48

14.6K 895 375
                                    

Tras algunas pruebas que me imagino que son rutinarias para ver si ha quedado algún resquicio de lo que sea que me han dado esos dos primos locos, el médico me avisa que no tardaran en darme el alta aunque, aún necesito un par de horas de reposo, ¿quién me iba a decir que por beber tres tragos de Coca Cola estaría en esta situación? Me apunto mentalmente no tomarla al menos durante una temporada y, fiarme solo de las personas más cercanas.

En realidad, nunca, ni siquiera cuando mejor nos llevábamos y salíamos juntos a hacer ejercicio, me fiaba mucho de Alex, conocía bien sus intenciones con las chicas y la forma de ser que tenía, pero supongo que no quería ver la mala persona que había tras esa careta de chico pícaro y divertido. Ahora me arrepentía de no haber visto las cosas venir desde un principio...

- No te martirices más, pequeña - Fede me mira de nuevo con esos ojos que tienen ese brillo que eché de menos, ese brillo que ahora permanece y no cesa - Tú no tienes la culpa, sabíamos que Eva estaba loca... pero no que Alex la ayudaría en cada disparate.

- Pero, amor... - Arrugo la nariz, sigo sin entender algunas cosas - No lo entiendo. Eva se enamoró de ti y no piensa con claridad, está completamente loca y obsesionada, pero, ¿Alex? ¿Qué motivo tiene para hacer lo que hizo? ¿Cómo puedes tener el valor de manipular los frenos y ofrecerle una bebida con droga a una persona a la que conoces desde hace tiempo? No me entra en la cabeza.

- Hay cosas que nunca entenderemos, como lo que pasa por la mente de personas como ellas -Mira al techo, pensativo - En cierto modo, tú y yo hemos tenido suerte, porque nos quisimos casi desde el primer día.

- Creo que yo te quise desde el primer segundo en que te cruzaste en mi camino - Río, jugando con algunos mechones de su pelo despeinado, lleva muchas horas en el hospital acompañándome - ¿Por qué no vas a casa a descansar? Cuando me den el alta te llamaré para que vengas a buscarme.

- Ni hablar - Niega con la cabeza, frunciendo el ceño - Hasta que Santi no me asegure que va a ir a por ellos, no pienso dejarte de nuevo sola. - Mira su reloj - Además, no tardará demasiado en llegar.

Esperamos en silencio, agotados de estar ahí y de la situación en la que actualmente nos encontramos, además, recuerdo que el médico quería hablar a solas conmigo y en cierto modo me preocupa, ¿y si las drogas han hecho algo extraño a mi organismo? Me muerdo el labio inferior con nerviosismo, mirando hacia la ventana para que Fede no pueda notarlo, no puedo imaginar por todo lo que ha tenido que pasar él solo... ojalá me hubiera dejado ayudarle, todo se hubiera solucionado mucho antes y estoy segura que nos ahorraríamos algún que otro disgusto.

Dos suaves golpes en la puerta llaman nuestra atención, Fede, que se había quedado dormido sentado y agarrando mi mano, se sobresalta, pero enseguida se recompone para levantarse aclarándose la garganta, no puedo evitar sonreír, hasta en esa situación es rematadamente adorable y perfecto.

- ¿Fede? - Es la voz de Santi, al menos eso creo. - ¿Se puede? - Asoma la cabeza por la puerta y recuerdo las pocas veces que lo hemos visto, en momentos mucho más diferentes a este.

- Hola amigo, ¿cómo estás? - Fede se acerca a él y ambos estrechan la mano.

- Bien - Asiente serio - He venido tan rápido como he podido - ¿Cómo te encuentras, Míriam? Fede me ha contado la situación, siento que estéis pasando por un momento como este, he tenido casos y son largos y tortuosos hasta que por fin se acaban.

- Estoy bien Santi, al menos eso creo - Le sonrío - Fede y yo confiamos en que lo que te demos sea definitivo. Tenemos fotos, mensajes y la cara de la chica.

- ¿De verdad? - Se sorprende, mirándonos a ambos, que le correspondemos con asentimientos divertidos, ni siquiera nosotros lo creemos, esto tiene salida. - Mostradme todo, vamos.

Te sigo queriendo. ( Segunda parte Te quiero sin querer, profesor.)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora