Una vez fuera, desanduve el camino hasta mi casa, pero al localizar a ese extraño chico me vi atraída a seguirle, lo que era un error.
Inmersa entre los peatones, mantenía la vista fija a lo lejos, es esos tejanos negros y esas botas desgastadas. El viento había pasado de frío a helado, pero no era la razón de que me sintiera cada vez más turbada. Una sensación escalofriante y vertiginosa me recorrió todo el cuerpo cuando giró en un callejón bastante destartalado.
Eché una mirada furtiva a ambos lados. Nada extraño en mi visión periférica. Pero una figura encapuchada se dio la vuelta y desapareció, era él, ¿qué coño tramaba?
Con el corazón acelerado adelanté a un grupo numeroso de peatones acercandome al callejón. Giré de nuevo, no sabía donde me estaba metiendo, ese chico parecía peligroso, no es que quiera saber más sobre él. No me gustaba lo que veía a simple vista, así que dudaba de que me gustara lo que acechaba bajo la superficie.
Pero no era del todo cierto. Lo que veía me gustaba y mucho. Unos brazos delgados y musculosos, unos hombros anchos pero relajados, una sonrisa entre pícara y seductora y una vos grave y jodidamente irresistible a pesar de haber escuchado tres simples insultos.
Tras avanzar unos cuantos pasos guardando una distancia prudente, volví a mirar atrás por si esto era una encerrona, y yo me dirigía directamente al anzuelo, pero no, nadie parecía estar siguiéndome, ahora estaba asustada, vaya ironía.
Al renaudar la marcha choqué contra alguien.
—Perdone–exclamé, tratando de recuperar el equilibrio.
—Vaya.
Lo miré entre parpadeos mientras en mi cabeza surgía una perfecta excusa para explicar el porque estaba hay.
—Y-yo pasaba por aquí
Un brote de aire desperdició su impetud por ocultarse dejando al aire su hermosa cabellera alborotada de la que algunos mechones rizados luchaban por escapar. Tenía unas facciones duras, parecía más mayor de lo que era, o de lo que aparentaba. Una sonrisa burlona permanente en unos labios carnosos, bastante deseables cuando su lengua interceptaba en ellos. Pero sus ojos eran invisibles, esas enormes gafas de patas los cubrían por completo, no debía limpiarlas desde primer grado. Desvié mi mirada nerviosa cuando sus labios casi desaparecen.
—Deja de seguirme ricura, ¿o es qué no te quedó antes claro?
Tragué saliva, no solo tenía un tono burlón sino que se acercaba amí, intentando atemorizarme.
—No te seguía
—¿Y qué hace una chica como tú en un callejón oscuro? Tus padres debieron enseñarte una lección importante..
Su mano rozó mi mejilla, un astuto y mortal movimiento que me paralizó.
—Déjame en paz.
Traté de esquivarlo, pero me agarró el brazo.
—¿Ahora tienes miedo muñeca? Parece que vayas a vomitar.
—Es el efecto que me produces.
Se rio y me dieron ganas de patearle las espinillas.
—Te soltaré, y espero que no vuelvas por aquí, como una buena perra.
—¡Serás gili...!
Me tapó la boca en un rápido movimiento, pero yo le mordí la mano y esto me sirvió para salir corriendo de allí.
—Volveremos a vernos, nena.
Sal de aquí. ¡Ya!
——————
—¡Ya estoy aquí! –y como no, aquí estaba el chiquitín de la casa babeandome toda la cara, arañando toda mi ropa y recibiendome como se debe.
Mi madre apareció por el foro con su moño de hacer la cena y su cara de preocupación.
—¿Me puedes decir qué hora es? –cruzó los brazos desesperada.
—Yo también me alegro de verte mamá.–solté la mochila y me dirigí a por un vaso de agua.
—Oh sí, no me cambies de tema, ¿qué ha pasado?
—Pues que me perdí para llegar al colegio y me volví a perder para llegar, luego tuve que ayudar al recepcionista porque ese colegio está lleno de descerebrados ¿algo más?
—L-lo siento cariño, yo..
—No importa, pero eso sí, dale las gracias a Anne la muy chistosa me mandó una foto horrenda del colegio y por poco me dio un infarto cuando tenía que buscar ese sitio –le enseñé la foto y estalló a carcajadas– y tuve que seguir a un chico raro –pero sexy– que va a ese colegio..
Seguimos charlando del día mientras hacíamos una rápida visita a mi habitación, era todo puro, y la luz de la luna se reflejaba en toda ella, era blanca menos una pared, negra, que por muy absurdo que pareciera, era una pizarra gigante, que se podía pintar cada día de una forma, y cada día con una nueva operación de matemáticas. Los muebles tendríamos que elegirlos mañana lo que me resultaba bastante pesado, pero mejor eso que dejar a mis padres ponerme un cabecero rosa con miles de ositos.
Al fin mi padre llegó antes de que mis tripas parecieran un abismo tenebroso donde los sonidos hacían eco. Pasó rápido y mientras ponía la alarma y me tumbaba en el sofá, pensaba en todo lo que había pasado, pero sobre todo en él, quería saber de él, quería quitar la cáscara y ver lo de dentro..
Porque yo, quería desenredar a ese tipo, aunque él me desarmara primero.
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Teenage dirtbag | h.s |
Fanfiction✍ editando ✍ -Maldita sea, ¿te cansarás algún día? -escupió. -Prometí que no me rendiría. -¿Nunca? -Nunca Styles. ❝Me estaba alejando, pero ella es tan hermosa que hizo que me quedara, no sé su nombre, pero e...