Capítulo 11: Durmiendo juntas

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   Capítulo 11: Durmiendo juntas

                 
Como ya dije, en Haileybury las chicas dormíamos en una casa (St. Albans) y los chicos en otra (Hertford).

Éstas tenían muchas habitaciones, una cocina, lavabos y salas comunes es las que había un billar, una tele y un piano.

Antes de dormir, como compartíamos habitación, hablábamos sobre varios temas de la vida y nos contábamos cotilleos.

Esa noche era la última que pasábamos allí, por lo tanto tenía que haber algo especial.

Después de cenar (a las 7) hicieron una entrega  de premios y a Francesca le iban a dar el de mejor pintora, pero otra chica que se llamaba Francesca lo recogió por ella y se quedó sin, pobrecita.

También, la semana pasada habíamos preparado unas obras de teatro con nuestra clase respectiva y las interpretamos.

La mía trataba sobre historias terroríficas y había escenas muy creepy en las cuales le cortaban la pierna a uno y la tiraban al público.

En la de Lu había un juzgado y una niña turca que tenía un papel bastante importante se lo olvidó. Fue la mejor amiga que hizo.

Después de esta ceremonia fuimos a la discoteca de despedida en la cual mucha gente lloró.

Aprovechamos para despedirnos de Francesca, la italiana de nariz respingona monísima. De Gleb, el ruso empanado. De Zoultan, el húngaro que se ponía rojo por todo. De Sena, la turca de la mecha azul en el pelo. De Rozvin y su hermana, las turcas freakys. De Livio y sus buenos modales.

Pero no todo se acababa allí. Cuando terminó la disco y fuimos a nuestra casa, nos pusimos el pijama y bajamos a la cocina. Allí nos hicimos unas tostadas, cómo no, y en nuestra habitación las untamos con nuestro pote secreto de Nutella.

Y más tarde empezaron a llegar nuestras amigas en grupitos de 3 a nuestra habitación con sus almohadones y sábanas y se desperdigaron por el suelo.

Nos pasamos hasta las 3 hablando y me quedé dormida, al cabo de media hora me desperté y ya me habían pintado la cara.

Malditas.                                                              

Seguimos un rato hablando hasta que todas estuvimos cansadas. Entonces propusimos dormir unos 5 minutos y luego seguir hablando.

Pero eso jamás sucedió.

Yo fui la primera en despertarme al día siguiente y estaban todas completamente dormidas.

Silenciosamente bajé de la litera para no despertarlas y les hice una foto. Pero mi momento de gloria se vio interrumpido por la alarma.

Bajamos a desayunar y nos entristeció la poca cantidad de gente que había.

Preparamos las maletas y como no nos cabían las cosas por la cantidad de regalos que habíamos comprado, metimos muchas cosas en el equipaje de mano. Subimos al autocar que nos llevó al aeropuerto.

Fue muy triste la última mirada hacia aquel lugar en el que tantas aventuras vivimos. Además de que un niño nos hizo un calvo y era el culo más asqueroso que he visto.

En la aduana nos llamaron a las dos la atención pues Lu llevaba en la mochila una de esas bolas de recuerdo que agitas y nieva y yo...

Pues yo, que soy muy lista, había decidido meter mi estuche en la mochila, y dentro de ese estuche llevaba un cúter y tijeras. También, sin fijarme, había metido mi neceser con la colonia y la pasta de dientes.

Soy una criminal a la que buscan viva o muerta.

El avión llegó con una hora y media de retraso, y el trayecto a casa se hizo bastante triste.

Cuando cogimos las maletas nos despedimos de todos entre besos y abrazos.

Pero la tristeza se esfumó cuando vimos a nuestras familias esperándonos al otro lado.

Des de luego las mejores colonias del mundo.

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