Abrí los ojos y los pies me dolían demasiado. Tenìa mucha hambre y lloré en la oscura habitación. Ya era de noche y no había nadie.
Ángel dime que estás bien...
La cama tan cómoda me acordó a la que compartíamos en su castillo. No durmió una noche en la suya después que yo estuve allí.
Mi amor tiene que estar bien.
La puerta se abrió y atemorizada se hizo la dormida.
Alguien se sentó en la cama y me acarició los pies. Los hipidos de llanto de la mujer que se encontraba sentada en la esquina me enloquecieron. La misma pasó sus manos por aquellos pies adoloridos por segunda vez y en un abrir y cerrar de ojos el dolor se había marchado de su cuerpo.
El sueño la venció de inmediato y la luz de un nuevo dìa le hizo despertar.
Se levantó de prisa y todo le dio vueltas. Las náuseas la obligaron a buscar un baño y dejar todo hasta lo último que tenìa su estómago allí.
Gimió.
Salió de la habitación sin poder casi sostenerse y la mujer que los había recibido ayer la mirò sorprendida.
Se le acercó de inmediato y la sostuvo. -Dios mío... està muy pálida. Venga, la llevaré a comer algo.
Negó. -Quiero saber sobre Saúl.
La mujer no la entendió. -Acaso no tiene voz?
Sophía asintió.
-Lo siento mucho. Vamos a comer y luego verá al prìncipe.
Sophía sonrió débil y comió tanto como pudo.
La mujer la fue a buscar con vestidos en las manos. -Vamos, te darás una ducha y te presentarás ante los soberanos.
Nerviosa lo hizo así y la dirigieron hasta el lugar.
La reina que ella había visto totalmente borrosa el dìa de ayer estaba sentada al lado de Saúl.
La mujer carraspeó. -Mi reina, la joven que trajo al príncipe está aquí.
La reina se puso de pié de inmediato. Se puso tan nerviosa como si no quisiera verle la cara a Sophía.
Notè la forma en la que la reina me miraba. Pero no solo notè eso, también notè el gran parecido que tenìamos. Yo era su copia. Lo único que nos diferencia era el cabello. Lo tenía tan negro como la noche.
Ella se acercó a mi y me sonrió llorando a la vez. -Sophía Brooks....
Acarició mi rostro.Pero estaba tan preocupada por Saúl que caminé hacia el y lo abracé con cuidado. Respiró profundo pero no abrió los ojos.
La reina tocó con amor su hombro. -No llores pequeña, él estará bien.
Sophía se puso en frente de ella y le dejó sentir cómo se sentía hablando desesperada por señas y con un llanto irremediable.
La mujer sufrió el mismo efecto y la abrazó.
Sophía se alejó de ella, y con todo el jucio, esa mujer era una desconocida para ella.
La reina se disculpò y colocó su blanca mano en la garganta de Sophía. -Habla hija mía.
Nerviosa negó.
Esa voz gentil que estaba acostumbrada a escuchar peleàndole se dejó oir. -Hermana mía, habla.
Ella miró a Saúl, estaba pálido pero sonreía. -No!
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EL ÂNGEL DEL HOSPITAL
RomanceUna semana puede cambiar lo que siente un corazón? Sophía Brooks trataba de negarlo. Ella estaba comprometida con Adam Sout, su novio desde la secundaria. Ahora que estaba a pocos meses de terminar la universidad estaba demasiado insegura. Todo grac...