Capítulo 4

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Narra Frederick

Luego de pasar un momento a Mica y dejarla complacida como a ella le gustaba salí de mi oficina sin pudor, algo dentro mío me decía que Mica tenía "celos" aunque no los demostrase de tal manera. Tomé mi celular marcando al número de Héctor, ya que era ahora quién cuidaría de Julieta, necesitaba saber de esa niña, ahora no solo era "mi chica especial" era algo más, ahora es mía, con solo saber que fui el primer hombre en su vida me enloquecía, no muchas chicas a esa edad lo son, es más esa actitud de retarme, gritarme en cara las cosas, refunfuñar contra mí como si tuviera ante mí alguna clase de autoridad; esto ya no era simple capricho, creo que hoy en más aquella chica sería mi nueva muñeca, "mi muñeca July".

Me alejé del edificio sintiendo la brisa, hacía algo de fresco tal vez, se sentía muy poco, miré las calles en dirección donde en momentos atrás seguramente se fue el camión llevando a mi nueva muñeca. Ah esa chica con solo pensarla, no podía concebir que no logré disfrutar de aquella virginidad que corrompía. Ya dejando de pensar un momento tomé mi celular y busqué en mis contactos, bajaba y subía la vista tratando de encontrar el nombre de Héctor, luego de mover la pantalla lo encontré, allí "Héctor" rápidamente marqué para llamarlo.

Esperé por un momento mientras el celular hacía un terrible timbreo de espera, era algo impaciente con ello pero esperaba a que contestara, luego de un minuto aproximadamente lo había hecho, por fin me había contestado.

-Dime si estas con Julieta –Gruñí a mi celular esperando respuesta.

-Señor, ella está aquí junto a las otras chicas.

- Me alegro mucho, ahora te diré algo y no quiero que lo sepa ¿Me has entendido? –Amenacé con tono autoritario para que lo tomara muy en cuenta-

-Si señor, dígame –Oía firme y comprometido a Héctor.

- No quiero que nadie la toque, ella no debe ser ni entrenada, ni tocada, ni trabajar, no debe atender a los clientes. ¿Entiendes?

- Señor ¿Cómo hago eso? –Noté preocupación en su voz-

- Solo hazlo, no dejes que nadie la toque, no quiero repetirlo más de una vez.

-Lo entiendo señor.

- Ok, haz bien tu trabajo.

- Si señor.

Luego de escuchar a mi empleado corte el llamado sabiendo que tenía un problema resuelto, no quería que Mica supiera mi preferencia, esa mujer la conozco como la palma de mi mano, sin escrúpulos y sensual.

Luego de un largo día bastante agotador me fui a mi oficina sentándome en mi sillón casando los papeles de mi empresa para cubrir todo los gastos de allí.

-Frederick ¿Trabajo? –Entró nuevamente Mica a mi oficina-

-No te conformas fácilmente –Dice con una sonrisa ladina.

-¿De ti? ¿Cansarme? Si me llevas a un delicioso orgasmo como nadie –Camino lentamente como una gata en celo sentándose en la punta de mi escritorio delineando la madera con sus dedos.

-Trabajo mujer, otro día te haré ese favor –Comente frío evitando contacto visual a sus ojos felinos.

-Ok, eso veo –Dijo cortante saliendo de mi oficina.

Narra Julieta.

No sabía nada, tenía y quería llorar todo el tiempo. Mi corazón no daba más, por más que intentara olvidar todo más me dolía.

Había guardado mi virginidad para Federico todo este tiempo y me la arrebataron como si nada. Ahora solo llevaba un vestido corto color rosa que estaba manchada con un poco de mi sangre en la parte baja, no traía de bombacha y ya no tenía ni el interés de sentir vergüenza por eso. Varias chicas golpeadas, llorando como la anterior vez.

Me pegue a la puerta que estaba cerrada apoyando mi cabeza en el vidrio viendo tras esos vidrios polarizados como el paisaje se movía llevándome a otro lado, sabe solo Dios donde.

-Esa chica es muy linda –Dijo uno de los dos hombres-

-¿Y? –Dijo él hombre que me había violado primeramente-

-Héctor, mueve te que quiero aprovechar el tiempo libre –Se notaba desesperación por fornicar-

-¡Ah! P-por favor...no –Lloraba la chica rubia mientras el otro le tomaba del antebrazo.

-Armando, siempre incomodándome –Bufó ese hombre llamado Héctor.

La chica lloraba y gimoteaba mientras el hombre la dejaba poco a poco desnuda, tenía pechos firmes.

-Las chicas deben acostumbrarse a esto y tu ya debes estarlo –Comento con media sonrisa mientras bajaba la minifalda de la menor dejándola esta vez desnuda, la colocó contra el asiento.

Todas nos movimos por orden de Héctor para que ese hombre Armando tuviera la libertad de abusar de la chica.

-Chicas, regla número uno –Dijo en voz alta golpeando a la chica rubia con fuerza- No llorar.

La chica trataba de no llorar pero se veía que no era inevitable, las otras solo temblaban de temor.

Abrió las piernas de la chica de par en par colocándose en medio, se bajó el pantalón dejando ver su pene bien parado con gran erección.

-Regla número dos –Dijo tomando un preservativo y colocándoselo, volteó a ver a todas- Nunca se olviden de pedir a los clientes que se ponga el preservativo, se acomodó comenzando a entrar en la chica.

Con solo ver la escena me daba asco, la pobre chica se mordía los labios para no llorar mientras veía como cerraba los ojos, yo no podía dejar de ver, no podía hacer vista larga a esto, esta iba a ser mi vida a partir de ahora y yo en cualquier momento sería la próxima.

El hombre, comenzó a mecerse con gran fuerza golpeando con fuerza en la chica, aquellas solo gemía en bajo del dolor mientras se pegaba al asiento. El hombro estaba rojo y excitado penetrándola una y otra vez...

La camioneta se llenaba de gemidos de ambos, uno de placer y el otro de calvario de la pobre chica, tras unos minutos el tal Armando termino de venirse en el preservativo dejando a la chica. La pobre rubia cerro sus piernas avergonzaba y se hizo bolita ocultando su rostro. Mientras el hombre solo se volvía a subir los pantalones.

-Nada más rico que carne fresca –Dijo recuperando algo de aire.

-Concéntrate a partir de ahora ¿Si? –Recriminó el otro.

-Héctor no prometo mucho –Sentí su mirada y desvíe la mirada para otro lado- Esa chica me gusta –Veía con la periférica de mi ojo que me señalaba.

-Esa no –Dijo Héctor.

-¿Por qué?

-Porque no y fin, toma a cualquiera y listo.

-¿Algo especial que me pierda Héctor?

-El viaje es largo, tenemos órdenes, podrás jugar todo lo que quieras cuando lleguemos a Brasil.

"Entonces íbamos ir a Brasil" me dije a mi misma en la mente. Iba a ser un largo viaje pero ya sabía un punto de mi destino ahora.

Tu cenicienta (Sin editar)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora