𝐌𝐈 𝐕𝐄𝐂𝐈𝐍𝐎 || 𝐂𝐚𝐫𝐥𝐨𝐬 𝐕𝐞𝐥𝐚

25

Intenté llamar a Antoine unas cuantas veces más pero siempre hablaba el contestador. En una de esas veces, ya cansada de oír siempre el mismo mensaje, le deje un recado para ya, dejarlo de llamar y que cuando él pudiese, me llame.

''Antoine... soy Alexa. Te estuve llamando hace un rato pero supongo que apagaste el celular. En fin... em, estoy en el hospital. Mi hermano tuvo un... accidente —era inevitable que al hablar del tema, se me quebrara la voz. —y amm mi madre falleció así que realmente te necesito. Llámame cuando puedas''

Etuvimos esperando hasta las seis de la tarde hasta que el mismo doctor que nos había hablado antes nos busco y nos permitió pasar a ver a André. Lauren había llegado luego de diez minutos de su llamada mientras yo estaba con mi madre. Y había estado todo el rato llorando, diciendo que se iba a tranquilizar sola y caminando de allá para acá. Me asustaba su preocupación porque me ponía los pelos de punta también a mí no podía perder a mi hermano también.

Carlos se quedó afuera, permitiéndome unos minutos a solas con André, para luego entrar y hablar los tres tranquilamente. No había podido evitar algún que otro sollozo y pequeñas lágrimas fugándose de mis ojos pero mi hermano parecía estar tan bien, tan tranquilo. En vez de yo tranquilizarlo a él, apoyarlo y explicarle todo, era al revés, el sabía lo de mi madre el doctor se lo había dicho hacía unos minutos así que ambos la estábamos pasando igual.

Luego entró Lauren y los dejamos a solas para que pudiesen hablan en paz. Después entró el doctor de nuevo diciendo que mi hermano debía descansar así que Lauren salió, limpiándose las lágrimas y largando un gran suspiro. Se sentó en la sala de espera mientras que Carlos y yo estábamos en el pasillo caminando tranquilamente, intentando despejarnos. Habíamos esperado alrededor de cuatro horas para estar solo diez minutos con mi hermano. Ilógico, lo sé.

Estábamos como en un paseo por los deprimentes pasillos del segundo piso del hospital. Los colores eran lúgubres, un beige sucio con unas franjas horizontales de blanco y distintos tipos de color crema. Horrible, por lo menos para mi gusto. Además, no había nadie en ninguno de los pasillos. Con suerte, nos habíamos cruzado con un par de enfermeras en uno de los tantos que recorrimos. Nuestros pasos resonaban fuertemente y en algún momento llegaban a molestar.

— ¿Estás más tranquila? —preguntó Carlos con sus manos escondidas en los bolsillos del pantalón y mirando al suelo.

—Supongo –respondí luego de soltar un largo suspiro.

—No sé tu, pero yo muero de hambre. Te invito a comer un súper combo de McDonald. —Asentí sonriente él sabía perfectamente  que amaba McDonalds.

Y Realmente, ver a mi hermano mejor, aunque estuviese enyesado y lleno de moretones, me hacía sentir muchísimo mejor a mí. Mi alma dio un largo y profundo respiro cuando lo vi sonreír en la camilla al ver que yo entraba.

Avisamos a Lauren por si quería venir con nosotros, pero se negó diciendo que quería quedarse por si pasaba algo, además quería saber si podía entrar a verlo de nuevo. Así que nosotros dos nos encaminaos al McDonald más cercano.

No quedaba tan lejos, así que dejamos el auto de Carlos afuera y decidimos caminar las dos o tres cuadras que nos separaban del McDonald. Nos sentamos uno frente a otro en una de las tantas mesas que había dentro del McDonald. No había demasiadas personas, tal vez porque eran casi las siete de la tarde y la mayoría de la gente ya había comido. No conversábamos mientras comíamos. Tal vez, porque lo habíamos hecho toda la mañana y los temas, poco a poco, se fueron agotando.

—Nunca pensé que le ibas a contar a Anto sobre... —comenzó a decir él pero luego dejo la frase en el aire.

— ¿Lo de navidad? —pregunté luego de tomar un sorbo de la gaseosa. Él asintió. — Sentía que debía decírselo, era el momento de las confesiones y aproveché la oportunidad, supongo. Eso ya no importa. Está todo bien —dije restándole importancia y apartando la bandeja con las cajas de hamburguesa ya vacías. —supongo.