capitulo VII

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Atem abrazaba a Yugi por la espalda y este en un movimiento repentino se sentó en la gran cama y Yugi al estar abrazada a él también cayó sentándose entre las piernas de Atem.

- tu... no eres un juguete. - le susurro Atem al oídio.

- ¿que?- dijo algo aturdida, pues estar tan cerca del faraón siempre la ponía nerviosa.

- yo nunca te he visto, veo o veré como un juguete, Yugi, te quiero, te amo y juro por mi diosa madre Bastet que te amo, nunca haría nada para lastimarte. - decía el faraón.

- pero...

- yo nunca te obligaría a hacer plato de segunda mesa, la razón por la que no he tenido concubinas u otra cosa es por ti, no quiero que otra persona que no seas tu me toque, pero tampoco quiero que otra persona te toque, Yugi, mi preciosa princesa, yo le pido a la Bastet que me conceda tu mano, prometo amarte, y respetarte... dime que si Yugi, y me aseguraré de que nada te falte. - en momentos como ese Yugi no sabia que decir.

Ella levantó la mano hacia la luna y sonrió porque vio como la luna alumbraba de manera hermosa, como aprobando aquella unión.

- tu...- empezó Yugi- eres el hijo de Ra, y yo soy hija de Bastet o Artemisa... ambos somos hijos de dioses, y hoy veo a mi madre y a ti y ella me dice que eres sincero y aprueba nuestra unión.

No hicieron falta más palabras, Yugi se levanto y giro sobre ella misma para quedar de frente al ser que ella mas amaba en el mundo.

- Te amo... - susurro él y ambos se fundieron en un beso que al principio fue tierno y que prometía ser hermoso, para ir con más intensidad, los meses que ellos mismos se habían detenido, por miedos, por el que dirán, por miedo a que no fueran correspondidos, aquel beso era todo y nada para ellos, pronto la necesidad del oxígeno se hizo presente y solo con eso ellos se separaron, pero aun así ellos no perdieron ritmo, Atem comenzó a besar el cuello blanco de Yugi, ella no se quedó atrás y también con movimientos torpes comenzó a tocar.

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Bien hasta aquí ¿qué les pareció? Muy corto las deje con ganas de mas?

Jeje si soy mala...

No me maten es que es mi primer lemon heterosexual... ya saben hombre

y mujer.

















































(...)

Un mes después....

En una hermosa noche dos seres se abrazaban y besaban. Dos seres se entregaban en una silenciosa unión.

El, un Faraón, que ya tenía una esposa y una hija, pero a pesar de eso él no amaba a esa esposa, y a solo adoraba a la pequeña, mientras que a la persona con la que estaba era todo lo contrario, él disfrutaba tocar a esa persona, besarla y amarla, para él ella era todo.

No sabes cuanto te amo mi adorada luz - pensaba el Faraón mientras besaba el cuello de la chica. Aquel ser que se le entregaba con todo el corazón y que él siempre pensaba que era tan frágil como un cristal.

No sabes el poder que tienes sobre mí, una palabra tuya es capaz de matarme - pensaba la chica mientras acariciaba los músculos de la espalda del Faraón.

Ya era un mes desde que ellos cada noche y alguno que otro día se entraban.

Pronto para él ya no fue suficiente el cuello y la boca de la chica y quería más, bajo un poco más topan doce con los pechos de su mujer, primero lamió un botón citó rosa de la chica, chupo, mordió y jalo hasta ponerlo rojo y duro, mientras que con una de sus manos acariciaba el otro, cuando pensó que era suficiente siguió el mismo procedimiento que con el otro.

Ella no se quedó atrás pues acariciaba el cabello de su amante, cuando sentía alguna mordida jalaba el cabello de este, o habrá lo motivaba más cuando lo acercaba a ella.

El queriendo brindarle más placer, con su mano libre viajaba a su entrepierna, aquella que hacía ya un mes lo había recibido y que a él le volvía loco por estar dentro y comenzaba a dar leves caricias a su clítoris, ella gemía el nombre de su amante.

Cuando ambos decidían que ya era suficientes de juegos, él la acostaba con sumo cuidado y se ponía encima de ella.

- te amo, y no sabes cuanto- le susurraba él cuando estaba por entrar.

- de muestra me cuanto me amas y ámame - le susurraba ella y él entraba.

Cuando el entraba en ella, ambos se sentían completos. Él esperaba a que ella se acostumbrara a él y cuando ella comenzaba a mover las caderas era señal que el baile comenzará, el comenzaba lento metía y salía de ella con sumo cuidado, al pasar de los minutos y el placer aumentaba las estocadas se volvían más placenteras y mas fuertes.

-A..tem...más - gemía ella.

- Yu... gi... - apenas pronunciaba el. Ella en una forma desesperada por sentirlo más lo abrazaba por la cintura con sus piernas y buscaba los labios de él, él aumentaba un poco más el ritmo y después de un par de es tocabas más ambos al mismo tiempo se corrían.

-te amo- decía él después de darle un suave beso, salir de ella y acostarse azulado y abrazarla como si el mundo se acabara.

- te amo, mi Faraón- susurraba ella al quedarse dormida en sus brazos y de vez en cuando tener el temor de despertar y que todo lo que ya pasado fuera un sueño y a la mañana siguiente despertar junto con los demás sirvientes.

Y es que desde la primera vez que ambos se habían entregado el uno al otro, el no permitió que durmiera con los demás y le hizo prometer que siempre dormirían juntos.

Mientras dos cuerpos descansaban una silenciosa testigo observaba dicha unión, deseando que eso nunca terminara. Y rezando por que ellos pudieran superar la difícil prueba que se avecinaba.

Y otra persona en su cuarto maldecía.  

esclava de tus vesosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora