Seguí con las alucinaciones durante varias semanas, también de vez en cuando se me salía un impulso algo agresivo hacia alguien.
No lo soportaba, no quería seguir viviendo con esas criaturas que salían de mi cabeza recordando a mi madre o diciéndome que había sido mi culpa.
Así que un día que volvió a ocurrir lo mismo, estaba en mi habitación e inconscientemente rompí un vaso de vidrio que se encontraba en mi escritorio, para luego tomar un pedazo y comenzar a hacer pequeños cortes en mi muñeca. Se sentía genial (o al menos eso creía), era como si todo lo que me atormentaba desapareciera por un momento.
-Marinette, baja, es hora de comer -gritó papá desde la cocina interrumpiéndome.
Pegué un salto. Él no podía saber lo que acababa de hacer, me mataría. Me puse una sudadera larga de mangas para que así se cubrieran las cortadas que me ocasioné hace unos segundos.
-Hola papá, ya vine -respondí mientras iba entrando por la puerta de la cocina.
-¿Y esa sudadera Marinette? Es época de calor.
-Ah, ¿sí? Pues la verdad es que yo tengo frío.
Traté de sonar lo más natural posible, aunque creo que aún así mi voz me delató.
-Pareces algo nerviosa, estoy seguro de que te pasa algo más.
-No papá, en serio, estoy bien.
-Ajá -dijo no muy convencido-, entonces si no te ocurre nada, ¿podrías quitarte esa sudadera?
-Emm... -balbuceé- No, la verdad me gusta traerla. ¿Sabes? Creo que mejor comeré luego, ahora no tengo mucho apetito -sonreí nerviosa- nos vemos luego papá.
A los pocos minutos ya me encontraba de nuevo en mi habitación. Lo primero que hice fue recoger todos los pedazos de vidrio roto que estaban esparcidos por el suelo, luego me vendé la muñeca, si papá preguntaba diría que un gato me rasguñó o algo así.
El siguiente día volví a sentir esa necesidad de hacerme cortes en las muñecas, pero no podía estar quebrando vasos por siempre. Tuve una idea algo arriesgada, ya que papá estaba en casa, pero no importó. Fui a su habitación y de un cajón tomé una de sus navajas para arreglar cosas (la más filosa que encontré, para ser precisos).
Regresé a mi habitación, me senté sobre mi cama, comenzando a hacer algunos cortes (algo más grandes) en la otra muñeca. Pero no fue buena idea, en ese mismo momento papá entró y descubrió lo que estaba haciendo.
-¡Marinette! ¡¿Pero qué diablos estás haciendo?! -Nunca lo había visto más preocupado y molesto que ahora. Fue directo hacia mí y me arrebató la navaja de la mano bruscamente.
-P-papá, yo...p-puedo explicarlo -sentí tanto miedo y decepción de mi misma que comencé a llorar.
Él se sentó a un lado mío en la cama tratando de consolarme.
-Mari, ya...ya no llores -me rodeó con su brazo por la espalda-. Sé que tal vez no hiciste esto con malas intenciones pero, ¿por qué? ¿Qué ha provocado que te cortes de esa manera? Sabes que está mal.
-Yo... Ellos no se detenían, no paraban de ofenderme, de decir cosas sobre mamá. Ya no podía más papá.
-¿Ellos?
-Sí, son sujetos con máscaras extrañas que vienen a mi habitación casi todas las noches sólo para recordarme que fue mi culpa lo que le pasó a mamá.
-Mari, ¿no crees que tal vez sólo fue alguna pesadilla?
-No papá, ellos siempre están ahí, incluso cuando estoy despierta, y yo..., yo ya no los puedo seguir soportando, siempre, todos los días me siento más culpable por lo que pasó. Por eso hice esto -contesté mientras le mostraba mis cortes en las muñecas.
-En serio siento decirte esto Marinette, pero creo que necesitas ayuda, mañana iremos a ver a un doctor, ¿está bien?
No supe qué decir, así que sólo asentí con la cabeza.
Papá me invitó a dormir con él. Claro que no dudé ni un segundo, al menos si volvían aquellos extraños, estaría acompañada y tal vez no me afectarían tanto.
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Marinette, Al Borde De La Locura [TERMINADA]
Fanfic•Marinette Cheng. •Paciente 632. • Enfermedad: esquizofrenia. [#371 en fanfic]