Capitulo 3

518 16 0
                                    

Habían pasado un par de horas luego de oscurecer, Jocelyn Fairchild ejercía toda su fuerza dormida para mantener a la hada sin opciones de escape, resultó un tanto difícil por lo que después de todo ese esfuerzo bajó rápidamente a la cocina y tomó un gran vaso con agua. Jocelyn se puso a pensar que a fin de cuentas Jace no era un completo rubio sin cerebro, él podía asustar si se lo proponía. Sin embargo, tuvo que ser convencida por la mayoría de que Clary tenía que participar, ella no estaba tan fascinada por ello pero entonces Luke o más bien Lucian se ofreció para ir ya que él era un licántropo y sabía cómo no serían delatados rápidamente por su olor de cazadores, Alec e Isabelle se vieron un poco afectados incluso ambos en diferentes momentos se olieron la ropa pero seguían sin notar nada extraño, por otra parte lo comprendían. Todos ellos salieron por esa puerta para traer a Simon de regreso mientras que ella volvía a subir las escaleras y echaba los ojos en el hada que estaba inconsciente en el piso. Jace creyó que así causaría menos problemas y nadie dijo lo contrario.

Roba-hijas, pensó al otro extremo del cuerpo, dejó que su cuerpo se deslizara por la pared y finalmente descansar en el suelo. Jace apareció tan rápido como una gripe lo hacía en un cambio de clima, claro que esa gripe abrazaba, tomaba de la mano y hasta besaba a su hija. Jocelyn dejó de imaginarse aquello, no podía hacerlo ya que era el novio de su hija.

Luego del casamiento Luke la había llevado a unas islas en las Bahamas, el sol irradiaba desde lo alto, las aguas profundas de las cuales no daba miedo si podías sumergirte a grandes profundidades, las cabañas que tenían bastante distancias unas de las otras para evitar molestias. Habían sido las mejores dos semanas de su vida, tal vez porque necesitaba alejarse de la ciudad y en parte de el secuestro del cual salió ilesa, pero ante tanta tranquilidad y paz sentía culpa por su hija, Clary, que tal vez andaba de un lado al otro con Simon y sus amigos, y por supuesto que no haría nada de lo cuál se arrepentiría. Fue en aquel viaje que sabía que Luke había sido para ella y ella para él.

Había estado pensando en cuanto tiempo había pasado, cuánto tiempo él había aguantado y en cuanto tiempo ella había dicho lo que él quería oír porque finalmente era un amor mutuo. Dejó que su mente divagara y no logró notar cuando el hada la observaba expectante.

- Hmfdg - Dijo con la cinta en la boca.

Jocelyn se encogió de hombros como una mamá que está de acuerdo con el castigo - No te sacaré esa cinta de la boca -

El muchacho se sacudió fuerte pero no funcionó y luego de un par de intentos más de tiró al suelo con el pecho agitado mirando por la ventana como la noche avanzaba.

***

Entre los árboles, las pocas aves empezaban a comunicarse, antes del bosque se abría el prado y las pequeñas colinas, antes de salir de la Ciudad de Cristal Luke les había dicho que iba por otro lugar para proteger las espaldas, luego su cuerpo tomó forma de lobo y salió con un hechizo que Magnus les había puesto a todos para poder salir sin alertar a nadie. Resultó bastante efectivo pero ellos sabían que estarían al descubierto fácilmente por lo que en segundos se dibujaron unos a otros runas de agilidad, silencio y visión.

Jace fue el primero para que los demás hicieran lo mismo que él. Alec, quien era igual de sigiloso que un conejo en un refugio de leones, iba adelante de Magnus, este por momentos llevaba su mano derecha a su espalda baja para estabilizarlo cuando veía que iba a fallar, el brujo solo bajaba un poco la tensión del momento. Al mismo tiempo que iban avanzando rápido y silencioso, Clary perdió de vista a Luke quién había llegado en segundos por el bosque, la pelirroja temió por unos segundos hasta que sin darse cuenta topó con el hombro de Isabelle que se había detenido.

Isabelle se giró hacia ella y frunció un poco el ceño para ver qué iba mal, Clary se encogió de hombros y movió sus labios para disculparse. Más adelante Jace hizo señas con las manos para llamar la atención de sus amigos, todos se agacharon detrás de la última colina que los apartaba del bosque, solo faltaban unos doscientos metros de tierra firme que fácilmente los podría delatar si alguien montaba guardia o se le ocurría "descargar el tanque" por allí.

La Caída de IdrisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora