Epilogo. No él

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Disclaimer: Como sabrán, ninguno de los dos dramas me pertenecen.

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Epilogo.

No él

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–¿No está demasiado rosa?

–También esta arrugada. ¿Eso es saludable?

–¿Y la has escuchado llorar? Es muy ruidosa

–Además sus ojos están un poco grandes...

–Tal vez nació defectuosa –completo Woo Bin, uniéndose a los comentarios de Jae Kyung y Yi Jeong.

Ji Hoo observaba como el color de cara de Jun Pyo iba cambiando poco a poco, hasta adquirir una tonalidad rojiza, y no precisamente de pena. La sonrisa de él como del resto de los F4 eran divertidas, claramente, señal de que estaban jugando, pero Jun Pyo siempre había sido idiota y no reconocería un par de bromas, no sin la ayuda de alguien.

–¡Yah! ¿Quién se creen ustedes? ¡Mi princesa esta hermosa y completamente saludable! –termino por explotar el recién estrenado papá.

–¿Y cómo lo sabes si nunca antes has tenido un bebe? –pregunto Ji Hoo, solo por molestar. Claro que la pequeña estaba más que saludable, pero era divertido molestar a Jun Pyo.

El líder de los F4 boqueo un poco antes de responder lo primero que se le venía a la mente.

–¡¡¡Solo lo sé!!! Es mi bebe.

Los presentes soltaron una pequeña risa.

–Estamos bromeando Jun Pyo-ah. Mi ahijada esta perfecta.

Pero Jun Pyo ya no les estaba escuchando.

Dos días atrás, el nacimiento de la pequeña Goo Na Sub puso el mundo del dueño del corporativo Shinhwa de cabeza, aunque Woo Bin insistía en que fue Jun Pyo quien puso a toda Corea de pies arriba.

Jan Di se encontraba almorzando con Ga Eul, Jae Kyung y Ha Ni en la mansión de los Goo, cuando contra todo pronóstico medico –quienes aseguraban que la pequeña no nacería hasta un par de días–, empezó con las contracciones. Las tres chicas entre la histeria, solo habían atinado a llamar a Jun Pyo, olvidando que la mansión estaba repleta de empleados ya entrenados con instrucciones sobre qué hacer cuando llegara el momento del parto.

En cosa de minutos, Jun Pyo tenía movilizada a media ciudad. Como siempre, él y su exageración, y tal vez, un mucho de su imaginación desbordante, le hicieron tomar precauciones que en un parto no eran necesarios. Woo Bin casi le da de golpes cuando se entero que su amigo hizo que la milicia bordeara todas las calles de trayecto entre la mansión y el hospital más cercano. Lo cual fue totalmente absurdo, considerando que Jun Pyo mando un helicóptero a recoger a Jan Di, para llevarla al hospital privado donde siempre se atendía su familia.

Antes de que Jan Di entrara en labor de parto, la ciudad ya sabía que la próxima o próximo heredero del grupo Shinhwa estaba en camino y Jun Pyo estaba en estado de locura.

Estado del que seguramente no saldría. Pues ahí, frente a la cuna de Na Sub, Jun Pyo intentaba ser lo más cuidadoso posible en cada movimiento o caricia que brindaba a su bebe, sin dejar de sonreír como tonto y dar gritos emocionados ante cualquier mínima reacción de la pequeña.

–¿Jan Di-ah sigue dormida? –pregunto Ga Eul.

–Si. Estuvo despierta un rato, pero volvió a dormir. La pequeña Na Sub-ah no durmió en toda la noche –respondió Jun Pyo, aunque en ningún momento dejo de ver a su niña.

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