Lake Park

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Mabel se obligó a sí misma a respirar hondo; el dolor palpitaba por cualquier parte de su cuerpo, intensificándose a medida que el frío aumentaba a su alrededor, haciéndola tiritar. A su lado, Neil se mantenía en silencio, con el rostro hundido entre los brazos, sin mostrar alguna señal de querer levantar la mirada.

No sabía exactamente cómo había llegado allí.

Como un parpadeo, habían aparecido de la nada, entre ventiscas, en el centro de lo que parecía ser un parque de diversiones abandonado, arrasado por el polvo y las malas hierbas que crecían entre las ruedas de las atracciones. Pero eso quizá no era lo peor, pues entre la oscuridad que lo albergaba, podían vislumbrarse retazos metálicos de lo que una vez había sido un centro de atracciones ─posiblemente─ prodigioso.  

Pero encontrarse en un sitio como aquel no resultaba el verdadero problema, sino que era Dipper; justo cuando habían aterrizado en ese extraño paraje, un dolor embargó a su mellizo, tirándolo al suelo mientras se sujetaba con fuerza la cabeza, negando enérgicamente con ella.

Mabel temió lo peor.

La última vez que lo vio así, un demonio se había introducido en su interior. ¿Podía ser posible que en un sitio abandonado como ese, Bill los persiguiera? Tuvo miedo de sólo pensar la respuesta, y atrajo el cuerpo de su hermano contra ella.

¿Dónde estaban Wybie, Coraline o Norman?

Bajó la mirada, desolada y temerosa. El frío comenzó a amainar, dejando una capa de niebla rozando la tierra, para así disolverse lo suficiente, y dejar entrever las sospechas de Mabel: seguían en el bosque, pero el cielo ahora era absolutamente oscuro, y a su alrededor, yacían pedazos de atracciones metálicas. Desde una minúscula montaña rusa, una rueda de la fortuna e inclusive unos averiados autos de juguete.

¿Aquel sitio desconocido era lo suficientemente grande para albergar tantos sitios raros?

─Neil ─susurró Mabel, llevando una palma sobre los hombros del niño─. Neil, ¿estás bien?

─Quiero ir a casa ─susurró el niño, sin levantar la cabeza─. Sólo quiero ir a casa.

─Yo también quiero ir a casa ─lo consoló Mabel, tratando de esbozar una minúscula sonrisa─. Pero no debes darte por vencido.

Palmeó ligeramente la espalda del niño, tratando de mantener esa ligera sonrisa entre sus labios, pero fue casi imposible; cercano a ellos, se escuchó como algo pesado caía de forma irremediable contra el suelo, provocando un estruendo que relleno el silencio que embargaba el ambiente.

Mabel levantó con rapidez la mirada, y los ojos de Neil se despegaron ligeramente de las palmas, para tratar de observar entre la oscuridad como poco a poco el sonido aumentaba, acercándose a ellos; de forma inconsciente, Neil arrastró el cuerpo hacia el cuerpo metálico que yacía detrás de ellos, pegando por completo la espalda, mientras las piernas le temblaban con fuerza.

Mabel tragó saliva, sintió como las palpitaciones de su corazón aumentaban a medida que el ruido iba intensificándose, dejándola sin aliento. Era cierto, había combatido con seres sobrenaturales junto a su hermano en Gravity Falls, pero jamás sola. Tenía a Neil a su lado, pero el chico parecía sentir ese temor embriagador que subía por la columna vertebral, para instalarse en la punta del cuello.

Esa sensación que solías tener a media noche, cuando sentías que alguien te estaba observando desde una esquina indefinida.

Los ruidos aumentaron, ahora de forma constante, el viento silbó una melodía parecida a un lamento y a lo lejos se escucharon chirridos metálicos, acompañados con el sonar de las hojas en la cima de los árboles, retumbando contra el silencio sobrenatural.

─Debemos irnos ─replicó Neil, sorprendiendo a Mabel.

El niño se arrastró hacia ella, tomó con rapidez el cuerpo de su mellizo entre sus brazos ─esforzándose por aguantar su peso─, y se puso de pie con rapidez, mientras en el fondo de su pecho, su corazón le advertía de un peligro. Actuando, ya sea por conciencia o un impulso rozando el instinto de sobrevivencia, ambos niños abandonaron el refugio mullido, y caminaron entre la oscuridad, mientras los golpes parecían perseguirlos a sus espaldas.

Caminaron, pero la desesperación aumentó a medida que los ruidos detrás de ellos eran rápidos y precisos, entonces fue ahí cuando sus piernas reaccionaron por naturaleza, obligándolos a correr con mayor fuerza, tratando de alejarse del peligro.

Pero sus pasos eran a ciegas, ni siquiera la Luna salía de su escondrijo para alumbrarles el camino, y de todas formas, Mabel no creía haber sido capaz de que con luz iluminándole el sendero, volver la mirada a sus espaldas y descubrir la verdadera criatura que los estaba persiguiendo.

Algo le decía que no debía voltear aunque su curiosidad fuera innata.

El sonido de la hierba debajo de sus zapatos aumento, el tamaño de dicha maleza les rozaba las piernas. Sólo podían observar objetos que pudieran acercarse a su punto de visión, y de lo único que eran conscientes al ver eran atracciones de feria desperdigadas por ahí, hechas pedazos, e incluso Mabel separó la mirada cuando fue consciente que una de ellas parecía haber sido mordisqueada con colmillos.

No hablaron ni cruzaron palabra, Mabel Pines era la que se encargaba de liderar la expedición, y Neil le seguía de cerca mientras sostenía a Dipper entre sus brazos, quien seguía retorciéndose de forma antinatural en sus espaldas.

Abriéndose paso entre la hierba, llegaron a un portal minúsculo que dejaba espacio para entrar y encontrarse de frente a una atracción de lo que parecían ser tazas giratorias; la niña alzó la cabeza para observar con atención lo que decía el letrero del portal:

Lake Park

Eso reafirmaba lo que ya sabían: estaban envueltos en un viejo parque de diversiones abandonado. ¿Por qué? ¿Cuál había sido la razón por la cual quedaron atrapados en ese inhóspito lugar?

Miró a Neil de reojo, y retomó rápidamente el liderazgo, tropezando a causa de las múltiples piedras que parecían ser pedazos de viejas construcciones de concreto. Se dirigieron hacia la atracción de las tazas giratorias, era la única pieza de metal que parecía ser segura ─sin riesgo aparente de derrumbarse─, y completa para lograr esconderse.

Se introdujeron en silencio en una de ellas, y a los segundos, los golpes que los perseguían volvieron a aparecer con fuerza, pero ahora lentos, al acecho; Neil hundió la cabeza entre las palmas para no ver, el cuerpo de Dipper dejó de colapsar, sumiéndose en un estado de espera y Mabel se atrevió a mirar por el minúsculo orificio que estaba justo a su lado.

Guardó silencio, fue cauta cuando movió el cuerpo y arrastró las piernas para colocarse de rodillas, y observó a través del hoyo, conteniendo el aliento.

Los golpes disminuyeron, las sombras eran intensas pero los ojos de la niña lograron acoplarse a esa oscuridad, y a medida que el cuerpo que ocasionaba el ruido se acercaba, las sombras se disipaban, para dar paso a una figura humanoide, alargada y de uñas afiladas que arrastraba por el suelo, provocando que pedazos de concreto y metal fueran removidos de su lecho.

¿Era real lo que estaba viendo?, se preguntó.

Creyó por un instante que era a causa de la oscuridad, pero en medio de la penumbra y de forma inesperada, una luz cercana al monstruo destelló repentinamente, iluminándole el rostro deforme. Mabel contuvo las ganas de echarse a gritar, llevándose las manos contra la boca para contenerlo.

Su rostro era deforme, extraño y alargado. Ni siquiera parecía tener piel, sino era algo cercano a una bolsa de paja envuelta en el rostro, con una mueca escalofriante dibujada enfrente. Lo único que salía de la envoltura eran sus ojos, penetrantes y de color rojo sangre, que le erizó la piel.

La criatura dirigió un brazo alargado hacia la luz, extinguiéndola de un solo golpe. La mirada de Mabel se desenfocó a causa del cambio repentino de atmosfera, pero fue consciente como el monstruo continuó su camino, arrastrando las pezuñas contra el suelo, sin percatarse de su presencia.

Los golpes fueron alejándose, hasta que se perdieron en el horizonte, dejando el absoluto silencio a sus espaldas. La niña finalmente pudo separar las palmas de la boca, pero hizo su cuerpo agazaparse contra el de Neil, temblando ligeramente, mientras su corazón palpitaba con fuerza.


Mystery Kids: Argus Donde viven las historias. Descúbrelo ahora