Un remedio para todos los males (II)

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"Lo que has oído de mi podría ser cierto, o podría ser tan falso como la persona que te lo ha dicho"

—Te noto muy abstraído—dijo Víctor mientras iban en el carruaje a buscar a Hermione y a su madre para luego ir a la fiesta juntos—¿Estás bien?

Draco apartó la vista de la ventanilla para contemplar al médico. Se notaba verdadera preocupación en su voz y, por más que eso lo conmovía a un punto que nunca jamás admitiría, no podía simplemente contarle lo que rondaba por su mente. Además, ni siquiera existía... Ese hecho lo entristeció mucho más de lo que podría haber esperado. Más allá de su madre, la única persona que se preocupaba por él era un hombre que no vivía más que en una realidad alternativa, producto de un conjuro mal hecho.

—¿Draco?—insistió.

El rubio cambió rápidamente su expresión.

—No me sucede nada—dijo—Sólo no siento ánimos de ir a ningún tipo de baile.

—Sé que te preocupan el que dirá la gente; después de todo, es la primera vez que saldrás de la casa luego de lo acontecido con tu padre.

—Exactamente—murmuró, sin añadir nada más, permitiendo que se creyera aquello.

—Pero no serás el único que estará en boca de todos—intentó consolarlo—Hermione también irá y, por más que no me agrade, todos murmurarán sobre lo acontecido... Hay veces en que pienso que quizás hubiera sido mejor hacer caso del consejo de mi madre y llevarla un tiempo al campo con mi tía abuela.

—¿Y por qué no lo hiciste?—inquirió Draco.

—Porque sabía que eso la destrozaría por dentro. No podría jamás hacerle eso. Mi tía abuela Marie no es tan mala como mi madre pero ya es una mujer entrada en edad, que disfruta de la tranquilidad y la monotonía, un estilo de vida que acabaría con la alegría y juventud que tiene mi pupila.

Draco asintió, entendiendo. Por su parte, él estaría más que dispuesto a vivir alejando de todo y de todos, lejos de los rumores, de las malas miradas... Huir no le pareció nunca una mala idea.

Suspiró, ganándose otra mirada preocupada de parte del hombre que tenía frente a él.

—¿Estás seguro que eso es todo lo que pasa por tu mente?

—Por mi mente pasan tantas cosas que no podría jamás empezar a enumerarlas—murmuró con molestia—pero no debes preocuparte. Lo único que quiero es que esto acabe de una buena vez.

Víctor asintió, entendiendo que se refería a la fiesta y no a todo el asunto del las realidades.

—No será tan malo. Seguramente sacarás algo bueno al terminar esta experiencia—aseguró con una pequeña sonrisa—Quizás conozcas a alguna señorita que te robe el corazón.

Draco bufó, sin molestarle en ocultar el sentimiento de absurdo que le ocasionaba aquella idea.

—Quizás antes mi padre quiera reconsiderar el haberme desheredado—dijo con sarcasmo.

—Misterios más extraños han acontecido en el mundo.

—¡Oh, por favor!—le rogó Draco—No hagas comentarios como esos. Sólo quédate con la medicina que es lo tuyo.

Víctor sólo rió con suavidad mientras las ruedas del carruaje se detenían en la entrada del hogar que lo había visto crecer.

...

Víctor descendió y esperó a que Draco hiciera lo mismo. Ambos fueron testigos del momento en que una joven sirvienta abría la puerta para dejar cruzar a la madre del médico, siempre con la cabeza en alto, mostrándose altiva.

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