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Era un día común en el que sol había vencido a las espesas nubes y estaba brillando radiante iluminando cada rincón de la ciudad de San Sebastián como común mente lo hacía.

Me levanté perezosamente. La noche anterior Antoine había estado en casa hasta pasadas las tres, simplemente hablando y mostrándome en la computadora los partidos de fútbol, donde la Real Sociedad había goleado al Barcelona en una ocasión.

Habían pasado tres semanas desde que nos comenzamos a conocer a profundidad. Habíamos pasado año nuevo en casa de Carlos, al igual que Navidad, pero con la diferencia de que solo éramos cuatro personas: Shanik, Carlos, Antoine y yo.

Cuando recibí la invitación de Carlos, me sorprendió muchísimo. Quiero decir, desde nuestra pequeña discusión en el pasillo sobre mi supuesta relación con Antoine habíamos hablado muy poco, casi nada, el simple saludo cuando nos cruzábamos en las escaleras o cuando a Shanik se le ocurrían salidas de a cuatro. Yo no me oponía, claro está, pero la relación con Carlos Vela había cambiado radicalmente y sin razón. No tenía problemas con él, él era el problemático con sus enojos estupidos y sin razón.

Cuando estábamos solos los dos apenas hablaba y siempre me daba una indirecta sobre su amigo y yo. ¿Celos? Lo había pensado y me había ilusionado al pensar que eran posibles. Quiero decir, cuando él me había dicho que sus halagos son simplemente la pura verdad, yo no lo creí o preferí no creerlo. Sus indirectas con sus abrazos, sus coquetas sonrisas y sus dichos, me daban a entender o a pensar que los celos eran una gran posibilidad. ¿Qué otra razón? ¿Qué yo no era lo suficientemente buena para Antoine o viceversa? Él era nuestro amigo, de ambos. Así que, sin ninguna otra opción posible, me quedaba con los celos. Já, celos. ¿Quién lo hubiese pensado?

No iba a ilusionarme como una idiota de nuevo, como sí lo hubiese hecho con anterioridad, solo porque él sentía posibles celos. ¡Posibles! Ni siquiera concretos. No iba a emocionarme porque él pensaba que podía sentirse celoso de mí. El había tenido la oportunidad de 'tenerme' de cierta manera, él estaba con Shanik, quien luego de dos semanas o un poco más era prácticamente una amiga. Él había tenido la chance sobre sus manos, delante de sus ojos para quererme como yo lo quería y la desperdició. ¡Juego perdido, Vela! ¡Game Over!

Yo estaba a gusto entre los brazos de Antoine. Muy a gusto. Él me hacía sonreír constantemente, me halagaba sin indirectas, me obsequiaba momentos únicos, salidas día y noche, me desvelaba pensando en él. No lo amaba, no aun, pero lo quería mucho más que como un amigo. Estábamos en ese intermedio entre amigos y novios. ¿Amigovios o amigos con derecho?

Una de las tantas noches con insomnio me supuse que el amarlo llegaría muy pronto pues sentía esas mariposas en mi estómago, moviéndose justo con tenerlo tan cerca y sentía ese nerviosismo y felicidad cuando tomaba de mi mano. No lo amaba aún. Estaba tomándome mi tiempo para estar segura, estaba tomándome mi tiempo para no defraudarlo con mis dudas ni defraudarme a mí misma. No otra vez.

—Veo que ahora vas en serio, Alex —Comentó Mi hermano.

Había llegado una semana después de año nuevo y había conocido a Antoine, al principio grito internamente cuando le comenté que estaba intentando salir con el, el lo idolatraba decía que él y Carlos eran la dupla perfecta en la real. Pero comenzó con sus regaños y podía entender que se había hecho una idea de que algo podía pasar con Carlos, cosa que le oculte, aunque con el cambio que teníamos el y yo se enteraría tarde o temprano de que algo había ocurrido.

—Sinceramente me alegro que hayas encontrado el amor —Agregó extendiendo sus brazos y meciéndose de un lado al otro con los ojos cerrados.

Reí nerviosamente, porque era ese tipo de chicas que cuando trataba de hablar de ese tema se ruborizaba y reía sin razón por nervios tal vez. Eso no quería decir que no podía tener una charla en serio, pero me ponía nerviosa hablar sobre el tema del noviazgo con mi hermano.

—Creo que sí... Es que... no sabes cómo... me siento cuando estoy con él... es... es inexplicable —Dije luego de tomar un sorbo de café. El sol había salido pero el frío aun estaba presente.—. Siento que vuelo, que soy... campanita o... algún hada de Disney. ¡No sé! No soy yo, soy otra persona en otro mundo donde solo existimos él y yo y... volamos felizmente juntos. ¿Me entendes?

—Como dice la canción de la reina Beyoncé: ' I'm living in a world that's all about you and me...yeah, ain't gotta be afraid my broken heart is free to spread my wings and fly away, away with you' —Cantó en voz alta mi hermano. Me le quedé viendo el no escuchaba a Beyoncé a menos que yo la pusiera, era más del tipo de Chris Brown y era una razón por la que él y Carlos se habían llevado bien.

Algunas personas voltearon a mirarnos. Estábamos en una plaza luego de pasar por Starbucks por unos cafés. Por suerte, no fueron demasiadas miradas las que se posaron sobre nosotros, y las que sí lo hicieron solo fueron un par de minutos con una mirada de 'están locos' o 'esta generación loca' para luego seguir su rumbo.

—Bueno, bueno... algo así —Comenté para que dejara de hacer esos gestos con las manos que estaba haciendo. No me molestaba que los demás mirasen pero el simple hecho que el las hiciera me daba risa. ¿Que habían hecho con mi hermano? —, ¡deja de hacer eso! —Exclamé tomándole los brazos y colocárselos sobre su regazo — ¿Sabes que a veces molestas?

—Si, sí, sí, lo sé. ¿No es genial?

Lo miré extrañada pero no le di importancia. Era mi hermano y tenía el mismo sentido del humor que el, pero no lo reconocía en este momento era como si fuera de otro planeta, el no era así en público solo conmigo o con sus más cercanos amigos.

— ¿Cuándo lo verás de nuevo? —Preguntó luego de calmarse un poco.

—No lo sé. Ayer me dijo que estaba preparando una sorpresa y que tenía que organizarla y que tenía entrenamiento y blablabla. Cuando esté lista, me dijo que me llamaría para concretar la cita y darme la sorpresa.

𝐌𝐈 𝐕𝐄𝐂𝐈𝐍𝐎 || 𝐂𝐚𝐫𝐥𝐨𝐬 𝐕𝐞𝐥𝐚 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora