Corazón ebrio

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(Tsukishima Kei & Yamaguchi Tadashi)

ACLARACIONES: Feliz cumpleaños, Tagreencat, que tengas un hermoso día, mil besos para ti, espero que te guste ♥.

~♡~

"Lo siento, Tsukki, ya tengo planes para el sábado... ¿quieres acompañarme? Puedo convencerles"

Desde que Tadashi había ingerido aquella bocanada de valentía al salir a la cancha, su forma de actuar había cambiado. Se podía percibir un brillo de confianza en su mirada donde antes acunó la penumbra; se había desenvuelto un ápice, había evolucionado su habilidad de socializar.

En definitiva, con el tiempo y el esfuerzo, había avanzado un pequeño pero valioso trecho hacia una vista psicológicamente más amplia y descubierta de remordimiento. Hacia lo que algunos denominan sentirse en paz consigo mismo y dominar la autoestima.

" No me apetece, gracias"

¿Qué había logrado Tsukishima?

Con ayuda de su amigo, había comprendido que si no quería desmoronarse debía darlo todo cada día, esforzarse en el campo del voleibol, al que él mismo había bautizado tiempo atrás como una "mínima afición".

A raíz de aquel hecho, había empezado a fijarse más en Tadashi. Había empezado a darse cuenta de lo rápido que se estaba desarrollando internamente, de cómo el incremento de los viejos detalles en su ausencia -a los que él no había puesto precio ni seguridad- se cebaba a su costa.

Un día, Kei se había levantado con un cúmulo de rabia inyectado en el pecho. Recordaba haber idealizado la imagen de su mejor amigo el día anterior, con la fidelidad por la que él secretamente suspiraba ocupando el liderazgo; recordaba, con los sentimientos a flor de piel, cómo el nuevo, el maduro Tadashi, le había abofeteado con una ráfaga de seguridad.

Claro que él quería lo mejor para su amigo, es más, sería el primero en dar su vida por la subsistencia del pecoso... Pero no se podía engañar, Tsukishima se había hecho a la idea de tenerlo a su vera día y noche, de cuidarle de cualquier imprevisto, de que él le prestase toda la atención del mundo. Y eso le había hecho grande siempre que estuvo a su lado, aquello había provocado que Kei, un ser humano de naturaleza hosca y poco evolutiva, se hubiese sentido en la gloria, un poco más alto que la nubes, un poco más allá de su propio entendimiento.

Y ahora estaba desesperado, totalmente enajenado consigo mismo.

Se preguntaba si solo estaría exagerando, pues tampoco valía la pena, según su entender promedio, alterarse por la nimiedad de no tener que aguantarlo un sábado. Pero, Satanás, cada vez que cerraba los ojos podía verle, disfrutando a su sombra.

¿Y si Tadashi comprendía que Kei era un estorbo, que solo le había anclado en la marginación de su entorno junto a él? ¿Se divertiría más junto a sus nuevos amigos, rodeado de gente más amable, que le brindase más afecto, el que el rubio no podía ofrendarle? ¿Qué sería del pobre y amargado Kei sin su único anclaje a la cordura?

- Ey, Tsukki... ¿Estás ahí? - el de cabello monocromo chasqueó los dedos frente a él, con una mueca sobresaliente de su rostro y el espectro de un paraguas de sudor bañando su casi poblado entrecejo. - ¿Qué quieres hacer primero, bro? ¡Podemos ir al centro a mendigar condones disfrazados como Kuroo y yo la última vez!

Su compañero, enfatizando la misma alegría, dio un suspiro melancólico.

- ¡Aún me acuerdo de la cara de la señora cuando le pedimos uno de yogurt!

Haikyuu!! [one-shots]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora