Promesa

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"Pero tengo promesas que cumplir,
y andar mucho camino sin dormir,
y andar mucho camino sin dormir"

Robert Frost

Harry contempló la imponente construcción que se alzaba delante de él con cierto recelo. Era antigua, grande y ciertamente intimidante. Desde la última vez que había estado allí no había cambiado mucho; aunque en aquella ocasión realmente no había tenido tiempo de observar demasiado a su alrededor como para asegurar que todo seguía igual. Sin embargo, en su mente era así. Dio un paso hacia el frente y toco la puerta antes de que se arrepintiera. Esperó unos momentos con impaciencia, casi deseando que nadie fuera a abrir para así poder marcharse de una buena vez pero el destino no parecía tener ánimos de complacerlo porque muy pronto apareció la mujer que lo había citado.

Narcissa Malfoy parecía igual de inmutable que la Mansión en la que vivía. Alta, rubia y con una belleza aparentemente imperturbable. Nada más verlo, hizo un asentimiento con su cabeza a modo de saludo.

—Potter.

—Señora Malfoy—dijo Harry a su vez.

—Adelante—dio un paso hacia atrás y le hizo una seña para que ingresase.

Harry así lo hizo, intentando que el nerviosismo que bullía en su interior se calmara. Tragó saliva mientras era conducido por la mujer hacia una sala no muy amplia con antiguos sillones y adornos valiosos. Lo curioso era que no había ningún cuadro colgado. No supo porqué, pero siempre pensó que un lugar tan antiguo como aquel estaría lleno de ellos, como prueba evidente de la pureza familiar.

—¿Te puedo ofrecer una taza de té?

Harry dudó unos segundos pero luego asintió, pensando que quizás pudiera sentirse ofendida si lo rechazaba.

—¡Clover!—llamó Narcissa.

Un elfo no tardó en aparecer e hizo una exagerada reverencia a su ama.

—¿Qué puede hacer Clover por usted, señora?

—Trae el té, Clover.

El elfo volvió a hacer una reverencia antes de desaparecer.

Harry miró con incomodidad a la mujer, incapaz de saber qué hacer a continuación. Aunque, no era su deber iniciar una conversación, ¿verdad? Después de todo, había sido ella la que le había mandado una carta con una elegante lechuza donde le decía que necesitaba reunirse con él y le pedía que viniera aquel día a aquella hora pero que no le dijese a nadie sobre aquello. Había pensado mucho antes de responder aceptando porque, había que admitirlo, aquello era sumamente extraño. Habían pasado tres meses desde el fin de la guerra y apenas una semana del juicio que había dejado libre a toda la familia Malfoy, sin que tuvieran que pagar por nada de lo que hicieron durante años.

Eso le había parecido increíblemente injusto, era verdad, pero no había dudado en ir a declarar a favor de aquella mujer diciendo que había engañado al mismísimo Voldemort, lo que había inclinado la balanza hacia ellos, dándole la oportunidad de ganar la guerra.

—Potter,—comenzó Narcisa con firmeza—creo que tenemos una conversación pendiente.

—¿Disculpe?—inquirió el muchacho algo desconcertado por esas palabras—¿Qué... qué conversación?

Narcisa bajó unos segundos la mirada hacia sus manos, cómodamente apoyadas sobre su regazo, antes de volver a contemplar al joven chico que tenía delante de sí, el renombrado "salvador" del mundo mágico.

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