Capítulo XVI
"El fuego arde"
El corazón les latía a todas. Aquel era el final. Todas morirías encerradas en aquel lugar y no podían creerlo.
El fuego pronto se propagó por todos los rincones mientras ellas intentaban desamarrarse. No, aquel no podía ser su final.
El fuego era abrazador. Se podía sentir en cada rincón, mientras la salida más próxima se veía tan lejos. Aquel hombre les había encerrado allí, sin tener la mínima piedad. Lo que sucediera con ellas le tenía sin cuidado. La vida le había dejado aquella cicatriz en el corazón, que le había borrado cualquier sentimiento de compasión.
— Tenemos que salir de aquí... Yo las ayudaré.—había expresado Judith al lograr soltarse, para ayudar a Annette, a quien tenía a su derecha, para luego ayudar a Jocelyn, mientras Annette corría a ayudar a Keyra.
El fuego aumentaba, mientras el humo se hacía cada vez más denso. Ellas no podían morir allí. No, no ese día.
— ¡Keyra se ha desmayado!—expresó Jocelyn, mientras Annette intentaba ayudarla.
— ¡Sáquenla de aquí!... Trataré de abrir una ventana para que el humo salga...
No obstante, en un abrir y cerrar de ojos algo inesperado había ocurrido. Un sonido ensordecedor interrumpió a Judith, mientras sus amigas huían de allí. Y todo aquello las marcaría y las uniría para siempre.
—¡Judith aún está adentro! —gritó Jocelyn con angustia.
Y el terror apareció en su mirada al sentir que sería testigo de la muerte de su cuñada. Algo que jamás le perdonaría Albert.
—¿Qué haces? — le expresó angustiada Annette, mientras trataba de animar a Keyra, quien seguía aún desmayada.
—Debo entrar... ¡Judith sigue adentro!
Y sin pensarlo dos veces, fue lo que hizo. Judith las había ayudado a desatarse. Y ella debía ayudarla, de la misma manera que su cuñada había hecho con ella.
El tiempo se hizo eterno después de aquel momento. Todas habían salido ilesas, pero Judith había sido la que había llevado la peor parte. Sus piernas habían quedado atrapadas bajo un tronco que se quemaba lentamente. Y aunque Jocelyn le había sacado a tiempo de una peor tragedia. Sus piernas habían resultado heridas con horribles cicatrices a causa de las quemaduras que ella había tenido inconsciente.
Y seguía inconsciente, debido al humo que había respirado.
—La duquesa de Huntley debe estar bajo un estricto reposo. No debe levantarse de la cama hasta que se le indique lo contrario... En cuanto a Lady Judith, me reservo el diagnostico. Solo el tiempo puede darnos la última respuesta. Se encuentra en un delicado estado. —Indicó el médico de la familia del duque—. Volveré mañana, a primera hora.
Jocelyn se sentó en un rincón de la habitación de Judith. Se abrazó a sus rodillas, mientras sentía dividirse en mil pedazos. Sus lágrimas eran un océano dentro de su interior. Cerró los ojos, deseando que todo aquello fuese un sueño. Pero no era más que una cruel y desgarradora verdad que le destrozaba el alma. Y toda la pesadilla de aquel día parecía que jamás acabaría.
Lejos de allí, lady Annette se había sentado a escribirle una carta a su esposo. Todo lo que temían, había ocurrido. Y la maldad de quienes les odiaban les había tocado ese horrible día.
Y lo peor de todo fue saberlo. Cuando aquella carta llegó a su destinatario Lord James Cavendish se estremeció al saber que Annette había estado apunto de morir en aquel incendio provocado. El duque de Huntley se inquietó y se preocupó por la salud de su esposa y la del bebé que ambos esperaban. Y él, no podía soportar que no tan solo su hermana hubiera resultado herida, sino también a quien amaba.
—¡Arreglen mi carruaje en este preciso momento!— ordenó el duque enardecido a sus sirvientes, prometiéndose que acabaría con cada uno de los responsables. Nadie saldría ileso.
El tiempo se había convertido en su peor enemigo al estar consciente que seguía avanzando, aunque a su parecer todo seguía tan estático tras aquella terrible noticia que lo había dejado abatido. Miro hacia su ventana, tratando de contener el dolor que hay dentro de su ser. Pero cada recuerdo de ese ayer, de lo cruel y odioso que había sido con Jocelyn, tocaba la puerta de su corazón, sin necesidad de una invitación especial. Entraba y golpeaba como lo hace una tormenta.
¿Cómo decirle a un recuerdo no vengas a mí? ¿Cómo decirle fuera de mi mente y nunca más regreses aquí?, se decía, sabiendo que él era el único culpable. En vez de salvarla y ponerla a salvo. La había colocado en peligro desde aquel instante en que no se permitió entender por qué la había conocido aquel día.
Y que la vida solo quería que él la salvara a ella.
— Si la vida me concede una nueva oportunidad... Desde hoy en adelante serás una parte de mí. Envejeceré a tu lado... Te demostraré hasta el último de mis días que eres la única mujer que quiero en mi vida. — se prometió, al mismo tiempo que rogaba por la salud de su hermana. Sabía que Jocelyn se había arriesgado para salvarla, y aquello le llegó a lo más profundo de su corazón.
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Hola a todas mis lectoras (Y lectores), perdonen la tardanza, aquí les dejó un nuevo capítulo. Gracias por sus comentarios, por sus votos, por darle una oportunidad y por su paciencia al entender que publicaré, pero no como antes. Espero que les guste este capítulo, al igual que me gustaría conocer su opinión. Saludos....
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Un Corazón Inalcanzable ( 3er libro)
Fiksi SejarahLord Albert O'Dubgaill jamás pensó que su vida podía cambiar de la manera que había ocurrido cuando aquella joven dama irrumpió su vida al subirse a su carruaje, fingiendo que había sido una simple equivocación. Para después escuchar su súplica de q...