Capítulo XI
"Un sentimiento innegable"
La desesperación recorrió todo su cuerpo, cuando se encontró que el tiempo pasaba y el médico aún no llegaba. Veía a las sirvientas correr de un lugar a otro buscando agua limpia para colocar en la jofaina y paños para limpiar aquella herida en el abdomen de Jocelyn. Mientras la impotencia se convertía en su mejor amiga.
Por primera vez entraba a aquella habitación sin soberbia. La preocupación le había empujado a estar allí y ver como Jocelyn se desvanecía lentamente, mientras su rostro parecía de mármol. Ella no podía estar muriéndose. Ella no podía estar alejándose de él de esa manera.
La observaba tan indefensa y extrañamente vulnerable.
Por un segundo, era como si pudiera ver claramente dentro de ella, mientras buscaba limpiar aquella herida y vendarla, después de haber detenido el sangrado. Su único pensamiento fue que ella poseía una pureza que jamás se había permitido ver antes. Era hermosa. Y él un verdadero canalla por haber convertido su vida matrimonial en un verdadero infierno.
Sin embargo, la preocupación tocó en lo más hondo de su ser cuando al colocar su mano derecha en la frente de su joven esposa, comprobó que ella hervía en fiebre. Y no tan solo eso, ella empezaba a delirar y a llamar a su padre. Expresando en su delirio cuanto ella había sufrido después de su pérdida.
Se acercó un poco a Jocelyn, sintiéndose completamente un inútil.
No pudo contener aquellas lágrimas que quemaban en su garganta, y en su alma. Y duramente comprendía que aquel futuro que debía haberle ofrecido él como su esposo, se disipaba y desvanecía, a cada instante, haciéndole sentir el horrible presentimiento que cualquier cosa que él había planeado en su futuro antes de ese día... Le había empujado a una vida vacía y sin sentido, si ella fallecía.
Albert tragó en seco. Se sentía completamente incompetente. Por lo que cerró los ojos y le pidió a Dios que escuchara su súplica. Aquella que estaba en el fondo de su corazón. Pedía por su salud. Por mi vida... Por ella.
En algún rincón distante su mente todavía estaba asombrado... ¿Quién habría pensado que todo aquello podría suceder?
La llegada del doctor tampoco le llenó de alivio. Saber que ella se encontraba en un estado delicado y que solo el tiempo podía darle la última respuesta, le causaba un duro golpe en el corazón. Justamente cuando no quería perderle, la estaba perdiendo.
El tiempo ahora se había convertido en su peor enemigo.
Los días después de ese se hicieron largos y eternos. Ella seguía viéndose tan pálida. Sus manos seguían atadas y aún más cuando no sabía quién había sido el culpable. Podía tener sus sospechas, pero sin pruebas acusadoras, no podía llevar a nadie a un juicio. Sólo Jocelyn podía denunciar al culpable.
Después de tres largos días y tras los cuidados que ella había recibido, Jocelyn despertó, sintiéndose débil y desorientada.
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Un Corazón Inalcanzable ( 3er libro)
Historical FictionLord Albert O'Dubgaill jamás pensó que su vida podía cambiar de la manera que había ocurrido cuando aquella joven dama irrumpió su vida al subirse a su carruaje, fingiendo que había sido una simple equivocación. Para después escuchar su súplica de q...