CAPÍTULO UNO: Es solo un niño.

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Ni bien guardó sus cosas en su mochila, corrió fuera del aula de clases, de la anda un sudor frío se apoderó de él, sabía lo que venía después de las clases y era lo mismo de siempre; golpes por parte de esos chicos. Y es que no era culpa de Seth tener el cabello largo como era costumbre en La Push, desde que entraron a su escuela, y su salón, comenzaron a fastidiarlo y eso era lo que no quería Seth, tener problemas con los demás no era de él en lo absoluto. Era un niño de 13 años muy tranquilo y sobretodo le gustaba ayudar, ya sea en casa o con sus propios compañeros de aula, es que Seth era Seth, no lo podían cambiar. Los niños de su escuela ya estaban saliendo y sin querer empujó a unos cuantos al salir casi volando del lugar, ya que los matones de sus compañeros lo comenzaron a seguir; el niño agradecía que ese día fue viernes, no habría más de esos juegos tontos por lo menos en dos días más, y también agradecía que no había traído consigo los tres libros de buen grosor y no podría correr como lo estaba haciendo.

─Vamos niñita, juguemos un momento más antes de partirte tu bonita cara.─ Esa era la voz que más odiaba, la voz del líder de ese trío de patéticos niños que se dedicaban la vida a jodérsela a Clearwater. El cabello de Seth estaba atado en una coleta perfecta y se removía a causa del viento y por la velocidad a la que estaba yendo, era bastante rápido, pero no tanto para ese trío.

Tenía miedo.

Miedo a que lo alcanzaran antes de llegara a su casa y que le dejaran peor que la última vez en la que casi le rompen un brazo.

Miedo a que su hermana se enterara o peor aún, su papá y hayan más problemas en los cuales terminaría mal él solo.

Pero tenía más frustración... frustración por no ser tan fuerte como siempre le decía su mamá, o por lo menos tener ese carácter rudo de su hermana mayor.

Se sentía patético. Y el trío de matones había observado eso, y comenzaron con sus golpes.

Las lágrimas comenzaron a brotar sin darse cuenta, miró a lo lejos la casa de Jacob, quizás podría quedarse allí hasta que los otros se fueran, pero recordó que la última vez que lo fue a visitar, Billy, su padre, le había dicho que estaba con Bella. No se arriesgó y fue por otro camino por en medio de los árboles y miró la casa de Sam. Y entonces recordó cómo se llevaban su hermana y él. Ese era terreno peligroso para Leah si es que ella le venía a recoger. Siguió corriendo, pero se dio cuenta que se había alejado lo suficiente de casa como para dar la vuelta sin que el trío de zopencos lo alcanzaran y mataran a golpes.

Miró a todos lados y a lo lejos se podían escuchar como corrían para alcanzarlo. Sus ojos se posaron en imponente bosque de Forks.

Y lo dudó.

"Si me pierdo allí... es de seguro que los osos me comerán y tardaran días en encontrarme." pensó con temor. "No hay de otra, tu puedes Seth, si te quieren golpear, que les cueste." Y con aquel ultimo pensamiento comenzó a correr por el bosque, y el clima no le ayudaba, estaba todo nublado, casi y parecía de noche, miró su reloj en su muñeca y apuntaban las 2:23PM había estado corriendo por más de 20 minutos sin parar, sus pulmones se expandían por conseguir el mayor oxigeno, pero se le dificultó cuando de tanto correr, sus piernas no dieron más y cayó a bruces en el musgo, su pecho dolía por oxígeno. Pero se levantó y comenzó a trotar para esconderse, pero no veía donde, en sus oídos solo estaban esos pasos acercándose cada vez más y todo su cuerpo se puso frío cuando alguien le jaló de la mochila y esta calló sobre el musgo y algunas ramas secas del bosque. Seth no quiso girarse porque sabía bien lo que seguiría. Sólo escuchaba los jadeos por aire de todos ellos, se tenía que poner orgulloso de eso, les hizo correr, les hizo que se esforzaran por alcanzar a su presa y así fue. No fue fácil para ellos, pero tampoco sería fácil lo que vendría a continuación. Se armó de puro valor y se giró aun jadeante por la maratón que había dado a sus matones.

No se llamaría Amor sino doliera. [EmmSeth]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora