Capítulo XV
"Surrey"
— Bienvenida...—le expresó con un abrazo la duquesa de Huntley, haciéndola sentirse parte de ese grupo de amigas. En lo que lo único que tenían en común era que sus esposos también eran amigos.
— Gracias...
Luego fue lady Annette Cavendish quien la abrazó.
— Siéntete en casa, como siempre te lo he dicho cuando nos hemos reunido.
Miró a todas, y por primera vez, se sintió que no tenía gana de discutir. Y que era momento de estar agradecida. Observó a una duquesa esplendida y hermosa en un estado que ella posiblemente jamás se encontraría. Su matrimonio no era más que una farsa.
Bastaba decir que posiblemente había sido una buena idea no haberse negado a ir a Surrey.
Lejos de allí, Londres se había convertido en una ciudad agobiante. Joseph Ashworth. Conde de Essex. Había cuidado cada uno de sus movimientos. Y aquel hombre que se había empezado a reunir con aquel repentino grupo con un mismo objetivo, había desaparecido en sus últimas reuniones. Sin dejar rastro de hacia donde se había marchado. Y quién era.
Y una verdad se había marchado como lo había hecho el misterio de su presencia.
Jeremy Croft era el hijo menor del barón de Dunsley. Su linaje había quedado en el olvido, siendo un niño, cuando los juegos de azar habían acabado con la fortuna de su padre. Quedando renegado de los eventos y beneficios que un apellido podía darle.
Y la gota que había derramado el vaso de agua, aquel que le impulsado a odiar a la alta sociedad o a algunos de sus integrantes, había sido aquel día en que se había cruzado con el honorable coronel de quien todos hablaban. El coronel Lansdowne se había convertido en un dolor de cabeza, cuando se negaba a aceptar su actitud negativa, cuando él había decidido alistarse en el ejército.
Su peor error.
Después de ese día, no dejó de pelear con sus compañeros o con extraños en los bares de mala muerte que frecuentaba para olvidar la vida que no tenía. Motivo por el cual fue expulsado de la milicia.
Y luego había tenido que descubrir, que una de sus antiguas propiedades había pasado a manos del duque de Huntley. La cual había obsequiado como regalo de boda a su queridísima esposa. La actual duquesa de Huntley.
¿Y qué tenían ambos hombres en común?
Que habían amado a la misma mujer. A Keyra Middlenton. Una de las mujeres que Joseph Ashworth, conde de Essex, quería destruir.
Y como muy bien había aprendido en el ejército. No había mejor manera que hacer un buen trabajo.
Así se lo había enseñado el coronel Lansdowne.
Una mañana, mientras los recuerdos volvían a torturar sus pensamientos. Lady Jocelyn había decidido salir a despejar su mente y olvidar aquel pasado que le afligía.
Había tenido días peores. No obstante, nunca había tenido un día como ese. Cuando solo deseaba llorar.
Para colmo de males, estar allí le había hecho sentir la nostalgia de querer sentir que alguien la amaba.
Y tener su propia familia, como lady Annette y la duquesa Keyra.
— ¿A dónde va, lady Jocelyn?— le había preguntado Keyra, tomándola por sorpresa, al encontrarse en aquel sendero que llevaba más allá de aquella propiedad.
—¡Me ha dado un buen susto, duquesa de Huntley! Pensé que era la única que amaba despertar antes que los demás y contemplar un hermoso amanecer.
— Verá... Todas tenemos muchas cosas en común. Se sorprendería si nos uniéramos con más frecuencia.— expresó al sujetarla por el brazo derecho y empezar a caminar de nuevo—. Todas, en conclusión, tenemos historias parecidas. Como por ejemplo: No llevarnos bien con nuestros esposos, al conocernos.
— Ninguna logró que las odiaran... Yo en cambio...
— Si estás aquí es porque también has logrado que te perdone...—le miró y le sonrió con picardía—. Y déjame decirte que le importas demasiado... No es el único escoces que se negaba a conocer el sentimiento llamado amor. Que te lo puede decir Annette.
— Judith me explicó también por qué me invitaste a tu propiedad.
— Y hiciste bien en aceptar... No es bueno rechazar la invitación de una duquesa. Y mucho más si es la duquesa de Huntley. Que también te lo puede decir mi querida suegra.
Ahora fuera de aquel lugar, mientras caminaban por aquel sendero, Jocelyn se sentía feliz. Aunque también volvía a verse distraída; tenía esa expresión introvertida que se estaba volviendo demasiado familiar. No ayudaba a aflojar el nudo que ella sentía en la boca del estómago.
¿Cómo era posible que ella se negara también esa verdad?
Un sonido pronto les interrumpió. Y en medio de los árboles que se encontraban allí, un hombre con el rostro un poco desfigurado a causa de una raja en su parte derecha, que cubría del pómulo a la barbilla, les sonrió maliciosamente.
— Buen día, duquesa de Huntley. ¡Qué honor tengo al conocerla finalmente!... Pensaba empezar por una a una, sin dejar rastro, pero creo que estoy de suerte esta mañana.—les mostró el arma que tenía en su mano derecha—. Y es mejor que me obedezcan, por el bien de ambas, sino quieren también más público...
El miedo se apoderó de ambas. Y por lo visto, no tenía intención de lastimar a la duquesa únicamente, sino a todas. Pero, ¿por qué?
Era una respuesta que no sería respondida por aquel hombre, cuando las ató y amordazó, para así buscar a lady Judith y lady Annette.
Y el miedo siguió aumentando cuando de pronto no eran tan solo ellas.
— Si desean que los niños y la madre del duque queden ilesos, lo mejor que pueden hacer es quedarse quietas.—sonrió con malicia—. Si pudiesen moverse...—una fuerte carcajada lleno aquel lugar solitario. Una vieja casa en ruina oculta en el bosque—. Adiós señoras... ¡Qué lástima que cuatro hermosas mujeres tengan que morir en un mismo día!— y antes de salir, prendió una cerilla y la arrojó en un rincón, donde había un poco de paja.
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Primero que todo quiero agradecer su paciencia, su apoyo, sus comentarios y sus votos. Me alegra saber que la serie va gustando y quieren saber más de todas las que he publicado. El día de hoy, aparte de publicar un capítulo nuevo, he decidido subirles las portadas y de que trataran las demás novelas que publicaré cuando termine las que estoy publicando. Realmente muchas gracias por entender que seguiré escribiendo aunque no con la frecuencia de antes. Saludos...
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Un Corazón Inalcanzable ( 3er libro)
Ficción históricaLord Albert O'Dubgaill jamás pensó que su vida podía cambiar de la manera que había ocurrido cuando aquella joven dama irrumpió su vida al subirse a su carruaje, fingiendo que había sido una simple equivocación. Para después escuchar su súplica de q...