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Desde que André había dicho que quería que me fuera con él no deje de sonreír. Entre a mi habitación y comencé a sacar mis pocas pertenencias y en lo único que pensaba era en el bendito momento en que me iría junto a mi hermano, nos largaríamos de allí los dos juntos y ya no tendría que soportar a mi madre gritándome solo porque se le daba la gana.

Me acosté sobre mi cama y miré el techo, el cual estaba lleno de aquellas estrellas que brillaban en la oscuridad. Observé a mí alrededor. La ropa estaba tirada en el suelo, mis cosas esparcidas por doquier. Así es no era una persona muy organizada cabe resaltar.

Estuve una hora mirando cada detalle de mi habitación con detenimiento, extrañaría este lugar pero bueno lo dejaría por algo mejor por una vida mejor. Después de decirme a mí misma que hacía bien el irme fue cuando decidí comenzar a guardar todas mis pertenencias. Subí al ático y bajé de allí con varias cajas bastante grandes. Comencé con los libros y películas. Era una gran amante de los Libros, tenía como poco, alrededor de Cuarenta y tal vez más.

Guardé mi Laptop en su respectiva funda y me dedicaría a guardar todo, no importaba si no dormía bien esa noche ya tendría después de la mudanza el poder descansar y empezar una nueva vida. Eran ya pasadas las dos de la mañana y aún estaba con la emoción que sentía de que al día siguiente o mejor dicho ese día por la mañana terminaría mi infierno.

Al final me quede dormida. Por la mañana André entro a mi habitación y comenzó a sacar cajas ya que cuando desperté mi habitación estaba vacía, solo con ciertas cosas ahí. Entre al baño a darme una ducha y me hice una coleta alta y me coloqué unos jeans y una blusa holgada. Cuando entre a mi habitación a terminar de empacar la caja que aún quedaba ahí Mama se paro en la puerta mientras me observaba.

-No puedo creer que te vayas, yo que te cuido y de mi recibes todo. ¿Cómo puedes ser tan egoísta? -Exclamó mi madre desde la puerta de mi habitación recargada.

Mi habitación era más grande de lo que parecía y había encontrado cosas que hacía siglos no veía. Fotos, cartas, textos que escribía mientras estaba aburrida, incluso hasta ropa que creí perdida y ya era hora de ordenar un poco mis cosas.

-Está bien Alexandra, ignórame. Te arrepentirás de irte y volverás con la cola entre las patas y olvídate que yo te reciba de nuevo, conmigo no cuentes, es más ni me hables que para mí tú ya estás muerta.

La miré de reojo y vi cómo se marchaba dando uno de sus típicos portazos. ¡El último! Respiré hondo y seguí guardando las últimas prendas. Abajo estaba André saludándolo, después vi cómo se acercó a unas pequeñas cajas y las comenzó a subir al auto.

Cuando yo terminé de empacar la última caja, bajé las escaleras feliz. Sonriendo e imaginando lo que sería mi vida desde ese día. Mi madre estaba mirando todo desde la puerta de la cocina sin emitir alguna palabra. Le entregue la caja a André y tomé mi bolsa, la cual estaba colgada en el perchero.

Miré a mi mamá deseando que dijera algo bueno y alentador para poder recordarla de esa manera, incluso casi creí que se disculparía, le medio sonreí y ella simplemente se giró y entró en la cocina. Bajé la vista y salí de casa hacia el auto que estaba aparcado afuera.

Mi hermano conducía lentamente mientras yo buscaba alguna buena canción en la radio. Me obligó a dejarlo en una canción de Alejandro Fernández junto a Christina Aguilera. Fue cantándola todo el camino hacía el departamento. Yo no lo conocía, solo sabía que estaba cerca del estadio Anoeta lo cual me alegraba, no era fan de la real sociedad simplemente asistía a varios partidos porque bueno es el equipo local y la mayoría de los amigos de Andre y míos le iban al equipo.

Cuando quise darme cuenta, el auto aparcó frente a un gran edificio. Apagué la radio y bajé del auto con mi mochila en la espalda. André abrió la puerta y de a poco fuimos entrando las únicas tres cajas que llevábamos nosotros. La mudanza aún no llegaba y lo único que nosotros debíamos hacer era ordenar todo en cuanto llegara.

Una hora después de estar sentados en el suelo moviéndole a nuestras laptops el trailer apareció, comenzamos bajando las cajas y las metimos dentro, dos horas después terminamos y nos adentramos en la aventura del acomodo de todo.

Me dijo cuál sería mi habitación y comencé a empujar las cajas con ayuda de el. Cuando dejo una caja en la cama la miro y enarcó una ceja.

- ¿Cómo diablos es que tienes tantos Libros? -Pregunto mi hermano mientras me miraba sacar las decenas de libros y los dejaba sobre el escritorio -Yo apenas tengo cinco. Tú ¿cuántos? ¿Cincuenta?

Lo miré dos segundos y reí.

-Nunca los conté, supongo que estoy cerca o más...

Ambos reímos cuanto el timbre sonó.

-Iré yo -Contestó levantándose.

Yo seguí acomodando mis preciados Libros en la mesa para luego poder ordenarlos en el mueble de mi recamara.

Escuché como mi hermano hablaba y reía y junto a él, otra risa. Realmente, me dio curiosidad pero decidí abstenerme de ir al chisme y seguir en lo que estaba haciendo.

- ¿Alex? ¡Ven! -Gritó mi hermano desde la puerta, por lo que corrí obedeciendo más a mi curiosidad que a la orden de mi hermano.

Cuando vi que alguien nos había visitado me entusiasmé y tenía curiosidad por quien había venido, el estába de espaldas pero se podía ver que era alto, espalda ancha y con un buen estilo para vestirse, tenía cabello negro. Cuando se giró me quede completamente anonadada, y fue entonces que me di cuenta de quién era. Mi interior comenzó a gritar de entusiasmo pero me abstuve de que lo hiciera fuera. No podía gritarle aquí sería vergonzoso.

-Alexa, él es nuestro vecino Carlos -Presentó André con una sonrisa en su rostro burlonamente mientras que el pareció ignorarla y solo sonrió.

Por dios podía ser más hermosa su sonrisa. Debía admitir que la real sociedad no era uno de los equipos al que mi hermano y yo apoyábamos pero habíamos ido a varios partidos ya que es el equipo de la ciudad y apoyar a Carlos por ser mexicano nos hacía sentir bien al final de cuentas veníamos del mismo país.

-Bienvenidos al edificio. Yo vivo en frente, cualquier cosa, no olviden pedirla -Finalizó sonriendo y mostrando sus blancos dientes.

-Gracias por recibirnos de esta manera -Contesté y me acerque un poco más para verlo de cerca. - te invitaríamos a pasar pero con suerte hay espacio.

-Entiendo -Río y creí hipnotizarme. Este chico era hermoso, realmente hermoso en persona y más de cerca - Yo me he mudado muchas veces así que comprendo. Además, ahora no puedo quedarme, tengo que salir. En fin, ya saben. Estoy en frente si me necesitan.

Sonrió una vez más, y se giró para irse. Mi hermano, rápidamente, cerró la puerta. Yo, como una boba, me quede mirándola, algo que produjo risas burlonas en mi hermano. Se fue acercando hacía mí y susurró en mi oído.

-Hermanita, sécate la baba que se te está chorreando -Y se fue riendo para sí mismo.

𝐌𝐈 𝐕𝐄𝐂𝐈𝐍𝐎 || 𝐂𝐚𝐫𝐥𝐨𝐬 𝐕𝐞𝐥𝐚 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora