24.Amor real

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Estaba al lado de Max, mi amado novio, y no podía evitar recordar...

— ¿Amor?
— Dime. —Responde, sin dejar de mirar la película.—
— Tú cuando me ves en tu mente, ¿puede ser en cualquier momento?
— Claro.
— Ósea, quieres saber qué pasa conmigo y ya, me ves, sea lo que sea que esté haciendo.
— Maya. —Me mira y sonríe.— Por qué no me preguntas lo que quieres saber.
— Es que, un día hablando con James, me dijo que veía a su chica en la ducha, ¡en la ducha Max!
— Aaaah, pero James lo hace a propósito, aparte su chica es candente.
— ¿Candente? —Frunzo el ceño y lo dejo de mirar.—
— Quiero decir, —Me mira tratando de arreglar lo que dijo.— que a ella le gusta que él la vea en la ducha.
— Perdón por no ser lo suficiente candente para ti, entonces. —Me cruzo de brazos.—
— Maya, tú eres perfecta para mí, solo que cada pareja es diferente.
— Ajá
— Amor, no te enojes.
— No estoy enojada.
— Claro que si.
— ¡Qué no!

Me levanto y voy a buscar más palomitas. Max me sigue y trata de tocarme, pero yo me suelto.

— No necesito verte en la ducha, porque el misterio es mucho más interesante.
— Da igual.
— Maya.
— Siempre supe que hay chicas mucho más atractivas que yo.
— No digas eso. —Toma mis hombros y me obliga a mirarlo.— Tú eres atractiva, guapa y bonita. Todo junto, todo un complemento. Mi complemento. Mi persona favorita.
— ¿Seguro?
— Totalmente.
— Bien.

Sonrío y el besa mi labios fugazmente.

— Me gusta el misterio, así puedo desnudarte en mi mente.
— ¡Max! —Cubro mi cuerpo estúpidamente.—
— Eres adorable.
— Idiota.
— Tú idiota.

Demonios, ¿cómo puedo seguir enojada con alguien así? Imposible.

Suena mi celular y contesto bajo la mirada coqueta de mi novio.

— Dime papá.
— Hija, hoy tengo mucho trabajo, me llegaron unos caballos de carrera, así que lo más probable es que duerma en el local.
— Oh, bien, ¿y mamá?
— Tu madre dijo que llegaría a casa, pero en la noche. ¿Tienes comida?
— Si papá, no te preocupes.
— Dile a tu novio que te cocine algo.
— Si, le diré.
— Bien, te amo hija.
— Y yo a ti, adiós.

Corto la llamada y Max alza sus cejas.

— No me digas que estamos solos hasta la noche.
— No te lo diré.
— Da igual, lo escuche. De todos modos tenía pensado en cocinar.
— ¿Ah si? ¿Qué cosa?
— Max al horno.

Me río y terminamos de ver la película. No había notado que Max se había quedado dormido.
Miro su rostro embobada. Acaricio su corta barba y luego subo con mis dedos a sus labios. De sorpresa él me muerde y se ríe.

— ¡Hey! Estabas despierto.
— Quería saber qué hacías y me di cuenta que eres una psicopata.
— La verdad es que si, ganaría millones arrendando tu belleza.
— ¡Uy pero que coqueta!

Nos reímos y luego nos miramos a los ojos.
Algo sucede, es como si una luz se prendiera dentro de nuestros cuerpos, como si nuestros ojos se unieran por imanes y nuestros cuerpos revivieran con la mirada del otro.

Lo beso, porque mi cuerpo desea eso.

Lo beso tanto, hasta el punto que siento mis labios sensibles. Su boca de a poco se aleja de la mía y se acerca a mi cuello. Cierro los ojos disfrutando de su contacto.
Su manos toman mi cintura y con fuerza me ubica sobre el.

El beso sube de intensidad y yo desordeno su cabello con mis manos. De a poco siento calor y deseo quitarme la ropa, y la de él.
Mis manos inquietas se posan en su camisa y sin creérmelo, se la saco rápidamente.
Max da una mirada de sorpresa y luego me sonríe.

Keeper. (Sueño)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora