CAPÍTULO SEIS: Un cumpleaños agridulce, quizás... más dulce que agrio.

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Seth corría por el bosque agitado, quitando las estorbosas ramas y mucho musgo que no le dejaba correr a gusta, algo lo seguía, a una velocidad que le impresionaba y el miedo se apoderó de él, el boque se vería más lúgubre de lo que realmente era si no fuera por la gran luna que estaba para acompañarle y de paso mostrarle el camino de regreso a casa. El niño no miró que una de las raíces de uno de los árboles estaba fuera de la tierra, inmediatamente Seth cayó a bruces y se golpeó la mandíbula, su pecho dolió por el miedo que lo invadía en ese momento y por el golpe que se había dado, su corazón galopaba tan fuertemente y se giró para mirar lo que el seguí, pero sólo estaba el sonido del viento contra las ramas y hojas de los árboles del bosque de Forks, sintió su mano arder de la nada y la levantó para poder observar mejor notando como ésta sangraba en abundancia, Seth no sabía qué hacer, tenía miedo y por alguna razón que desconocía sabía que sangrar en ese momento no era bueno.

-¿Qué? No... ¿D-dónde estoy? Ya debería haber llegado a casa... ¡Papá! ¡Mamá! ¡Leah! ¡Ayuda!- se encogió abrazando sus propias piernas, escondiendo el rostro en medio de éstas y comenzó a llorar, quería estar en casa, no quería estar en el bosque, su pecho quemaba por la impotencia y por esas lágrimas que en oportunidades no se permitía que salieran en ese momento. pensó en alguien que siempre le ayudaría... -Emmett...- el nombre del vampiro salió como un susurro, elevó la cabeza y se encontró en el lugar que solía encontrarse con su amigo, pero estaba extraño, daba miedo y no era cómodo. Se levantó con cuidado y su mano comenzó a doler un poco más; goteaba sangre y sintió como ésta se heló de la nada.

─ ¡Emmett! ─ gritó pero solo escuchaba pájaros volar de sus nidos, casi como si supieran que algo andaba mal y era mejor echar vuelo en ese momento, todo se empezó a mover a su alrededor y escuchó un sonido, giró en dirección de ruido y miró un sombra alta.­­ ─ ¿Emm? ─ La voz del niño inmediatamente se quebró del miedo, dio un paso creyendo que quizás era alguien que le ayudaría a llegar a casa. ─¿E-eres tú, Emmett? ─ Su mano dolió nuevamente por el corte y se quejó por esto, mientras notaba como aquella sombra le miraba y notó un brillo rojo donde deberían estar sus ojos.

─Pero que rico... tengo que contenerme siempre, pero... ya no puedo más... los siento mi querido y hermoso Seth. ─ Esa voz... esa voz conocía el niño, no sabía de dónde pero lo conocía.

─ ¿Qué? N-no...─ sólo un grito ahogado se escuchó del niño cuando esa cosa le tumbó contra el suelo del bosque inmovilizándole y teniendo el rostro del niño a un lado, sintió la fría nariz de esa cosa en su cuello. Quería gritar, pero no podía, o quizás en ese momento no quería hacerlo. Sentía como algo de su interior le decía que se dejara hacer, que quizás sólo en esa oportunidad no muriera como un cobarde. Cerró los ojos cuando sintió una fría lengua pasar por la palma de su mano, esa mano que estaba herida y ensangrentada, goteando de ese líquido vital. Seth lejos de asustarse jadeo suave y abrió los ojos, su mano sana pasó por el brazo de lo que fuera lo que le tenía contra el suelo, su cuello, y por último su rostro, no era como lo hubiera esperado, era suave, casi... celestial, con la diferencia que era frío, tan frío como la piedra caliza en invierno, no tuvo miedo y fue hasta su cabello; el estomago de Seth dio un vuelco que le hizo recordar algo que no precisamente le hacía sentir mal. No supo cómo pero se fue incorporando sintiendo el rostro de esa cosa contra su cuello, no se atrevió a mirarle el rostro, porque tenía miedo de descubrir lo que era en realidad. Sabía que moriría... pero extrañamente se sentía con esa fortuna de hacerlo.

Sus ojos estaban puestos en los negros arbustos del lugar. Sonrió inconscientemente ya que quería lo que venía, lo quería y ansiaba. Poco a poco su sonrisa se fue borrando cuando escuchó como un gruñido de aquellos arbustos que le hizo temer, poco a poco se fue formando una especie de perro salvaje... no... eso era.

No se llamaría Amor sino doliera. [EmmSeth]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora