Capítulo 6

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Pasaron tan solo un par de minutos, quizá 15 minutos hasta oír un par de pasos, se escuchaban imponentes más aún cuando cada chica que estaba se callaba solo para escuchar con más atención, cada vez más fuerte y notoria cada pisada. Alcé la vista hacia la única puerta que había, un par de llaves se escuchaban, el clic de la puerta se hizo presente dando entendido que estaba abierta, no se hizo esperar la presencia de un hombre con cara seria entrando con al parecer trapos en las manos.

-Van a salir de a dos –Dijo en voz alta tirando los pedazos de tela- Cada una tiene una toalla, túrnense, me llevo a dos, luego quiero que por cuenta propia cada par esté preparada para ir a bañarse ¡¿Se oyó?! –Gritó estaba vez, tomó del antebrazo a un par de chicas que estaban cerca de él. Hizo que una de ella tomara dos toallas y se fue junto a ellas.

Yo estaba confundida pero sabía que hasta ahora nos bañaríamos, miré a Samanta y ella a mí.

-Iremos las dos ¿No es cierto? –Preguntó ella y asentí-

-Claro, eres a la única que conozco –Ella sonrió y me tomo de la mano-

-Seamos las próximas, entre más rápido mejor –Yo la miré algo confundida y con miedo ¿Qué pasaría si algo más nos sucedía estando allí arriba- Si no quieres está bien –Su voz me tranquilizó y sus pulgar acariciaba mi mano.

-Esta bien, vamos a ser las próximas –Sonreí un poco para que ella se sintiera con más confianza.

Caminamos tomadas de la mano mientras las otras chicas seguían allí paradas, algunos murmureos había pero no creía que fuese por nosotras, me agache para tomar un par de toallas. Juntas caminamos hasta el pie de las escaleras que ibas hasta la puerta, esperando nuestro turno.

Un par de minutos y se escucho el clic de la puerta nuevamente. Levante la cabeza y allí entraba Héctor.

"Asqueroso hombre" pensaba a mis adentros, detestaba verlo.

Sé que todos los hombres que veré serán un asco, pero lo que me dolía era verlo a él quien fue el primero en abusar de mí. Cada que su rostro lo veía mi cabeza hacía recuerdo de ese día, su voz ronca, su asquerosa respiración, todo de esa mierda humana.

-¿Ustedes son las siguientes? –Preguntó y Samanta empezó a caminar arrastrándome junto al hombre horrendo, él otro con cara seria caminaba detrás de nosotros.

Muchas veces no lograba entender como les da la cara para vernos a nosotras.

¿Samanta tendrá ese mismo asco que siento por Héctor a Armando? De seguro, si.

Subimos los escalones y pasamos por la puerta. El lugar era hermoso, muy bien cuidado, caminamos siendo empujadas constantemente. Parecía pordiosera con mi vestido manchado de sangre en este lugar. Caminando y pasando muchos cuartos llegamos a un baño bastante grande con varias duchas, estaban allí las primeras chicas desnudas bañándose, allí el hombre de las toallas junto a un par más de hombre todo serio viendo a las chicas que tímidamente se jabonaban el cuerpo.

-Empiecen ya ¿O quieren una invitación? –Dijo seco mientras nos empujaba más delante cerca de las regaderas.

Ah me daba asco desnudarme frente a esos hombres más a la presencia de Héctor no quería pero me sentía muy sucia y usada, demasiado sucia.

Veía como Samanta comenzaba a desnudarse, vi su rostro serio tratando de hacer vista gorda a aquellos cerdos. Yo en cambio tenía vergüenza, no quería, en serio no quería. Héctor que estaba apoyado en la pared estuvo a punto de levantarse de allí solo para venir a golpearme seguramente. Yo di pasos rápidos hasta las regaderas y deje que el agua me empape con el vestido puesto.

