"Cuentos de Nekos."

"Nekogami & Nekomine."

Desde que su padre lo dejo en una casita cerca de un parque, Nekogami aprendió a cuidarse. No recordaba a su madre pero sabía que de ella había aprendido a no depender de nadie.

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Los días que tenía tiempo al parque iba a rodar su balón, jugaba con quien se animara hasta que conoció a su mejor rival que además de hacerlo jugar alegre, lo hizo esponjarse sin creces.

Nekomine de pelaje azul era un gato flojo y tragón (aunque no tanto como el pelirrojo). Se creía el mejor minino y se enfrentaban diario al primer maullido.

Poco a poco sin darse cuenta, su rivalidad los había vuelto amigos. Eso a Nekomine le daba derechos como ir a casa de su felino rojizo a comer lo que este preparara, y a pesar de que se molestaran en todo el rato, no podía ocultar la alegría que le embargaba estar a su lado.

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En una de esas veces que lo visitaba Nekomine, este decidió quedarse y aunque Nekogami lo amenazó con sus garritas, al final el minino hizo lo que quiso.

Aún molesto el gato de casa, se fue a dormir a su caja. No paso mucho rato cuando sintió que invadían su espacio, aquel soez azulado había decidido molestar su descanso. Apuntó de rasguñarlo estaba, cuando una idea mejor se le cruzó por su mente. Devolverle el favor al presente.

Se acurruco cual paloma en el pelaje de ese mañoso gato, quien se crispo ante tal descarado contacto, no creía que el Nekogami fuera capaz de tanto, se quedó quietito mientras el otro se quedaba dormido.

Después de un rato de estar en shock, llegó a la conclusión de que para él mejor. Hace poco se había dado cuenta que quería ser el único con quien el Nekogami fuera así de cercano. Enrollo su cola azulada a la rojiza, había decidido que mañana se le declararía y quien sabe, tal vez siempre se harían compañía.