"Creí que no vendrías." Bromeó el tatuado.
Su amigo levantó el dedo del medio al escucharlo, manteniendo una media sonrisa y acomodando un cuaderno negro que llevaba bajo el brazo. Encaminándose a Frank, dejó caer una bolsa de papas fritas en el regazo del más bajo. Se sentó junto a él y apoyó la espalda contra el árbol, el mismo de siempre; era su punto de encuentro.
"Tengo sueño, no fastidies." Aclaró el recién llegado.
"¿Cuántas horas dormiste?" Ladeó ligeramente la cabeza mientras sus manos se dirigían a abrir la bolsa.
"No lo recuerdo, no medí el tiempo." Murmuró llevando una mano a su cara para frotarla.
Frank asintió mirando a suelo, ya masticando el primer bocado. Observaba la agradable noche, fresca, que removía levemente las greñas de los dos muchachos. Observó a Gerard, quien ya había sacado un lápiz y puesto a escribir. Frank dejó de lado la bolsa, acomodó un mechón de pelo detrás de la oreja de Gerard y besó su mejilla. Casual, hace mucho hacían eso.
Su relación, amistosa o amorosa, era muy complicada de explicar. Quizá procrastinaban el romance, tal vez era un juego. No, no se sabía. No había conocimiento alguno del tipo de relación que mantenían.
Pero se amaban, era seguro que lo hacían. Ni prolongado ni poco tiempo era definido para enamorarse.
Tiempo. Eso era todo lo que se necesitaba para enamorarse o caer en el odio. Cierto tiempo con una específica definición. Un mal tiempo, bueno, oportuno, primero e ingenuo, último. En cualquier plazo de la vida ese tiempo se podía dar, perder, aprender de él.
Personas y tiempo. Trata de encontrar la conexión. Tómate un momento para pensarlo antes de leer la siguiente línea, o léela si eres impaciente.
El tiempo hace a las personas. Sin personas, no habría nadie que apreciara el tiempo, ya sea teniendo miedo de él o queriendo desperdiciarlo.
Y Frank y Gerard no lo desperdiciaron, ni se atemorizaron. Se amaron, a su manera, a sus debidas caricias, besos, secretos, minutos, horas, segundos, meses, días.
Frank y Gerard fueron personas.
...
Había pasado tanto tiempo desde las estrellas.
Ahora los dos muchachos tenían una sensación semejante a la de la anestesia, o una droga.
Su corazón amenazaba con saltar de su pecho. Gerard se sentía tan completo, pero raramente atemorizado. Estaba a punto de experimentar algo completamente nuevo.
La casa de Frank estaba vacía, dispuesta sólo para ellos dos, y el acto que cometerían.
Frank depositaba besos en los escasos lunares esparcidos en el cuello de Gerard, quien respiraba excitado; nada sonoro, era cuestión de las subidas y bajadas de su pecho y la indescriptible mirada expresa en su cara.
Sintió dos pulgares asomándose por debajo de su playera, y sintió un poco de pánico.
"No veas mis cicatrices, por favor." Bocanada que fue sofocada por un beso, que no se asemebaja a uno. Era más bien un choque de labios abiertos, dientes y lenguas, como si se necesitaran el uno al otro para respirar la última porción de oxígeno en el mundo.
"No digas eso. Ahora son mías. Esta noche, me pertenecen."
Las estrellas volvieron a ser testigos de amor, que consistía en latidos, espasmos, nombres, abrazos, besos. Y sobre todo, en ojos tan brillantes como ellas.
...
No podía no sentirse débil. Debió hacer algo. Tuvo la oportunidad de hacerlo, y fue cobarde.
Frank pudo haber matado al padre de Gerard.
Gerard no obtuvo su agonía. Ni el tiempo para escribirla en su libro de respiros y latidos.
Sólo unos golpes y una botella rota. Eso fue todo. Nada de huida con Frank, boda, o vivienda juntos. Nada.
Por fortuna, el hombre fue apresado. Testimonios contribuyeron, elementos de la escena. No tenían razón para dejarlo libre.
Eso trajo un poco de calma a Frank. Calma, pero no alivio para el dolor que diezmaba cada gramo de su voluntad para seguir. Seguir caminando, hablando, llevando la taza de café a sus labios en busca de consuelo.
Ya no compartirían cigarrillos ni miradas. No se acurrucarían en las noches frías. No se les otorgaría ese tiempo.
Anhelaban tener el tiempo para amarse como se debía, sin padres, sin golpes.
Pero ahora Frank debía visitar una tumba. Las letras en la lápida y el amor aún palpitante por el que se encontraba dentro del cajón... lo hacían doblegarse, rendirse, y caer de rodillas ante el amor de su vida.
Comprendió que el dolor es fuerte cuando el dulce sentimiento fue real. Cuando ese sentimiento se reemplaza por sufrimiento, se da a saber que fue genuino, un romance puramente verdadero.
Lágrimas, súplicas, puñetazos a la tierra, maldiciones en susurros.
La primera vez que Frank lo visitó, fue de noche.
Estrellas.
¿Por qué siempre estan obligadas a presenciar los llantos nocturnos?
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So Many Stars In The Sky [Frerard]
Hayran KurguUn cigarrillo por cada vez que sufriera. Esa era su ley. Fumaba por cada sufrimiento, cualquiera que sea, hasta la mas mínima inquietud. Igualmente, también era una excusa para compartir cigarrillos con ese atractivo chico de ojos pardos. *Consta de...