El agua tibia era tan rica, me sentía bien con ella, mis manos empezaron a revolver mi cabello para que pudiera limpiarse un poco más, solo había un jabón para cada una, ni shampoo había. Tomé el jabón en mis manos y me la pasé un poco a mi cabello que era algo graso.

-¡Hey! –Escuché de algún lado. No sabía si me hablaban a mí así que no hice caso- La del puto vestido –Ahí supe que hablaban de mí y lo miré- Quítate el vestido puta ¿Quién te crees?

Tragué saliva y antes de que ellos se acercaran a mí comencé a bajar tirante de mi vestido rosa dejándome ver desnuda poco a poco, pasé rápido el jabón en mi cuerpo. Me volteé para no verlos.

-Lindo trasero, lo que ocultan las tímidas, mira vos –Escuche de uno de esos hombres, lo ignoré y seguí limpiándome lo más rápido.

Pasaron simples minutos y ya estaba limpia junto a Samanta. La miré y ella me sonrió y tomó mi mano sin temor caminando fuera de las regaderas. Las otras chicas ya se habían ido y llegaban nuevas.

Héctor caminó detrás de nosotras, yo con la toalla mirando varias veces atrás y él mirándome a mí.

-Entren –Dijo señalando un cuarto de allí. Entramos las dos juntas. Héctor se adelantó y abrió el ropero. Ahí había muchos vestidos extravagantes- Elijan uno.

Samanta se levantó de la cama en donde ambas nos habíamos sentado y hasta el momento no soltaba mi mano. Ella tomó un vestido no tan corto pero dejaba muy visible su pecho por el corsé que tenía, estaba de blanco, con su rubio parecía un ángel. A decir verdad era el vestido más discreto de esa selección también. Yo estaba buscando porque realmente mostrar mi cuerpo era horrible, no quería, me sentía un asco con esa ropa.

-Estás lista –Dijo sin apuro tomando el brazo de Samanta y alejándola de mí- Tú quédate –Ordenó. Nuestras manos no quisieron separarse pero Héctor jaló con fuerza y brusquedad.

Tenía miedo de no saber más de ella, estaba con una mano sujetando mi toalla, me apresure a tome el primer vestido que había. Tomé un enterizo que parecía maya, tipo bombacha mostrando toda mi cola apenas una tela trasparente cubría, era rojo por desgracia y como todos con corsé para hacer más visible nuestros bustos. Era muy provocativo por mi desgracia pero fue lo primero que encontré, no quería que llegara Héctor y me viera aún en toalla y volver a darle el gusto de violarme otra vez.

Unos minutos pasaron y Héctor entró. Me miró algo sorprendido seguro la elección era la peor.

-Te quedarás aquí sola, vendré dos veces al día a darte algo de comida, no quiero quejas ni nada por el estilo –Me volvió a mirar otra vez y salió del cuarto.

Esto fue raro, pero a la vez me reconfortaba que no me hiciera nada esta vez pero ¿Cuánto duraría esta repentina buena suerte?

Ahora que estaba vestida, busque y rebusque en el armario, encontré ropa interior para mi alivio, en los otros cajones había un par de remeras y jeans. Estaba feliz, tiré toda esa ropa en la cama y me desvestí lo más rápido colocándome ropa normal. No quería que nadie me viera desnuda así que en 30 segundos ya estaba cambiada. Ahora solo tocaba esperar que harían conmigo.

Narra Frederick

-No la tocaron ¿No es cierto? –Dije serio por el teléfono.

-No señor, cumplo a sus órdenes.

-Las chicas de Brasil van a Ecuador esta noche lleva a ella junto con las chicas.

-Como mande señor.

-Muy bien Héctor –Corté el llamado.

La suerte que tenía era que Julieta se movía bastante rápido de país en país lo más discreto. Ahora en este par de días terminaba de realizar el presupuesto de mis directores y administradores, mi empresa iba en buen estado por lo que veía y tenía tiempo libre.

Un viaje a Ecuador no me vendría mal.

Tu cenicienta (Sin editar)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora