Capítulo 3: Un pequeño secreto.

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Me metí a la ducha y por supuesto con agua helada, no podía dejar de pensar en ella y en general en aquel sueño que había tenido, era tan real… Necesito ayuda, necesito hablar con Zayn para que me de alguno de sus consejos sobre mujeres.

-¿Me vas a leer el cuento o no?- Preguntó Amanda cuando yo salía de la ducha en toalla.
-Me pongo ropa y te prometo que lo hago- Corrí a mi habitación para ponerme unos bóxers y una sudadera negra- Aquí estoy- Me asomé en su alcoba.
-Quiero dormir contigo- Tomó “Pedro el lobo”, su almohadón purpura y camino hacia mí.
-No hay problema- La cargué hasta mi cuarto.
-¡Quiero el lado derecho!- Saltó de mis brazos hacia la cama.
-Todo tuyo princesa- Levanté las cobijas para que ella se acostara.

Me acosté junto a ella pero al parecer se le olvido que me había pedido que le leyera un cuento porque ella sin más se giró, recostó su cabeza sobre su cojín y cerró sus ojos.

Me di varias vueltas en la cama intentando conciliar el sueño pero me era imposible, sabía que si me dormía la vería a ella otra vez y no estaba dispuesto a arriesgarme a tocarla pero en realidad no tocarla en absoluto.

Comencé a abrir mis ojos a causa de un escurridizo rayo de sol que se filtraba por la persiana. Me giré y vi que la cama estaba vacía, así que me pare justo en el instante que se oía como algo caía en el piso de abajo.

Bajé corriendo las escaleras esperando lo peor, llegué a living pero estaba vació y sin rastros de vida, exaltado llegué a la cocina pero en vez de acelerarse más mi corazón con lo que veía paso lo contrario, este palpitó normal y pausado.

-¿Estas bien?- Dijo ella vistiendo una camisa mía que dejaba ver sus torneadas piernas.
-Creo- Avancé hasta el mesón- ¿Qué haces?
-Hago el desayuno- Sonó obvia.
-Lo siento pero en mi casa yo algo el desayuno- Le quité el cuchillo con el que estaba untando manjar en unas tostadas.
-Como quieras- Se encogió de hombros y paso por detrás de mí llegando a mi otro lado- No me molesta ayudar.
-¿Quieres ayudar?- Ella asintió- ¿Podrías poner más tostadas en el tostador?
-No hay problema- Me guiñó un ojo.
-Te queda bien mi camisa- La miré de reojo.
-¿Tú crees?- Se dio vuelta y se miró hacia abajo.
-¿Por qué te mentiría?- Saqué la mermelada del refrigerador.
-No lo sé- Dijo en mi oído cuando yo estaba de espalda.
-¿Quieres mermelada?- Le mostré el frasco cuando estaba frente a frente con ______.
-Frambuesa- Leyó el envase- No es mi sabor favorito pero…- Hizo un gesto simultáneo con su boca y hombros.
-Amo la mermelada de frambuesa- La esquive para echar un poco en mis tostadas.
-¿Qué tiene de especial?- Metió un dedo en el frasco y lo lamió de forma lenta- No tiene nada de especial- Se alejó al oír como las tostadas estaban listas- Es mejor el man…- Se interrumpió dando un gritó y dejando caer las tostadas al piso.
-¿Te duele?- Me acerqué a su posición.
-No importa, ya va a pasar- Sacudió su mano y caminó a donde me encontraba yo inicialmente.
Me agaché a recoger las tostadas que había botado ______ para arrojarlas a la basura, pero cuando me levanté y giré solo puede dejarlas caer otra vez al suelo.

______ no me estaba mirando sino que estaba totalmente enfocada en esparcir la mermelada por su cuello.

-¿Qué haces?- Me puse a su lado sin dejar de seguir el camino que había formado en su cuello.
-Trato de buscarle lo especial a la mermelada de frambuesa- Dijo sin mirarme e introduciendo su dedo en el frasco.
-¿Y se supone que así lo conseguirás?- Reí viendo lo concentrada que estaba bajando el camino de mermelada hasta la parte superior del pecho.
-Eso espero- Esparció rumbo a su brazo izquierdo.
-Así lo único que conseguirás es terminar otra vez en mi cama- Metí el dedo en el frasco y puse un poco en de mermelada en la punta de su nariz.
-¿No te guardas nada?- Me preguntó mirándose la nariz.
-No me gustan los secretos- Limpié su nariz para que ella me mirara.
-Es bueno tener secretos.
-No me gustan.
-¿Por qué no?
-No soy bueno guardándolos.
-Yo tampoco pero aun así me encantan- Dijo echándose más mermelada en el cuello.
-Creo que desde hoy empezaré a tener secretos- Dije sin despejar mi vista de cuello.
-¿Por qué lo dices?- Fue interrumpida por mi lengua contra su cuello.

No sabría decir que era lo más delicioso, si la mermelada o su cuello. Ella echó su cabeza hacia tras dejándome el paso libre, cuando ya terminaba de pasar mi lengua por su pecho, ella subió mi rostro y me besó intensamente.

-¿Ya le encontraste lo especial?
-No todavía- Tomó el frasco y echo un poco en mi cuello.
-Vamos pruébalo- Ladee mi cabeza.

Me sonrió y luego lo hizo ocasionándome un sutil escalofrió. Volvió a untar su dedo y dejó un rastro por mi pecho desnudo el cual no dudo en con su lengua dejar limpio.

-Aun no me convence- Me paso el frasco a mí.

La senté sobre el mesón, deje el frasco a un lado y comencé a desabrochar uno a uno los botones de la camisa para acto seguido encontrarme con la sorpresa de que no estaba usando nada abajo. Tomé el frasco, la recosté en la mesa mientras yo también me subía y metí uno de mis dedos en el frasco pero ella negó con la cabeza y sin darme cuenta ágilmente ella lo tomó y vertió todo el contenido sobre su estómago y sus pechos.

Esbocé una enorme sonrisa e introduje uno de sus pezones en mi boca en tanto mis manos en su cintura se llenaban de mermelada la cual luego esparcí por sus piernas y cara. Cuando solté su pezón ella alcanzo el manjar y lo puso en mi cuello y espalda.

Metí el pezón restante en mi boca justo en el momento en el que sentía como mis bóxers se deslizaban al piso dejando al descubierto ante ella.

-Ahora tengo un pequeño secreto- Dije a un milímetro de sus labios.
-¿Y cuál es el secreto?- Rozó sus labios con los míos.
- Si lo digo ya no es secreto.
-No me importa- Me dio beso corto.
-Está bien… creo que me estoy enamorando- Sentí como ella con sus manos ponía manjar en mi erección.

El contacto de sus manos fue letal, solté un intenso gemido y me dejé caer hacia atrás mientras ella me empujaba quedando sobre mi apoyada con sus manos y rodillas a mis costados.

-Se suponía que era secreto- Dijo bajando una de sus manos por mi estómago hacia abajo.
-Te dije que no era bueno guardándolos- Dije entrecortado sintiendo como su mano tomaba mi miembro.
-Tienes que aprender a guardarlos- Besó mi cuello mientras su mano subía y bajaba su mano en mi erección dejándome con las palabras y el aliento a medias.

-Despierta papi- Dijo Amanda abriendo uno de mis ojos a la fuerza con su mano.

No puede ser que allá soñado otra vez con ella, y lo peor es que el sueño se cortó en la mejor parte por lo menos Amanda hubiese esperado un rato más y… ¡Qué demonios estoy pensando! Qué bien que Amanda me despertó de aquel sueño porque estoy comenzando a dudar que lo que estoy soñando sea en realidad una mentira.

DULCES SUEÑOS ϟ LIAM PAYNEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora