CAPÍTULO NUEVE: El llanto de la inocencia junto a un "te quiero" esperado.

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Emmett estaba con la mirada fija en el techo de su habitación sin poder pesar en nada más que no fuera Seth, sus manos tras su nuca tratando y el gran ventanal del tamaño de una pared entera abierta mientras todo el aire posible ingresaba al lugar. El rostro del vampiro estaba pensativo por el mensaje que Seth le había enviado hace unas 4 horas, el menor le había dejado una extraña sensación.

"Emmett, el corazón me duele, tanto como si quisiera llorar y no pudiera hacerlo. Ten cuidado si es que vas a ir de casería, papá irá, cuídate tú y tu padre, por favor. No dejes que nada suceda."

Después de ese mensaje, Emmett se quedó pensativo, solo miró la hora una última vez antes de estar en estado zombie y eran las 3:42AM, quizás habían pasado como unos 40 minutos o algo por ahí.

Llegó hasta un punto donde su cabeza estaba hecho un completo lío de tanto pensar y deseaba tanto poder dormir para que sus pensamientos se disolvieran y el momento cuando despertara todo estuviera mejor y le diera una respuesta a sus interrogantes, aquel mensaje era sólo un aviso a que tenía que tener cuidado, sabía que los vampiros terminarían matándolo por hacer algo que no estaba permitido, pero por Seth lo valía. Valía ya que pudo ver a Seth, su Seth sonreír, llorar, emocionarse, reír viendo esos pequeños ojos hacerse más pequeños cuando una brillante sonrisa surcaba su inocente rostro, pudo tocar con sus labios fríos la suave mejilla del menor en medio de tanta lluvia, y sentir tan cerca esa respiración que por un momento claramente sintió desaparecía. Quizás podía ya morir por que conoció a Seth. Y fue él, ese niño, ese... ese chico quien le hizo sentir más de lo que pensó nunca volvería a sentir en su vida, sintió, gracias a sus sonrisas, su corazón casi palpitar, y como es que le era tan importante; nunca hubiera dejado que nadie le tocara o hiciera daño de esa forma tan horrenda como esos estúpidos niños pensaban. No podían irrumpir en la pureza de Seth, esa inocencia que lo hacía atractivo a lo horrendo de la vida, que por toda oportunidad quería lograr llegar a Seth y coger algo de esa inocencia, alimentarse de él. Emmett se quería alimentar, y no sabía si de Seth, ansiaba cuidarlo tanto, abrazarle y no soltarle nunca; pelear contra quien fuese solo por tenerlo un poco más cerca y no poder dejarlo ir.

El vampiro tenía esa idea que gracias a él había puesto en peligro a Seth con vampiros y que solo rogaba a cualquier deidad que fuera escuchar aquella alma condenada a que Victoria no supiera nada de él, por los Vulturi no había mucho de qué preocuparse, ellos a pesar de tener muchos informantes, seguro tenían la idea de que los Cullen habían dejado ya Forks. Toda la familia.

"Siempre tengo que poner en peligro a Seth. A veces pienso que la decisión de Edward fue la más acertada para Bella, si Edward se iba, Bella ya no correría peligro. Pero yo no puedo alejarme de mi Seth, sería... como si intentaran asesinarme. No puedo dejarlo y tampoco lo haré. Perdóname Seth, una vez más perdóname por hacerte esto pero no puedo alejarme de ti, eres mi alma, esa que está condenada y que ya no tengo, todo en mi lo has reemplazado con todo lo que eres tú."

***

Ese día llego.

Y ese día, extrañamente había salido el sol, tenue pero había algunos rayos de sol que se colaban entre las copas de los frondosos árboles. Los lobos se prepararon en casa de los Clearwater ya que Harry les diría por donde es que harían el recorrido, ello evitaría que se cruzaran y que alguien terminara lastimado, Harry tenía lista su arma la cual había cargado dejándola con el seguro. Seth solo miraba a todos desde las escaleras que conducían al segundo pido de la casa y miraba a su padre, tuvo esas ganas inexplicables de abrazarlo con fuerza, el menor de los hijos de aquel matrimonio bajó la cabeza soltando un suspiro, no queriendo que su papá fuera, sabía muy en claro la primera vez que lo vio tomando unas pastillas que eran para su enfermedad, esa mañana muy temprano, las había tomado como lo hacía cada día. Luego de haber desayunando los Quileutes llegaron a casa y Seth solo se quedó sentado en las escaleras mirando lo que hacían y de lo que hablaban, solo sabía pocas cosas de la conversación y otras que le eran totalmente ajenas por no saber bien a lo que se referían en ocasiones.

No se llamaría Amor sino doliera. [EmmSeth]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora