Capítulo veinticuatro.

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Capítulo veinticuatro.
Mini-maratón 2/2

Leía, y volvía a leer el papel pensando quien sería. Hace un rato les dije que eran las tres de la madrugada ¿cierto? Bueno, ahora son las cuatro y media, menos puedo dormir con ese papel. He cambiado de posición muchas veces y cuando cierro los ojos escucho cosas que no existen o simplemente los vuelvo a abrir de inmediato. Tenía sueño, eso si, pero no podía dormir ¿nunca les ha pasado? Es frustrante, un sentimiento tan desagradable que invade tu cuerpo cuando pasa esto.

Con un poco de fastidio me levanté de la cama para ir a mi ventana. Muchos estarán pensando, ¿y por qué no va a la cocina para prepararse algo? Pues no, seguro la cucaracha estará esperando su venganza. Ni loca bajo con esta oscuridad. Además, no hay nada que las estrellas no puedan calmar. Cuando ya estaba recostada contra la ventana pude deleitar mi vista con aquellas estrellas tan iluminadas, pude sentir como mis ojos se contagiaban de ese brillo y como lentamente mis nervios iban desapareciendo. Observar el cielo estrellado es tan relajante que naturalmente me gusta mirarlo todas las noches o cuando no puedo dormir.

La brisa nocturna inunda mis fosas nasales y no puedo despegar mi vista de aquellos puntos brillante que decoran el cielo, aunque el sonido de mi celular puede que sea una excepción. ¿Quién manda un mensaje de texto a estas horas? Desbloquee mi teléfono y observe con dificultad la pantalla, puesto que no estaba acostumbrada al brillo.

Desconocido.
"Esperaba encontrarte hoy, pero no lo logré"

Fruncí el ceño, seguro era un número equivocado. Lo dejaría pasar, además observar las estrellas me ha dado un poco de sueño. Me acosté sobre mi cama y cerré los ojos, poco a poco el sueño venía a mi pero cuando creí que estaba casi dormida. Mi teléfono volvió a sonar.

Desconocido.
"No me ignores, los dos sabemos que estas despierta. Acabas de asomarte por la ventana."

Inmediatamente el sueño abandonó mi cuerpo. Abrí los ojos tan exageradamente que parecían dos pelotas de golf. De un salto corrí hacia la ventana y mire a ambos lados esperando ver a alguien, pero no vi nada sólo la misma calle de siempre, sólo que esta vez estaba oscura y sola. Cerré la ventana y me cubrí con la sábana hasta el cuello, no podría dormir después de esto. Eso ténganlo por seguro.









—¿Taylor? Ya estoy en casa. —escuché como mi tío gritaba desde la entrada y corrí a su encuentro. No pude dormir en toda la noche, fue horrible, aquel mensaje daba vueltas y vueltas al rededor de mi cabeza. Pensé múltiples veces en responder pero tenía temor de lo que me fueran a responder de vuelta. 

—¡Tío! Cómo te extrañé. —abracé al canoso hombre tan fuerte que este se quejó un poco.

—Linda si sólo fueron dos días, aunque también te extrañé. —sonrió con dulzura y besó mi frente. Él se parecía mucho a papá, sus ojos verdes como los míos iban acompañados por una pequeñas arrugas que decoraban sus ojos.

—Ven, hice el desayuno.

Mi tío dejó su maleta cerca de la escalera y siguió a mi persona hasta la cocina, donde se encontraba un mesón americano con dos sillas frente a él. Era una fresca mañana y se podía notar en el ambiente así que traté de subirme el ánimo con un buen desayuno.

Deje los dos platos llenos de panqueques con miel sobre el mesón y fui en busca de dos vasos con jugo de naranja. Al regresar, recibí una sonrisa gigante por parte del hombre que me acompañaba, la cual venía llena de ternura y agradecimiento. Era muy parecido a mi padre, ya lo había dicho.

—Te quedo espectacular, sobrina. —habló con la comida aún dentro de su boca cosa que causó una carcajada por mi parte. 

—Mastica y después habla, mal educado. —solté una risa.

—¿Para qué si puedes hacer ambos a la vez? —mi sonrisa desapareció. Cada palabra, en su orden y con el mismo tono de voz. Igual a él.

—Mi padre solía decir lo mismo —sonreí de medio lado con nostalgia e introduje un pedazo de panqueque en mi boca.— como se nota que no eran hermanos —dije con sarcasmo.

—¿Los extrañas mucho?

—Si. —alcé la mirada y aquel señor mayor más veía con un sentimiento que no supe descifrar— no sabes cuanto...

—Mi niña ven acá... —él se levantó inmediatamente y fue en mi busca. Sus brazos me rodearon aún estando sentada y con ellos una sensación de paz me invadió. No me había dado cuenta cuanto extrañaba los abrazos fraternales.

—Te quiero tanto tío. —mi confesión sonó ahogada contra su pecho, pero logró escucharla. 

—Y yo a ti, fea. —alcé la mirada y me encontré con nada más y nada menos que mi tío Douglas sacándome la lengua. Como adoro a este viejo.


N/A: este me quedó muy corto, lo se. Pero me duele la cabeza :( espero y les haya gustado. Haganse de cuenta que los dos capítulos van juntos y son uno muuuuuuy largo, bueno, no tanto.

Gracias por lo votos y comentarios.

Saludos desde Venezuela.

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