53

16.5K 899 206
                                    

Ayer wattpad tuvo bastantes problemas y parece que a muchos no os apareció el capítulo, por lo que aquí os dejo el de ayer y el de hoy.

Capítulo 52: Mañana será un gran día.

Narra Fede.

Doy vueltas por toda la habitación y parece que voy a volverme loco de un momento a otro, pero es que no puedo creérmelo, es la mejor noticia, después de que me haya dicho que quiere casarse conmigo, que podía recibir, ¡voy a ser padre!

- Fede, tranquilo - Mi pequeña me mira desde el otro lado, con las manos entrelazadas y mordiéndose el labio.

- Estoy tranquilo, mi niña - Mentira, estoy... eufórico - No paras de hacerme feliz, día a día, eres... simplemente increíble. Te vas a casar conmigo, vamos a tener un hijo, o una hija, da igual, vamos a ser felices los tres, o los cuatro o...

- ¡Eh, despacio! - Suelta una carcajada acercándose a mí - De momento solo somos dos, el tercero está en camino, no corras tanto.

- Contigo no quiero ir despacio nunca más, quiero correr sin parar... - La miro y, de repente, mil ideas vienen a mi cabeza. Me acerco y pongo ambas manos sobre su vientre aún plano, acariciándola con toda la dulzura que puedo - Ven, vamos. Coge algo de ropa, con cualquier cosa estás preciosa.

- ¿Ir, dónde? - No puede evitar preguntar, pero mi sonrisa pícara le dice que no lo haga, que me siga y ya está, como tantas veces ha hecho. Asiente por fin - Vayamos donde sea, amor.

***

Acelero por las afueras de la ciudad de noche, aunque no demasiado, quiero llegar pronto para que podamos descansar, pero ahora que sé que mi princesa lleva en su interior lo que será nuestro futuro, no quiero ponernos en peligro por nada del mundo. Llevamos todo lo que nos hará falta y estamos nosotros dos, es suficiente.

Es mucho más tarde de media noche, pero sé dónde vamos, la idea me ha venido de repente y he sabido que así tenía que ser, no de otra manera.

Algo más de media hora después llegamos al pequeño y desconocido pueblo que he visto durante toda mi vida, siempre me ha encantado, desde que era niño. Está tan solo a un par de kilómetros de donde viven mis padres y, según sé, apenas hay gente viviendo en él. Es uno de esos encantadores parajes en medio de la nada, el sitio perfecto.

Decido que al día siguiente, por la mañana temprano, iré al pueblo donde viven mis padres, es todo lo contrario a este, parece un ciudad y, estoy seguro de que, aunque sea todo tan precipitado, encontraré lo necesario.

Aparco frente al pequeño hotel que siempre me he preguntado si estaba abierto o abandonado, ya que se encuentra a las afueras y rodeado solo por naturaleza, pero, cuando nos dirigimos hacia él, parece que toda la suerte del mundo nos acompaña por fin, hay luces encendidas. Miro a Míriam, que observa todo con la boca entreabierta, sé que se muere por preguntar dónde estamos, o qué hacemos aquí, pero aguanta sin decir una palabra.

Cuando llegamos a la vieja puerta de madera, doy varios golpes fuertes que resuenan con eco dentro del sitio, unos minutos después escuchamos pasos y la cerradura abrirse, mi pequeña me mira con una sonrisa de confusión y yo me encojo de hombros... la verdad es que no sé qué nos vamos a encontrar.

- ¿Sí?- El hombre que ahora se encuentra frente a nosotros tiene al menos ochenta años, nos observa con sus diminutos ojos casi cerrados.

- Perdone- Hablo en voz baja- ¿Tiene alguna habitación libre?

- ¿Habitación? - Pregunta, mirando a todos lados confundido, pero segundos después parece encontrarse de nuevo - Si, adelante- Asiente, haciéndose a un lado para dejarnos pasar.

Te sigo queriendo. ( Segunda parte Te quiero sin querer, profesor.)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora