Capitulo treinta y uno.

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Capítulo treinta y uno.

Rondaban las cuatro de la tarde y ya no había ni un alma en el cementerio. Todo estaba en calma, y yo seguía en la misma acera de hace un rato. Mi amigo Alex se fue con Diego dejándome con Darren, cosa que no me importó. Yo confiaba en él. Yo le necesitaba.

Las hojas caídas de los árboles corrían sin rumbo alguno, sólo guiadas por el viento. Mechones de mi rojizo cabello acariciaban mis mejillas y mi mirada se encontraba perdida en el, no tan agradable, paisaje. Sólo podía escuchar la suave melodía que dejaban las hojas al rozar el pavimento y luego salir disparadas al aire otra vez.

Llevaba al menos cinco minutos siendo observada por mi acompañante, sus ojos mieles me escrutaban sin disimulo y sin embargo, no me incomodaba. Voltee mi vista hacia él, decidida a observarle también y recordar con cada detalle aquellos meses que pasamos juntos. Nuestras miradas estaban conectadas y no tenía intención de desviarla.

Miré aquellos ojos que tanto me gustan, aquellos que me despertaban todas las mañanas con un brillo especial y recordé cuán feliz me ponía que me llevara el desayuno a la cama. Solté una risa inocente y negué con la cabeza. Él sonrió a consecuencia y unos pequeños hoyuelos aparecieron visiblemente en sus mejillas.

—¿Qué te causa gracia? —preguntó.

—Sólo recordé cuando me llevabas el desayuno quemado a la cama, definitivamente la cocina no es lo tuyo.

—Quería agradarte.

—Lo lograste.

Darren sonrió y miró a lo lejos, en donde la superficie y el cielo se unen, dándome una perfecta vista de su perfil. Delineé mentalmente su rostro, comenzando desde su frente, bajando por su nariz y finalmente llegando hasta su barbilla donde retrocedí y me quedé observando sus labios, aquellos que besaba sin problema y ahora estaban tan cerca pero tan lejos.

Mi vista no se desviaba de sus labios y aunque quisiera no podía, me tenían hipnotizada. Unos labios rosados, gruesos y provocativos, ¿quien no los miraría? Además, soy una mujer y tengo derecho a disfrutar con la mirada. Al cabo de un momento noté como formaba una sonrisa con esa apetecible boca, a la cual mi vista no dejaba en paz.

—Me estas mirando —dijo él.

Voltee la mirada rápidamente y sentí como me sonrojaba automáticamente. Odiaba cuando pasaba eso, todos mis sentimientos o emociones podían ser descubiertos gracias a mis rosadas mejillas. En serio lo odiaba.

—No lo estaba haciendo, sólo estaba pensando y mi mirada se perdió en el ángulo equivocado. —me excusé y él rió.

—Claro, como digas. Yo si te estaba observando, y lo admito, eres hermosa.  —dirigí mi mirada hacia él y noté como sonreía, mis mejillas estaban totalmente rojas así que posé mis manos en ellas mientras apoyaba mi codo sobre las rodillas tratando de esconder aquel desagradable efecto. Volvía a tener la vista al frente, regalándole un perfil de mi rostro cubierto por mis manos. 

Por otra parte, Darren no dijo nada y a los segundos el hombre quitó mis manos de su lugar y tomó mi barbilla entre su dedo pulgar e índice.

—¿No te había dicho que amo cuando te sonrojas? En serio, es muy tierno. —mejillas rojas otra vez en tres, dos...uno.

—Lo haces apropósito. —fruncí en ceño y le di un pequeño golpe en el estómago deshaciendo su agarre y trayendo como consecuencia que riera un poco. 

—Si, pero lo digo en serio.

No lo soporté más.

—Te extrañé. —solté al fin, quería decirlo. Ya no quería esconderlo. Supuse que mi rostro parecería un tomate así que sólo lo abrace y escondí mi cara en su cuello.

Obviamente, esto a Darren le tomó por sorpresa y al principio no supo que hacer. Sus brazos estaban inmóviles a los costados pero cuando reaccionó me envolvió con ellos muy fuerte y unos segundos más tarde, besó la superficie de mis cabellos.

—Yo también te extrañé, no sabes cuanto. —escuché su voz amortiguada por mi melena rojiza.

Me sentía tan a gusto en esa posición que no me quería separar pero nada es para siempre.

Me separé lentamente pero Darren me volvió a atraer hacia él dándome a entender que necesitaba mis abrazos tanto como yo a él. Mis brazos se juntaron tras su espalda y lo apreté fuertemente, creo que le podría romper una costilla. Pero es que lo necesitaba.

Luego de deshacer el abrazo el tomó mi rostro entre sus manos y pegó nuestras frentes quedando tan cerca que nuestras narices rozaban. Sus ojos estaban cerrados y noté como su respiración era un poco acelerada.

—No me dejes nunca. No sabes la desesperación que sentí cuando no te encontré aquella mañana. —confesó.

—Lo siento, es que...—

—Shh, no digas nada. No es tu culpa. Lo comprendo. —acarició mi nariz con la suya y detonó un sentimiento similar al de mariposas revoloteando en mi estómago. Tenía las hormonas tal cual una adolescente.— ¿Puedo besarte?

Miré en su dirección y este seguía con los ojos cerrados pero luego de unos segundos de silencio los abrió y me miro expectante.

—Vale, lo siento. No debí pregu...—No dejé que terminara de hablar e hice lo que quería hacer desde hace un largo tiempo.


Lo besé.




N/A:
Creo que no soy buena en eso de capítulos largos, pero aquí les dejo uno h e r m o s o.

Estoy enamorada de mi propio personaje de libro JAJAJAJA. Darren es muy assddffgghh.

¿Les gusta como va progresado su relación? Comenten y voten.
Besos desde Venezuela.

Deja de llamarme.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora