Norman tropezó y esquivó el golpe antes de que se estampara contra de su cara; giró sobre el suelo, se levantó, y siguió corriendo, con los pasos siendo obstruidos por un terreno que le hundía los pies por debajo del suelo, dificultando que sus pies se movieran con fluidez a través del terreno llano y extraño.
Se escondió antes de que lo encontrarán, aferrando el cuerpo contra la vieja pared destrozada, absteniéndose a respirar con rapidez y denotar como los latidos de su corazón palpitaban con fuerza, asustándolo. Cerró los ojos, y guardó silencio. Los pasos de su captor pasaron —arrastrando ligeramente las piernas—, y fue alejándose de Norman, permitiéndole tomar aire de forma abrupta, llevándose ambas palmas al pecho, tratando de tranquilizarse.
La criatura que le seguía era alargado y sin rostro, su vestimenta no era despilfarrada o semejante a la de un vagabundo. Más bien era formal y escalofriante, que se fruncía como pelo de gato cada que se acercaba a él, como si su ser estuviera al tanto. Lo peor de toda la criatura eran sus ojos, que surgían de la nada, abriéndose como platos y sonriendo.
Hacía unos minutos había estado a punto de ser devorado por la criatura, de no haber sido por un grito que surgió del fondo de su mente, obligando a su cuerpo a moverse al instante, huyendo por casi segundos de los afilados colmillos que adornaban el hocico del monstruo. Y es que sus piernas estuvieron por quebrarse, y la boca del monstruo se había abierto tanto que parecía una víbora a punto de capturar un roedor.
Ahora estaba patéticamente arrinconado entre los escombros de lo que parecía una vieja ciudad en ruinas, temblando de frío, mientras la criatura reptaba por los alrededores, siguiéndole la pista. Quería ir a casa, esconderse en el fondo de su habitación y fingir que todo aquello había sido no más que un absurdo sueño, y despertaría por la mañana, con el cabello revuelto y la habitación atestada de figuras sobre zombies. Y el pequeño recuerdo de todo ese grupo de niños que lo había acompañado durante toda la pesadilla.
Pero no sería así. No despertaría seguro en casa, ni vería al fantasma de su abuela ver la televisión sin prestar atención, mientras tejía con cuidado. Ni escucharía los fuertes gritos de su hermana contra el celular, ni a sus padres desayunando tranquilamente en la mesa de la cocina, discutiendo trivialidades, mientras Norman trataba de prepararse para otro día de escuela.
Y tampoco volvería ver a Neil, Dipper, Mabel, e incluso Wybie. Ni Coraline.
Por alguna extraña razón, a pesar de las múltiples situaciones extrañas y perturbadoras que habían atravesado en ese bizarro mundo, no se sentía del todo solo. Ni siquiera arrepentido. Era consciente que todos ellos estaban ahí por alguna razón, ya sea por ser el alimento de un demonio o por la simple razón de poseer una suerte estúpida.
Respiró hondo, ya no percibía la presencia de la criatura, su corazón estaba tranquilo.
Se puso de pie, no podía permanecer en un mismo sitio por mucho tiempo, era peligroso. Se ajustó la sudadera contra el cuerpo, y se colocó la gorra, encorvándose para protegerse del frío, y comenzó a caminar entre el suelo llano, sin saber exactamente a donde dirigirse, mientras el cielo que le acompañaba era oscuro, lleno de luces parpadeantes, que querían guiarlo a algún destino incierto.
Con pasos suaves esquivó los múltiples objetos extraños que permanecían inmóviles en el suelo. Algunos tenían figuras extrañas, otras tenían pliegues parecidos al caparazón de un animal extraño, y otros que incluso podrían tener vida. Norman evitó acercarse, y alejaba sus pasos de ellos, que se retorcían por el pasto, palpitantes, rechinando sus engranajes mientras seguían retorciéndose sobre sí mismos como cochinillas.
Una corriente de aire le atravesó el interior de la chaqueta, removiéndole el cabello en puntas, acompañado de un escalofrío que reptó el interior del niño, dejándolo sin respiración; cuando volvió la mirada hacia el sitio de dónde provenía el soplido, una figura regordeta y de mediana estatura esperaba con paciencia, sosteniendo lo que daba a parecer un machete.
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Mystery Kids: Argus
FanficÉl no ha muerto. Sigue respirando. En el fondo del bosque. Ahí en el centro. Escondido entre las entrañas. Observando. Historia original. CANCELADA.