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Después de que logre pasar de mí momento de repetir y repetir su guiño y sonrisa me fui a limpiar un poco la cocina y llamé a mi hermano para saber cómo había llegado

— ¿Hola?

—André, ¿cómo estás? ¿Todo bien? —Respondí, se le notaba cansado.

—Todo está bien, Alexa. El hotel es increíble y el vuelo estuvo perfecto. Mañana tendré la reunión para arreglar todo y supongo que en dos días estoy por allá si es que no se complica. Cualquier cosa te llamo.

Contestó y pude relajarme por completo con su bienestar. Aunque no se notaba, yo estaba preocupada por si había llegado bien, aunque Carlos me hubiese tenido todo el día ocupada.

—¿Puede complicarse? —Pregunté como cualquier neófita en los asuntos de negocios.

—Esperemos que no, pero... ya sabes, los hombres de negocios no se ponen de acuerdo al instante y menos si hay papeles mal hechos de por medio. Haré todo lo posible para llegar en cuanto antes pero no prometo nada Alexa —Respondió— ¿Cómo estuvo tu día?

— ¡Ah, sobre eso! No necesito una niñera, André —mi hermano comenzó a reírse detrás de la bocina lo pude escuchar— Carlos me dijo que le pediste que me cuidara. Tengo diecinueve años y pensé que teníamos una regla de libertad.

Soltó una carcajada cuando le dije eso.

—Bueno no puedes quejarte del niñero que te conseguí. Más de una quisiera a un Carlos Vela como niñero, no puedes negármelo, lo sé. —contestó rápido antes de que yo lo interrumpiera, cosa que iba a hacer. ¡Cómo me conocía —¿Piensas que no sé como lo miras y como te baboseas con el desde la primer a vez que lo viste jugar? o peor aún desde que lo viste en persona, no soy idiota, Alexandra, puedo hacerme pero no lo soy. Ya lo sé todo. —Volvió a responder una de mis peticiones antes de que yo la pronunciara.— Supongo que se lo dirás cuando quieras admitirlo o hasta que él se dé cuenta o al menos que ya lo supiese. ¡Y cómo no! Con la cara de babosa que tienes cada vez que está cerca ¡Hay que ser ciego para no verla!

Soltó otra carcajada

— No es gracioso —Respondí oyendo la risa escandalosa de mi hermano. Me encantaba lo delicado que era. Nótese el sarcasmo — Te dejo, esta llamada es larga distancia y lo vas a tener que pagar tu así que mejor no hablo tanto. ¡Adiós, hermanito! Cuidado con lo que haces en Múnich —. Agregué riéndome yo.

—Adiós y cuidadito con lo que hagas eh, no quiero volver y encontrarme con que hay un tercer miembro de familia, oh por cierto los boletos de la NBA están en mi cajón, Layla y Erik no van a ir por si quieres hacer algo con esos dos boletos ya sabes cómo regalo a alguien —dijo burlándose.

Esa noche, luego de ordenar todo y mirar algo de televisión, me acosté con una sonrisa en el rostro. Simplemente, había pasado uno de los mejores días de mi vida y, solamente, porque había pasado un día con él. Me dormí pensando en la idea de que lo amaba, realmente lo amaba y no era sólo un maldito crush como antes.

Me desperté con un humor bastante bueno. Esa noche era la fiesta de Navidad. Veinticuatro de diciembre. Aunque Carlos me había dicho que no tenía que llevar nada, me sentía algo colada en medio de una fiesta sin aparecer con algo. Así que, luego de desayunar y prepararme, fui a comprar algunos snacks y alcohol para llevar.

Luego de salir a comprar los snacks, no salí de nuevo de casa. Me quede encerrada, mirando una película y eligiendo qué vestir. Al final, elegí unos pantalones negros bien ajustados, una camisa blanca mangas tres cuartos y un chaleco negro. Pensé en algún abrigo, la temperatura bajaba mientras el día iba pasando, pero la calefacción en casa de Carlos era suficiente para mí.

𝐌𝐈 𝐕𝐄𝐂𝐈𝐍𝐎 || 𝐂𝐚𝐫𝐥𝐨𝐬 𝐕𝐞𝐥𝐚 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora