Capítulo trece.

15.6K 1.4K 76
                                    

Capítulo trece.






No quería hacer mucho alboroto pero era imposible salir rápido de aquí sin usar un vehículo. Se que sonará ridículo pero le deje una nota a Darren, digamos que para persuadirlo.







" Fui a comprar verduras, vuelvo en un rato. Te quiero." Decía la nota.





Quizá, y sólo quizá, el no me buscara en un tiempo y me diera oportunidad para tomar un vuelo. Introduje la llave en el encendedor del auto y este prendió con un suave ronroneo, como si supiera que fuéramos a escapar. Me relajé al momento de salir y conduje el auto por el camino de tierra que conectaba la casa a la civilización. La ruedas se deslizaban suavemente dándome la sensación que estaba volando, el automóvil era una maravilla. Inconscientemente mientras manejaba los pensamientos inundaron mi mente, ¿cuál fue el estúpido motivo para que Darren matara a toda mi familia? No lo entiendo, no lo entiendo. Creo que no es sorpresa alguna que mis lágrimas caigan libremente por mis mejillas, es doloroso saber que pasaste algunas semanas conviviendo con el asesino de tu familia. Maldición, ¿cómo pude ser tan estúpida? Él no tiene corazón.

El sonido de una bocina desesperada me saco de mis pensamientos y fue cuando me di cuenta que un automóvil venía directo hacia mi, ¿o yo iba directo hacia el? No lo se, el punto es que giré rápidamente hacia la derecha y esquive el carro justo a tiempo. Mi pecho bajaba y subía rápidamente por los nervios, mis manos comenzaban a temblar. Estuve a punto de arruinar el plan, casi muero. Calmando mis nervios y respirando pausadamente pude llegar al aeropuerto, una inmensa estructura arquitectónica que ofrecía diferentes lugares para viajar. En los alto se encontraba un inmenso cartel "Aeropuerto Internacional de Portland". Estacione el automóvil un poco alejado, lo dejaría allí tirado hasta que Darren se diera cuenta. Una pequeña venganza, si mal no recuerdo, los autos son lo más preciado de los hombres. Expulsé mis maletas del automóvil y con una gracia propia de mi, camine con dirección al aeropuerto. Un poco apresurada me dirigí hacia la primera línea aérea que encontré, los vuelos de Italia estaban agotados. Más nerviosa, fui hacia otra aerolínea y para mi sorpresa también estaba agotada. Mis nervios volvían a activar se y fue en ese momento cuando divise la última aerolínea en el lugar, ofreciendo boletos a todas partes del mundo.

—Señorita, ¿tiene usted boletos con destino a Italia? —Mi voz sonó más desesperada de lo que esperaba.

—Por supuesto, tengo un vuelo que sale en veinte minutos. O quizá usted quiera algo más...—

—No, ese esta perfecto. ¿Me vendería un boleto? —la chica alegre por vender un boleto me atendió amablemente, podría jurar que no había vendido muchos boletos ya que aún era temprano, cuando al fin me embarque y procedí a esperar mi llamado en la sala de espera del lugar un hombre, descuidado a mi parecer, tropezó estúpidamente dejando caer su café sobre mi. El líquido ardiente quemó mi piel y el joven en un intento de disculparse secaba mi ropa con un pañuelo que tomaba en mano aunque este me hacia más daño. Un poco malhumorada me dirigí al baño de damas y observé que mi ropa ahora estaba teñida de un marrón por todo mi pecho, del pequeño bolso de mano que cargaba, ya que la maleta la deje en la aerolínea para que la embarcaran, saque una camisa floreada que combinaban con mis zapatillas. Me la coloqué en unos de los baños y mientras me mojaba la cara escuche por el parlante que mi vuelo estaba a punto de embarcar. Rápidamente guardé la sucia camisa y caminé hasta la puerta indicada por la mujer del altavoz, me detuve detrás de una mujer que hacia la fila para subir al avión igual que todos. Al escuchar alboroto me voltee rápidamente y pude observar como guardias tomaban en brazos a... ¿Darren? ¿Cómo carrizo supo que estaba aquí? Mi corazón comenzó a latir fuertemente, el gritaba mi nombre y peleaba con los guardias para que me detuvieran pero ellos creían que él estaba loco, o eso creo. Mi corazón empezó a latir fuertemente cuando vi que me miraba preocupado, no lo entiendo. Las personas que estaban sentadas ignoraban el suceso sin éxito, Darren estaba haciendo un alboroto y mis nervios eran enormes. Un policía se dirigió a mi y me preguntó:


—¿Conoce usted a ese hombre, señora? —lo miré con ojos muy fríos. 

—No, no lo conozco. —Fue lo último que le dije al guardia antes de entregar mi boleto a una azafata y embarcar a mi vuelo. Me sorprendí al darme cuenta que mi voz no se quebró en el proceso. Voltee por ultima vez y los ojos del moreno se encontraron con los míos causando mucho dolor, todos los recuerdos volvieron a mi mente, de nuevo. mis lagrimas amenazaban con salir, de nuevo. Y el ambiente era de lo mas deprimente, de nuevo. Así que tragandome mis ganas de llorar caminé rápidamente al interior del avión a través de un oscuro pasillo, descubrí mi asiento al momento de entrar en este, estaba al lado de la ventana, amaba la vista así que no tuve problema con eso, coloqué mi bolso en el compartimiento que poseía el avión y me senté con el corazón todavía al borde del colapso. Cerré los ojos y me concentré en respirar normalmente, el vuelo estaba a punto de comenzar cuando una voz interrumpió mis pensamientos.


—Creo que el destino me dio otra oportunidad para disculparme y presentarme de nuevo, signora linda. —mire hacia arriba encontrándome con el hombre de acento italiano que había derramado todo su café sobre mi. —Mucho gusto, soy Alexander.

Deja de llamarme.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora