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Narra Fede

Llego a comisaria a primera hora de la mañana, estoy deseando que Santi vea estas fotos y, que al menos sirvan de algo. Yo ni siquiera he sido capaz de verlas todas, Eva no había perdido ni un detalle de nuestro encuentro en el instituto y eso me repugna, ¿qué clase de persona observa algo como eso de principio a fin y todavía peor, haciendo fotos? Ella, solo ella, alguien lo suficientemente ida de la cabeza para pensar que es algo normal hacer lo que hace.

Pregunto en información por mi amigo, me dicen que en este momento no se encuentra pero decido esperar, ayer no fui a dar clase y hoy tampoco, pero es que he terminado de perder todas y cada una de las fuerzas que me quedaban para encarar lo que sucede. Quizá Eva haya difundido todo, no lo sé, pero ya me da igual. Quiero empezar una nueva vida y quiero hacerlo al lado de mi pequeña.

Buscaré otro trabajo y continuaremos juntos, eso es lo único que deseo. Ella solo quiere que le cuente de una vez por todas lo que está pasando y, si las fotos surgen el efecto que espero que surjan, iré a su casa y lo haré, le diré todo con pelos y señales, desde el primer ataque hasta el último, sin obviar ni un mísero detalle, para que vea que soy sincero y que de verdad había peligro, y solo por eso he querido protegerla de esa manera tan dura para ambos, alejándonos.

No sé si ella me aceptará, pero, después de nuestro último encuentro furtivo pero tan mágico como cualquiera de los anteriores, todo me dice que lo hará, que me esperará con los brazos abiertos y una sonrisa de oreja a oreja, y yo haré lo que llevo esperando tanto tiempo, comprometer nuestras vidas. No tiene porque ser la semana que viene, ni el mes que viene, quiero que nos prometamos y cuando ambos estemos asentados y tranquilos, decirle a todo el mundo que queremos casarnos. Es una buena idea y después de todo por lo que estamos pasando, estaremos más seguros que nunca de dar ese paso.

Miro mi reloj, llevo esperando casi una hora cuando Santi aparece con un compañero por la puerta, se disculpa con él cuando me ve. Se acerca con las manos metidas en el cinturón de su uniforme.

- ¿Qué tal, Fede? - Me ofrece la mano, que estrecho firme.

- He conseguido las fotos, Santi- Le digo respirando hondo - Espero que esto sea una prueba clave para que esa chica nos deje en paz.

- Acompáñame - Susurra con un gesto de cabeza, encaminándose entre las varias mesas que ocupan la enorme comisaría. Tras sus pasos llegamos a una de esas mesas vacías, en ella pone el nombre de mi amigo. Se sienta en su sillón y yo justo enfrente, en una silla de color azul. - Muéstramelas - Dice serio.

Las saco del interior de mi cazadora y las dejo sobre la mesa, sin ni siquiera mirarlas. Quiero librarme de ellas cuanto antes pero... por desgracia, a saber si no hay miles de copias.

Sin embargo, Santi observa una a una con detenimiento, me obligo a mirar a mis pies avergonzado, sé que es policía y debe hacerlo, pero me incomoda que un amigo mío vea algo como eso, nuestra intimidad debería ser nuestra y punto, pero gracias a la trastornada de Eva...

- ¿Y bien?- Pregunto para distraerlo de alguna manera, estoy realmente abochornado por la situación. - ¿Pueden servir?

- Eso creo, amigo.- Las apila, dejándolas sobre su mesa y entrelazando las manos -Estas fotos son claramente robadas, puedes poner una denuncia.

- ¿Y qué vais a hacer con esa chica?- Es una de las pocas ilusiones que me he llevado en todos estos días, empiezo a ver la luz en este largo callejón oscuro.

- De momento, no podemos hacer gran cosa - Suspira - Pero te diré lo que debes hacer tú ahora. ¿Esa chica sigue molestándoos, no es cierto? - Asiento con el corazón en la boca- Bien, pues a partir de hoy, cuando salgas de aquí, debes seguir cada uno de sus pasos, como sea, Fede. Ya tenemos las fotos, por lo que solo necesitamos una prueba de que es ella quien las ha hecho.

Te sigo queriendo. ( Segunda parte Te quiero sin querer, profesor.)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora