Una ocurrencia que ya había iniciado en la página "Aomine le da a Kagami" serán escritos pequeños, la mayoría inspirados en la tiras creadas por "Sorato" :)
[ Ranking: #1 "AominexKagami" - 18/05/19. ]
Nekorima sonrió discreto y un tanto satisfecho, al llegar a un edificio que tenía el rastro de su naranja amado, con sólo unos minutos dejó ver su agilidad que siempre mostraba a la hora de evitar que Nekotakao hiciera de las suyas, de un salto llegó al balcón donde al pequeño habían dejado encomendado.
Observó como a su gato lo consentian por un par de felinos humanos, los llamó así por que Aomine y Kagami sólo esa impresión le habían dado.
-Lo adoptarán como suyo.
El pensamiento retumbo por la cabecita del Nekorima, se quedaría sin su pareja y sin siquiera haberle dicho que lo quería.
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Por otras calles donde el minino azul llevaba a rastras a su par rojo, sin siquiera decirle a donde se dirigían presurosos, otro felino seguía su rastro copiando los brincos que ellos hacían.
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De pelaje gris y enmarañado, Nekozaki era un gato buscapleitos. No podía culparsele, había sido abandonado desde su nacimiento y la calle sólo lo hizo arisco ya que ni siquiera tenía amigos.
Bien conocía al Nekomine, ya se habían dado de arañazos sin dar fin a sus conflictos pero si dejándose heridas de recuerdo.
En un descuido de nuestro par consentido, el peligris dio una tacleada al Nekogami, cayendo con este de la barda directamente a los arbustos de un jardín vecino. Nekomine asustado por su amado y enojado a la vez, pues había reconocido al gato atacante, saltó también a los arbustos sin dudarlo.
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Nekogami reaccionó después de unos segundos, recordaba haber caído, más bien empujado a los arbustos. Se quedó inconsciente pero los maullidos y siseos lo hicieron levantarse de un brinco.
Nekomine y un gato gris se mordian y rasguñaban sin miramientos, cuando el azul iba ganando su pelirrojo intervino pues no quería que ninguno saliera más dañado, suficiente tenían con ser gatos abandonados como para tener que cargar solos con heridas infectadas.
Cuando el gato atacante vio su oportunidad, se fue corriendo sin mirar atrás.
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Nekogami se acercó donde el azul ya curaba sus heridas, le dio una lamida en el rostro que enseguida le fue devuelta, también se había lastimado con la caída.
-Te voy a dar un lugar tranquilo. - penso el minino azul mientras su rojo lo mimaba. -Ella nos cuidara.
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Ingresar al departamento había resultado bastante fácil, eso al Nekorima sólo lo hizo enojarse.
¿Acaso dejarían al Nekotakao en el hogar de esos descuidados?
Apenas dio unos pasitos en el interior y fue tacleado por una bola naranja. -Cuando la mitad de un corazón llega, la otra viene a su encuentro.