Capítulo cinco.

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Capítulo cinco

Aquel hombre, ese que mató a toda mi familia y amigos cercanos, estaba parado frente a mí. Sonriéndome. Es un descarado, imbécil, idiota. Lo insultaba mentalmente pero de mi boca no salían palabras, la verdad, tenía miedo.

Él, muy descaradamente me tendió la mano y dijo:

—Por fin me conoces, Taylor. Mucho gusto, mi nombre es —lo interrumpí.

—No quiero saber tu nombre.

Soltó una carcajada y se paseó por mi habitación, viendo cada foto, cada muñeco, cada cosa que se encontrara. Yo lo miraba sin entender y me preguntaba a cada momento que quería de mí. Tenía miedo, mis manos temblaban y no sabía que podía hacerme aquel hombre. En un momento inesperado el volteó a verme y su sonrisa pícara pasó a ser una expresión de confusión.

— ¿Qué tienes? No llores —me pidió.

No sabía que estaba llorando, muy lentamente me toqué la cara y la sentí mojada, me limpié rápidamente y me puse seria. Otro ataque de pánico, no hallaba la forma de que ese hombre saliera de mi casa, ni hallaba la respuesta de cómo había entrado.

— ¿Cómo entraste? —pregunté en un susurro.

— ¿Cómo dices?

— ¿C...cómo entraste? —interrogué más alto.

—Tengo mis secretos.

Salió de mi habitación y fue a la cocina, se sirvió una taza de café y se dirigió a la sala para sentarse a ver televisión. Descarado, pensé. Era un idiota pero al notarlo mejor, era un idiota muy apuesto. Tenía unos ojos mieles profundos que iban desde el televisor hasta mi. Tenía unos labios rosados, finos y sensuales. Su cabello era castaño y muy liso. Su cuerpo, fornido, se notaba que iba al gimnasio, era perfecto para abrazar a alguien. Era alto, y como ya dije... Muy apuesto. ¡Basta! Ya, estas mal Taylor.

— ¿Qué ves? —preguntó él.

— ¿Por qué no te vas? —respondí con otra pregunta.

—Porque estoy esperando por ti. No vamos —corrigió. ¿En que estaba pensado ese hombre?

—Ni lo sueñes. Estas demente. —solté una risa irónica.

—No hagas que te lleve a la fuerza. —me retó.

Salí corriendo a mi habitación en un intento de no ir pero me fue inútil, el mantuvo mi puerta abierta con el pie y con un empuje fuerte yo me hallaba en el piso tirada. Tenía la cara cual perro callejero, tenía miedo. Me arrastré hacia atrás mientras él venía hacia mí, era como un juego cruel. Él disfrutaba y yo sufría. 

Me agarró fuerte por la cintura y me colgó en su hombro como una bolsa de basura. Yo grité, pataleé, lo golpeé, pero nada, era muy fuerte. Al bajar las escaleras tomé un cuadro que estaba colgado de la pared y se lo rompí en la cabeza, él se tambaleó mientras se quejaba, tropezó en las escaleras y calló conmigo encima. Dimos vueltas y vueltas hasta llegar a planta baja, de allí... no recuerdo nada más. Negro.





N/A:

Creo que esa demás decir que me encantaría votos y comentarios*pucheros*

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