Capítulo 3: ¿Qué manía tienen nuestras madres con meternos en química?

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- ¡Roberto! Pero... ¡no entiendo nada! ¿qué haces aquí? - dije confusa

- ¿Quieres la verdad o una mentira para alegrarte?

- La verdad, por favor.

- No sé yo, creo que necesitas algo de alegría ahora mismo...

- Rob, en serio.

- ¿Desde cuando me llamas Rob?

- Desde ahora.

- Ah, vale.

- ¡¿Quieres contarme ya que haces aquí?!

- Tranqui, ya voy, ya voy.... Pues verás, es una historia muy curiosa... ¿te acuerdas que la última vez que nos vimos nos estábamos despidiendo porque me iba a las olimpiadas? Pues fui, o bueno, me trasladaron a otra piscina porque tenía tres meses para entrenar muy duro antes de las olimpiadas. Acabé entrenando tanto que me desgasté el tobillo, y me hice un esguince a la misma vez, luego mi madre se asustó mucho, no quería que me pasara nada, y me desapuntó de natación, no pude realizar mi sueño de nadar en las olimpiadas.

- ¡¿Que no llegaste a las olimpiadas?! Dios, Rob, ¡no sabes cómo lo siento!

- No, me lesioné una semana y tres dias antes de las olimpiadas. Pero al llegar de vuelta a casa, me fui a Bells beach, observé a todos los surfistas, pero ninguna eras tú. Fui a tu casa, y me dijeron que estabas en una especie de internado. Luego, cuando tuve valor para pedir a tu madre la dirección del internado, me dijo que te había trasladado a un internado inglés, y perdí la esperanza de volver a ver a una de mis mejores amigas. Luego, llegó la universidad, y mi madre me envió aquí hace un año, me metió en química.

- 1: ¿Hace un año? y 2: ¿Qué manía tienen nuestras madres con meternos en química?

- Recuerda que soy un año mayor que tú, y de verdad, espero la respuesta de alguien, porque no tengo ni idea, bueno, sigo: llevo aquí un año, y siempre voy a mirar la playa, porque me relaja. Y hoy llegué aquí, me senté y vi a una surfista. Me dije a mi mismo "es su forma de surfear, debe de ser ella, pero no sé qué hace aquí, debería estar en Francia según Lara. Debe de ser una ilusión mía." Así que por favor, dime que eres real y no una ilusión.

- Rob, soy yo, de carne y hueso.

- Ahora te toca a ti: ¡¿Porqué estás aquí y no en Francia?!

- Porque soy una malota, Rob- bromeé con él.

- Te he contado mi historia, te toca contar la tuya.

- Vale, verás: estaba muy harta de hacer lo que siempre me decía mi madre, que si modales por aquí, que si ser una señorita por aquí, bla, bla, bla... Así que decidí seguir mi vida, con mis decisiones y mi voluntad. Engañé a mi madre y a todos, y me matriculé en esta universidad.

- ¿Y qué estudias?

- Música- respondí con claridad y afirmación.

- ¡¿Música?!

- Sí, no te extrañes tanto, las cosas pueden cambiar. Bueno, pues me matriculé aquí, compré un piso en las afueras de la uni, y me compré un neopreno, una tabla y un nuevo bikini, porque notaba que era la hora de volver a surfear. Sabes, quiero volver a la cima, y sorprender a María, sin que sepa nada, ni ella, ni Shane, ni nadie. Bueno, ahora tú, y posiblemente Lara, no puedo seguir mintiéndole, me siento demasiado mal.

- Y allí se fue la malota.

- ¡Eh! ¡Esto es algo serio!

- A mi no me mires, has sido tú quien ha empezado con lo de la malota.

- Idiota-le dije pegandole una colleja- y bueno, hoy estaba muy triste, y decidí que era la hora de empezar. Así que vine aquí, empecé a surfear y ahora estoy aquí hablando con un idiota.

- Que lo hayas dicho una vez, vale, pero a la segunda ofende.

- Yo no quiero ofenderte, Rob, pero tú me obligas a hacerlo-le guiñé el ojo y me partí de risa, me reía tanto que no me di cuenta de que Roberto venía hacia mí con una masa de arena en la mano, preparada para tirar, y 3,2,1... la masa de arena acabó en mi neopreno- ¡Serás...!

- ¿Seré qué? ¿Guapo, divertido, amable...?

Mientras no me miraba, cogí un cubo de plástico que había por allí, lo llené de agua, fui a su lado y le tiré encima el agua. ¿Porqué agua y no arena? Pues porque arena sobre un cuerpo mojado como el mío era lo peor, ¿pero sobre un cuerpo seco? no tiene sentido, en cambio, un buen cubo lleno de agua sobre un cuerpo y ropa seca, fastidia que no veas. Así que por eso me decidí por el agua. Allí empezó una guerra amistosa, mojada y arenosa, y bueno, con algo de algas también.

-Rob...

-Dime.

-Prométeme una cosa.

-Lo que tú quieras, majestad arenal.

-No le cuentes a NADIE que estudio aquí, y tampoco que voy a empezar a surfear.

-Lo juro.

-¿Juramento sagrado?

-No seas tan dramática. Si rompo la promesa, te haré 5 pasteles de chocolate distintos.

-No suena mal eso, pero me los tendrás que hacer de todas maneras, porque no vas a romper la promesa.

Nueva vida, nuevo surfDonde viven las historias. Descúbrelo ahora