca fue la mejor decisión de paso cogí la mochila, un cuaderno y algunos bolis sueltos, las siete, según mi madre entraba a las ocho y media, me quedaba una hora para llegar pero ¡No se dónde está! ¡Se suponía que me llevaba mi madre hoy! Presa del pánico rebusqué en todos los cajones, tendría que haber un papel, una dirección, ¡algo!, pero nada. El teléfono se resbalaba por mis manos

Me iba a saltar el buzón de voz, las piernas no daban de sí, acabaría mordiendome las manos.

          —¿Mamá?

          —¿Cariño qué haces hay? espero que sea urgente estoy en una reunión.

—No sé ni el nombre, ni la dirección del insituto creo que es urgente –exclamé.

          —¡Oh! –gritó sobresaltada– se me olvidó, perdoname, ahora mismo Anne te manda las señas y una foto, tengo que irme, te quiero.

Colgó. Las siete y diez, vamos Anne, rápido..

        'Cause I’m just a teenage dirtbag baby

        I'm just a teenage dirtbag baby

        Listen to Iron Maiden baby

        With me

        Oooo'

El mensaje llegó, instituto Windbers calle Selharbind número 15, la foto estaba adjunta pero no debí abrirla, el instituto era terrorífico, si era una broma, no tenía gracia, una hilera de matorrales mal cortados y arbustos te daban la entrada a un colegio destartalado, unos patios estrechos y sucios encajados entre unas vallas metálicas que parecían electrificadas. El lugar parecía cubierto de una densa niebla que osurpaba en el recinto. Perfecto, no será dificil de encontrar.

Teenage dirtbag | h.s |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora