Sus Encantos.

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No pudo negarse. Él también podría ser una víctima. No las conocía y había ofrecido su casa sin ningún problema.

-Solo hasta las 4 de la tarde.

Él y Ely asintieron. Lo siguieron hasta llegar al aparcamiento. En todo el camino habló con Ely pero no dejaba de echarle algunos vistazos. El la tenía presente!

Sophía solo pudo decir ¡Wow!. El doctor tenía un lamborghini azul plata. Miró a Ely y la misma le sonrió.

La castaña se adelantó. -Yo me monto atrás y ustedes delante.

Sophía no se negó.

El le abrió la puerta a las dos. Se subió al vehículo y se colocó el cinturón.-Sophía, puedes ponerte el cinturón?

El decía su nombre como si estuviera acostumbrado hacerlo. Su voz acentuaba la f más de la cuenta y le parecía hermoso.

-Sophía!

Ella casi saltó cuando Ely le reclamó. -Lo siento.

Se puso el cinturón y el aceleró. Lo vio curvar los labios.

Tomó su celular y llamó. -Por favor Julia, ordena ropa para mujer. Size M. Son dos chicas. Luego te cuento.

Sophía no sabía qué le pasaba. Pero lo había escuchando hablando con una mujer. No pudo contenerse. -Julia es su esposa?

Se detuvieron en un semáforo. Las dos aún esperaban la respuesta.

Fijó sus ojos en los de ella y le mostró los dientes por primera vez. -Puedo decir que es lo más cercano a eso.

El resto del camino fue callado. Ely se había dormido y ella solo podía peliar con su mente para que sus manos no se fueran a tocarlo. Estaba peor que una perra en celo.

Llegaron a un edificio de cristales negros. Tenía unas 22 plantas.

El le abrió la puerta. -Gracias doctor.

El afirmó demasiado cortès. -Hay algo que quieras preguntarme antes de despertar a tu amiga?

El había notado su nerviosismo. Se armó de valor. -Y si usted es un asesino y quiere traficar nuestros órganos?

Ángel se apretó el estómago para carcajear por unos 10 segundos.

-No se ría tanto. Se ve demasiado... Se detuvo de golpe al ver como el esperaba que ella concluyera con la frase.

-Demasiado qué?

Se acercó a ella y ella no se movió. No se iba a alejar de el. Lo necesitaba.

Tomó un mechón libre y lo llevó hasta detrás de su oreja. Ese simple toque parecìa íntimo. Sus piernas temblaron y sus mejillas quemaban. Las miradas se mantuvieron unidas y el sonrió. -Eres tan bella. Perdona mi sinceridad.

Sophía pisó tierra y negó. Abrió la puerta de atrás y despertó a su amiga. -Hemos llegado.

Ely vio al doctor reírse y también lo hizo. Era consciente de la atracción entre él y su mejor amiga.

Lo siguieron hasta su piso. El digitó su clave y la puerta con detalles en cristales negros se abrió.

La primera impresión que tuvieron fue del gusto artístico del doctor. Tenía cuadros de todas épocas.

Sophía no disimuló. -Wow! Si fueran auténticas podría morirse y seguir contando el dinero desde la tumba.

El con toda su clase rió y la miró como si ella fuera una de esas pinturas caras. -Quizás tengas razón... Emitió sin dejar de verla. Sin dejar de provocar un fuerte cosquilleo en la parte baja de su abdómen. -...Pero te aseguro que hay cosas más valiosas que todas esas pinturas juntas.

EL ÂNGEL DEL HOSPITALDonde viven las historias. Descúbrelo ahora