Capítulo 45

3K 245 93
                                    

                  

Stiles no pudo pegar un ojo en toda la noche. Y no exageraba: se había limitado a mirar el techo, culpándose a sí mismo por todos sus errores.

Por lo menos habia dejado de llorar a lo que era las cinco de la mañana, y lo más extraño era que extrañaba llorar. El vacío que sintió después de que las lágrimas se fueron era mucho peor que el llanto. Al menos llorar lo hacía sentir más humano, no como la terrible persona que le había roto el corazón a la chica de sus sueños. Se castigaría a sí mismo. No se permitiría hacer cosas básicas, como comer o incluso dormir, ni siquiera iría al instituto. Todo para sentir lo que ella sintió.

¿O acaso ella se siente exactamente de la manera en la que él se siente? La simple imagen de Lydia destrozada y devastada lo hacía estremecer de dolor. Y esa era otro motivo por cada parte de su ser dolía. Pensar en Lydia lastimada de cualquier forma lo destruía por completo.

La extrañaba. La extrañaba como el infierno.

Parecía que alguien hubiera venido de algún lugar y le había quitado su corazón para dejarlo... Vacío. Pero estar así le dolía, pensar en todo aquel dolor que Lydia debe estar sintiendo lo hacía sentir más mal aún, como ya había dicho antes sentir su sufrimiento era aún peor.

Se volteó en la cama quedando con la mirada puesta en su escritorio, cuadernos y libros estaban esparcidas por ahí, junto con montones de papeles también. Juntando fuerzas, se paró y, en su escritorio, buscó aquellas fotos que había sacado con Lydia el día que fueron al faro.

Y allí encontró aquella imagen de Lydia que tanto le encantaba. Le había dicho que parecía una modelo de revista, o al menos lo había pensado. Y no se equivocaba: se veía hermosa naturalmente, con aquella sonrisa espontánea que irradiaba felicidad. Sin embargo, lo único que le provocaba esa foto era nostalgia y dolor en ese momento. Había pasado tan sólo dos semanas de aquella foto, ¿cómo podía ser que ahora las cosas estuvieran tan mal?

Que sería de su vida sin poder besarla, tocarla, abrazarla, escucharla, mirarla, acariciarla o tan solo de poder saber que hay una Lydia en su vida. No veía futuro sin ella. No veía felicidad. No veía el sol salir. No veía, se quedaría ciego, porque ¿qué tendría él, después de todo, cuando lo único que necesitaba era el amor de ella para vivir?

Se volvió a tirar a la cama y miro la fotografía, con su dedo la acaricio intentando poder volver a vivir ese momento. Extrañaba cada ser de lo que era, su muy perfecto cuerpo, aunque ella creyera que no es así, sus delicadas manos, sus carnosos y deliciosos labios, poder rozar su nariz con la suya, escucharla hablar incoherencias para luego callarla con un beso, poder mirar a sus preciosos ojos verdes que parecían llevarte de nuevo al mismo bosque.

Los ojos de Stiles creían no volver a ser los mismos si no veían de nuevo los de ella. Y luego está su cabello, ese hermoso color llamativo parecido al rubio, pero con muchos lados de rojizo, como si fuera de fresas... Como si fuera rubio fresa.

—Rubio freza... —susurró para sí mismo en voz alta, dándose cuenta de que había adivinado el color de su cabello.

Vaya que irónica pudiera llegar a ser la vida.

Se alegró por un momento, y casi se le ocurrió llamar a Lydia para contarle que lo había adivinado finalmente. Pero la cruda y fría realidad lo golpeó, haciendo que su alma se inundara una vez más por aquel dolor insoportable que no dejaba de acecharlo.

Pero necesitaba recuperarla. Tenía que al menos intentarlo.

De repente sus ojos se inundaron en lágrimas, una vez más y llevo la foto a su pecho donde la apretó. Como si así Lydia volviera a estar en sus brazos de repente

The Unexpected Queen | StydiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora