"Perro-fobia."

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Nekogami tenía un miedo, uno enorme que no había podido contarle a nadie, incluso Nekomine desconocía de ello.

Cuando sólo era un gatito inexperto, a sólo unos días de perder a su madre y de que su padre lo llevara a un área para él inexplorada, se había topado con un perro.

Se erizó como primer acto ya que lo miraban curioso desde lo alto, lanzó zarpazos cual tigre lo que sólo logro que el can le ladrara al mismo tiempo que ladeaba el rabo.

Se hizo una bola peluda en el piso, creyendo que tal vez así dejarían en paz al minino. ¡Que ingenuo había sido! La nariz húmeda olisqueando profundo en su lomo, fue el mal augurio de como terminaría herido y en un charco de lodo.

Se había convertido en el juguete de aquel cachorro desobediente.

Los humanos de su agresor reprendieron a este por la acción y enseguida llevaron al gato a una veterinaria en busca de atención.

Después de ese día con varias inyecciones encima, Nekogami le temía con creces a todo perro y peor si este era considerado, amistoso.

Aprendió a lidiar con su miedo, a bardear calles si veía canes, a ser sigiloso si se encontraba alguno dormido y para ser más claro, evitarlos completamente.

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Esa mañana tenía que ir donde Nekomine, él había prometido invitar el almuerzo, así que se encaminó con hambre y dispuesto. Tristemente había llegado al lugar pero no encontró a ese mentiroso gato, ni a la comida.

Comenzaba a irse más que enojado a su hogar, cuando un par de ojos celestes se le aparecieron.

Los ladridos alegres de aquel siberiano, le bajaron los tonos rojos de su pelaje al piso. El can se acercaba y él no se movía hasta que un peliazul se hizo presente a su lado, cual gatito se refugió en sus brazos.

Nekomine sin entender muy bien la excesiva reacción de su amado, le hizo una seña a su amigo canino para que se apartara.

Este entendiendo el mensaje, se marcho donde su humano.

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-Nigou, ¿lo encontraste? - pregunto el joven de cabellos celestes a su cachorro, quien moviendo la cola, le señaló a dos mininos que ahora se llevaban la hamburguesa que había dejado en la esquina de siempre. -Nekomine-kun, encontraste un amigo.

-¡Kuroko! - un pelirrojo llegó corriendo hacia él. -¡Te robaste una de mis hamburguesas! - detrás de él venía un moreno con cara de aburrimiento.

-Lo siento Nekogami-kun, todo fue por una buena causa.

-¡Ninguna excusa es válida! - se calló por un momento. -¿Como me llamaste?

Los ladridos de Nigou se dejaron escuchar de nuevo.

-¡Alejate, alejate! - el pelirrojo se escudo detrás del moreno.

Kuroko sin ser notado sonrió complacido, al parecer había encontrado a la pareja perfecta para esos dos mininos.

"Cuentos de Nekos."Donde viven las historias. Descúbrelo ahora