Somnífero eterno

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Tobías nos conduce hacia una especie de aeropuerto, aunque no hay aviones, sino lo que parecen unas naves espaciales bastante peculiares. No parece que puedan salir del planeta. Tobías se dirige a Jordi.

-Vamos, montaos en el aerodeslizador D-24. Te acuerdas de pilotarlo, ¿verdad?

Jordi parece preocupado. Creo que no tiene ni idea de manejar estos cacharros.

-Bueno, menos mal que han inventado el piloto automático. Al menos sabrás programarlo para llegar al Sector 30, ¿no?

Jordi asiente. Nos dirigimos hacia el aerodeslizador. Es del tamaño de un coche, aunque más alto, como un autobús. Se asemeja a un caza pequeño. Por lo que puedo apreciar, no posee ningún arma. Tiene dos asientos. Jordi se coloca a la izquierda a los mandos y yo a la derecha, observando sus movimientos en el panel que está lleno de botones.

-¿Tu primera vez en uno de estos? -me pregunta.

-Sí, ¿cómo te has dado cuenta?

-Tus temblores y sudores te delatan, amigo mío.

-Maldita sea... Esto es seguro, ¿verdad?

-Es el piloto automático. No hay margen de error.

El aparato despega en vertical. Reconozco que tengo mucho miedo, no he montado nunca en avión. Al mirar por la ventana casi me desmayo, mi vértigo es tremendo. Estamos bastante altos, por encima de las nubes. El aerodeslizador comienza a moverse hacia delante, dirección Sector 30.

El viaje es algo largo, por lo que decido dormir un poco. De ese modo no sentiré tanto vértigo.

Me despierto sobresaltado por el estruendo de una alarma. Sigo en la nave con Jordi. Su cara expresa pánico.

-¡Nos están derribando!

-¡¿Qué?! Dime que es una broma.

Jordi niega con la cabeza. Temo por mi vida. Me agarro lo más fuerte posible al asiento y cierro los ojos. Siento la fuerza de la gravedad haciendo que el aerodeslizador se precipite por su propio peso hacia el suelo. La caída se me hace eterna. Sólo puedo pensar en todo lo que he vivido y todo lo que no podré vivir. Nunca pensé acabar así, estrellándome contra el suelo.

Decido abrir los ojos, instantes antes de colisionar. Veo el suelo acercándose a la velocidad de la luz. No hay vuelta atrás. Todo se acaba aquí...

El aerodeslizador colisiona. No veo nada. Todo es negro. ¿Estoy muerto? No lo se. Estoy confuso. No noto nada. No veo nada. Sólo siento mucha tranquilidad. Es un estado muy relajado. Como si estuviese dormido.

De repente, todo se ilumina. Aparezco en una sala. ¿Qué está pasando? Todo esto es muy extraño. Este lugar es muy familiar. Todo esto lo he visto, aunque no recuerdo dónde. Me encuentro muy mareado.

-Hola, bienvenido. Yo soy tú. Estás en un mundo paralelo, como te expliqué antes por el Micrófono.

No puede ser. Es Red. He vuelto al comienzo de todo.

Dos versionesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora