Ryder vive hasta el día de hoy en un Orfanato. Él sin saberlo, despues de cumplir sus 14 años, obtuvo la suerte de ser adoptado. Pero el papeleo es largo y el tiempo rapido. Es por eso, que Ryder se enteró de aquella oportunidad a sus 16 años.
...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Miro a Blake a los ojos, balbuceo tonterías hasta que escucho lo que dice.
—¿Cada vez que te cruces ante mi vas a estar por golpearme? —agrega entre risas, yo trato de respirar después de haber patinado por un montón de calles. Es totalmente normal que la respiración se me haya ido.
—Yo... yo...
—Tranquilo, respira primero antes de responderme —una sonrisa acompaña su rostro. La respiración comienza a volverme, trato de que no se me vuelva a ir cuando comienzo a notar lo guapo que lo hace ver el brillo del sol.
—Hola —digo por fin.
—¿Qué tal estas? —pregunta.
—Bien —respondo, rogándome a mí mismo para que no se me acabe el tema de conversación.
—¿Y? ¿Llegaron tus padres?
—Si —respondo algo entusiasmado —hoy —con decir aquello, recuerdo que tengo su dinero en el bolsillo. Pensaba buscarlo por el Colegio y entregárselo allí, pero ya no tiene sentido que lo haga —Tengo esto para ti —meto mi mano en el bolsillo del pantalón y le entrego los 20 dólares.
—Genial —dice, luego se da cuenta de que lo que tiene en la mano, son 20 dólares y no 15 —Sobran 5 aquí.
—Lo sé —respondo —quédatelos, no es tanto, un pequeño pago por ayudarme.
—No es necesario.
—¿Tienes cambio?
—No —susurra avergonzado.
—Pues entonces tendrás que quedártelos —termino riendo, mientras por alguna razón me muerdo el labio inferior.
—Bueno... supongo que estabas ocupado —dice él señalando mi skate —te dejo seguir.
—Solo estaba dando una vuelta sin importancia —respondo de inmediato, asombrándome a mí mismo, por lo fácil que se me está haciendo hablar con él.
—Pues entonces tengo 5 dólares extras que me llegaron, ¿Quieres ir a comprar cigarrillos? —Cáscaras, Blake fuma.
—Yo... yo... —¿Debería? Jamás lo he hecho, no quiero ahogarme al frente de él, ¿Y si mi ropa queda pasada a humo?, no quiero que Laura piense mal de mí, después de todo, soy menor de edad aun —No fumo —le digo, con miedo a que piense en que soy un aburrido, pero la verdad es que por presión social no caeré en el cigarrillo.