¡Eres un imbécil, Chat Noir!

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-¿Chloé? ¿Qué haces aquí otra vez? ¡Lárgate! -dije furiosa.

-¿Por qué? ¿Que acaso me tienes miedo o algo?

-No. Pero no me apetece verte y mucho menos hablar contigo.

-Pues no me interesa, yo sólo vine a decir lo que tengo que decir.

Suspiré.

-De acuerdo, pero luego de esto ¡te largas y ya no quiero que vuelvas aquí! ¿De acuerdo?

-Sí, sí, cómo digas -respondió la rubia-. Bien, primero que nada, no me agrada que le estés contando a Adrien lo que pasa entre nosotras ¿o eres una cobarde?

-No.

-Segundo, he escuchado que Chat Noir te ha estado visitando muy seguido, pero la verdad es que lo hace por... lástima.

-¿Qué? Eso no es cierto.

-¿Cómo lo sabes, Cariño?

-Emm... Pues...

-A ver, dime, honestamente, si tú tuvieras un amigo demente te daría lástima, ¿no es así?

-No, lo visitaría porque es mi amigo y lo quiero -contesté a la defensiva.

-Ajá, pero nunca te enamorarías de él, puesto que está loco y no llegarían a ningún lado. Además Chat me ha contado algunas cosas.

-Pero él... yo creí...

-¿Que era tu amigo?- me interrumpió-. Pues no, él me cuenta cuando viene aquí, que eres una loca y muchas cosas más.

De repente me sentía mal, sentí que se me revolvió el estómago y todo me daba vueltas.

-C...Chloé yo... no me siento bien, mejor luego hablamos.

-¿Y desperdiciar más mi tiempo? Ni hablar, hasta nunca loca, y, ojalá te quedes aquí, en este manicomio, para siempre.

Luego de que Chloé se fue, me dirigí a mi habitación y me recosté un momento en mi cama sin poder sacarme las cosas que Chloé me había dicho ¿En serio Chat le había dicho todo? ¿Él sólo estaba conmigo por lástima? Inconscientemente las lágrimas comenzaron a brotar de mis ojos, me hice un ovillo en la cama, y sin pensarlo me quedé dormida.

Una hora más tarde...

-Princesa, despierta, linda.

Abrí los ojos aturdida aún por la cegadora luz de aquella habitación. Luego de acostumbrarme a la luz, me levanté de la camilla.

-Hola -dijo el felino con una gran sonrisa para mí- he venido a visitarte.

-Vete.

-¿Eh?

-Que te vayas de aquí ¡ya!

-¿Qué te pasa? ¿Por qué actúas tan extraño? -preguntó desconcertado.

-Ya sé lo que has estado haciendo todo este tiempo, ¡eres un mentiroso! ¡Un traidor! ¡Un estúpido! ¡Te odio!

-P...princesa...

Creo que elevé demasiado mi tono de voz, puesto que las enfermeras no tardaron en llegar.

-Creo que está algo alterada -habló el rubio.

Ellas me tomaron por las muñecas alejándome de Chat, yo pataleé y traté de soltarme pero todo fue en vano.

-¡No! ¡Suéltenme! ¡Él es un idiota! ¡Necesito hacer algo! ¡Eres un imbécil, Chat Noir! -fue lo último que pude decir antes de tener insertada en mi brazo una jeringa enorme que contenía, por lo que parecía, analgésicos para tranquilizarme. De nuevo a la oscuridad.

Cuando volví a despertar era ya casi media noche, localicé una carta en mi mesilla de dormir:

Princesa:

Primero que nada, quiero disculparme por si he dicho o hecho algo malo, y quiero recompensártelo, ni siquiera me dejaste hablar, parecías muy alterada, iré mañana para así aclarar todo. Sabes que tú, Princesa, puedes contar conmigo, soy tu amigo y para eso estoy ahí, para apoyarte siempre.

                                 -Con cariño, Chat.

No me encontraba de humor para cartas estúpidas, así que hice una bola de papel con ella y la arrojé al cesto de basura que tenía en una esquina. Me quedé con la mirada perdida, pensando en todo lo que había ocurrido en tan poco tiempo, ¡Ay! Cómo desearía regresar el tiempo y evitar haber hablado con Chloé, o dejar que Chat me explicara. Tal vez había algo importante y no lo dejé hablar. Estaba tan concentrada, hasta que una voz me sacó de mis pensamientos.

-Marinette.

-¡Mierda! Félix, ¿qué haces aquí?

-Sólo pasé a... saludar -me fulminó con la mirada.

-Bien, pues "hola", ahora sí, ¡lárgate de aquí! No quiero ver a nadie.

-¿Que acaso no entiendes el sarcasmo, niña? La otra vez te tenía y te me escapaste, pero no esta vez -sonrió pícaramente mientras me acorralaba en una esquina del estéril cuarto.

-¡Ayuda! -grité involuntariamente.

Él soltó una carcajada.

-¿Crees que eso me impedirá que "te haga mía"? Te equivocas, nena.

Volví a pedir ayuda, y para mi suerte una enfermera entró corriendo.

-¿Qué pasa? -dijo estupefacta.

-Él... él quiso abusar de mí -respondí con pánico en la mirada.

-¡¿Quién?! -estaba desconcertada.

Mire en la habitación pero no había nadie, se había "ido".

-¡Oh, Dios! Se lo juro, él estaba aquí, era rubio, ojos azules, medía como 1.85, se llama Félix.

-(Ahora entiendo por qué la trajeron aquí).De... acuerdo, si vuelve sólo avíseme (debo de seguirle el juego).

-Okay, yo le avisaré -dije aún con miedo en mi voz.

Traté de dormir de nuevo, pero mi mente estaba en otro mundo, recuerdos, la carta de Chat, Félix,... Me tapé con la sábana hasta la barbilla intentando cerrar mi mente, luego de un laaaargo rato, al fin conseguí dormir.

Marinette, Al Borde De La Locura [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora