Daños colaterales

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-Vale, ¿cuál es el plan? -pregunto.

-¿Plan? ¡No hay ningún plan! Me gusta improvisar, ¿sabes? -responde Altair orgulloso.

-De acuerdo. Pero algo tendrás pensado, ¿no?

-¡Claro! Vamos al Sector 18 en cinco minutos.

-¿El Sector 18? Es el que tiene un arsenal enorme, ¿verdad?

-¡Ese mismo! Voy a recoger un encargo "especial".

-¿Especial? -digo extrañado.

-Ya lo verás Nick. Ahora, ¡vámonos!

Altair me pone un brazo en el hombro, como la otra vez, se acerca el reloj a la boca y dice: "Sector 18".

Unas luces azules nos envuelven, igual que al llegar a Arcadia. El teletransporte dura unos segundos.

Llegamos al Sector 18. Es una ciudad pequeña llena de grandes edificios, en los que seguramente se almacene el arsenal. Un edificio destaca entre los demás. Es el más alto de todos.

-Una pregunta. ¿Cómo funciona el teletransportador? -le pregunto extrañado.

-¡Muy sencillo! Te acercas esto a la boca -se señala el reloj- y dices el nombre del lugar al que quieres llegar. ¡Puedes ir a cualquier sitio!

-Y ¿cuántos de esos existen?

-¡Sólo éste! Es un artilugio demasiado poderoso para que lo posea todo el mundo, ¿no crees?

-Sí, llevas razón.

Nos dirigimos al edificio. Está algo destrozado. Tiene agujeros de balas y explosiones. Parece que el Sector 18 fue el centro de alguna gran batalla.

Cuando Altair y yo entramos, todo el mundo para de hablar y nos mira. Una gran mayoría se pone de rodillas frente a él, como si fuera un dios.

Un hombre se acerca a nosotros. Es bastante alto. En la chaqueta lleva un dibujo de una bomba con un número 18 encima. Parece un escudo del Sector.

-Hola Alfa. ¿Quién es él? -me señala el hombre con la cabeza.

-Es mi amigo Nick. Viene conmigo -responde Altair.

-Oh, encantado de conocerte Nick. Mi nombre es Mikel -me da la mano- Soy el líder del Sector 18. ¡Bienvenidos!

Alfa se acerca a él y le susurra algo al oído. Mikel asiente y se dirige a nosotros.

-Seguidme -dice Mikel.

¿Qué le habrá dicho? Aún no me fío de Altair. Creo que esconde algo. Algo grande.

Seguimos a Mikel. Avanzamos por un pasillo lleno de gente que se nos queda mirando. Algunos se arrodillan ante Altair.

Giramos una esquina y entramos por la primera puerta que vemos. La sala es gigantesca. Está llena de lo que parecen bombas nucleares.

-Escoge la que tú quieras. Son todas tuyas -le dice Mikel.

Alfa parece buscar una en concreto. ¿Para qué va a querer una bomba nuclear? No lo entiendo.

-¡Ésta! Es perfecta. ¡Me la llevo! -dice Altair mirando una de las bombas.

La acaricia como si estuviese enamorado de ella. Está loco.

-¿Cómo te la vas a llevar? -pregunta Mikel.

-Ese es mi problema. ¡Lárgate! -le ordena Altair.

-Como ordene, señor -responde Mikel asustado.

Mikel sale de la sala y nos deja a los dos solos.

-¿Para qué vas a usar la bomba, Altair? -le pregunto.

-Oh, muy sencillo. El Sector 30 está dando muchos problemas últimamente. Están bombardeando a todas las aeronaves que se acercan, ya sean aliadas o enemigas.

Vale. Eso fue lo que me mató la primera vez. Ahora lo entiendo.

-¿Vas a bombardearlo con... eso? ¡Pero si es gigantesca! La onda expansiva será grandísima. ¡Llegará a los Sectores cercanos! -le digo indignado.

No puede hacer eso. Acabaría con la vida de todos mis amigos.

-Son sólo daños colaterales, Nick. ¿Quieres volver a tu mundo o no? -me dice amenazante.

-Si... -no puedo hacer nada.

Si sigo en su contra sólo me perjudicaría. Tengo que seguirle la corriente. Ya se me ocurrirá algo.

-Así me gusta Nick. Ahora vamos a Arcadia. Tenemos que mandarle un regalito al Sector 30.

Me pone una mano en el hombro y pone la otra en la bomba. Dice la palabra "Arcadia" y nos teletransportamos con ella.

Aparecemos en su despacho de nuevo. Está exáctamente igual a la última vez que vine.

-Nick, vamos a la azotea. Lo lanzaremos desde allí.

Altair llama a sus secuaces para que suban la bomba a la azotea del edificio.

Si consigue lo que se propone será terrible. Tengo que detenerlo. Pero no puedo matarlo. Reiniciaría el mundo desde el punto en el que él llegó. Creo que tengo una idea, pero tengo que esperar al momento justo.

Dos versionesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora