El intérprete

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Sin sonido alguno apareciste y sin sonido alguno te desapareciste.

No habrá otro chance para encontrarte?

Cómo podrás saber que estoy tan cerca de ti...?

Dónde estás?

Sus ojos verdes se detuvieron al ver unos ojos cafeces y una hermosa voz.

Se alejó de ella, se alejó de su alma gemela pero sin felicidad.

Solo por su culpa. Solo porque ella le permitió irse.

No usarán el portal para hallarse por segunda vez. Él no puede hacerlo.

Ella está cautiva. Cautiva en su mente y en desconocimientos.

Es como si volviera a nacer.

Sophìa abriò los ojos y le dolìa la cabeza.

El frío que sentía la hizo encogerse como un pequeño cañorro y dio vueltas en la dura cama.

Los toques en la puerta la hicieron caer en la realidad.

Su cama no era dura.
Su habitación no era fría.
Sarai no tocarìa la puerta de esa manera, ella tenìa la llave de cada habitación de la casa.

Sorprendida abrió los ojos aún más  y se sentò. Estaba en una pequeña habitación. La cama no era más que un cobertor doblado como el de los japoneses.

Se paró y tocò su frente. Le dolía mares y recordó todo.

No podía ser! Habìa cruzado el portal? Pues claro que si! Pero dónde ella estaba? Peor aún, dónde estaba su amado.

Sonrió felíz sabiendo que estaba cerca de el. Por fín serìan felices. El no le habìa mentido!

La puerta se escuchó otra vez. -Mi Lady! Tiene que levantarse. Es la hora de la reunión con los sabios.

Sophìa no conocìa esa voz pero estaba segura de que esa mujer podìa llevarle con su amado.

Cuando le iba a responder supo que algo no andaba bien.

Intentó hablar con todas las fuerzas pero solo logró tocer.

Recordó lo que le habìa dicho Julia. "El portal puede robar muchas cosas porque no perteneces a nuestro mundo".

Su voz no!

La desesperación entró en ella y se dejó caer al suelo. Llorò hasta que la puerta dejò de sonar.

No podìa hablar. Cómo lo iba a encontrar?

Miró a su derecha y allí estaba el libro.

Limpiando sus lágrimas lo abriò y sorprendida, pudo visualizar los escritos. Algo imposible! En su tierra ella no habìa podido hacerlo.

Una voz se escuchò detrás de la puerta. -Sophìa! Sal de ahí o soy capaz de enviarte a la venta de esclavos.

El rayo de esa voz la espantó y corrió a abrir la puerta.

Habìa un monje mirándola enojado y una anciana sonrojada.

-Pensè Su Sabidurìa, que algo le habìa pasado.

El hombre la interrumpió. -Sophía, tienes un mes que llegaste aquì y no te has comportado como una sabia. Entiendo que has pasado por mucho, pero esto es una nueva oportunidad para ti. Si no quieres estar aquí, tendré que enviarte a la venta de esclavos.

Sophía negó. Ella no sabìa ni dónde estaba parada y esas personas que estaban en frente de ella la estaban asustando más.

Ella se apretò la garganta y el monje la miró con pena. -Debes aceptar que eres asì. No todos los sabios  son completos.

EL ÂNGEL DEL HOSPITALDonde viven las historias. Descúbrelo ahora