Capítulo 38: Dolor.

77 8 6
                                    

Estaba como un lirón cuando mi teléfono empezó a sonar.

¿Quién narices quería llamarme a estas horas de la mañana?

Maldito William.

-¿Qué coño quieres a estas horas pedazo de...?

-Kaya, soy Enzo.-escuché su voz y casi no la distinguí.

Casi no se le escuchaba y juraría que estaba llorando.

-Enzo, ¿qué pasa?-pregunté, espabilándome de golpe.

-Will... no respira. Necesito que me ayudes, por favor.-rogó.

Joder.

-Ya voy Enzo, tranquilízate.

__________

Es increíble como todo cambia de repente.

De blanco a negro.

De rutina a caos.

Siempre había sido diferente, y nunca me había molestado serlo.

En unos meses me había dado de bruces con un pasado que me atormentaba, y lo había dejado entre rejas.

Descubrí que las peores personas a veces no lo son.

Salí con un chico que acabó convirtiéndose en mi mejor amigo.

Conocí a una pelirroja que se convirtió en una hermana, con sus defectos, como cualquiera.
Ella se enamoró de mi mejor amiga, pero no la culpo, ¿hay alguien mejor en toda la faz de la tierra?

Que bonito es encontrar el amor sea con quien sea.

Descubrí que las hormonas no son lo peor, lo peor es el miedo a sentir, y a mostrarse como uno es.

Pero sobre todo aprendí que la felicidad depende de ti.

__________

-Kaya, despierta. -noté como una mano me golpeaba el brazo con suavidad.

-¿Enzo, qué han dicho los médicos? -murmuré con un nudo en la garganta.

Traté de tragarme las lágrimas cuando le vi. Tenía los ojos hinchados de tanto llorar y no podía parar de moverse con nerviosismo en aquella horrorosa silla de plástico azul.

Siempre había odiado los hospitales, supongo que ya os lo habré contado... pero ese día, sin ninguna duda, los odié más que nunca.

-Nos van a dar los resultados ahora. Todavía no podemos pasar.-anunció con voz quebrada.

Llevábamos seis horas esperando. Normal que me hubiera quedado dormida.

En aquel tiempo habíamos avisado a Marina y su madre y a la mía, que se asustó mucho al comprobar que me había ido sin avisar.

-Familiares de William González, por favor.-llamó un doctor canoso y con un semblante serio.

Dado que Enzo era el único familiar real, su madrastra decidió acompañarlo y yo me quedé esperando con Marina.

Antes de que se marcharan y sin que ni siquiera yo me lo esperara, abracé a Enzo por la espalda.

Él, torpemente, me dio un delicado toque en la espalda y avanzó rápidamente hasta la habitación de su hermano.

Mientras, yo, cruzaba los dedos porque todo fuera bien y me abrazaba a Marina intentando calmar los sollozos.

Al parecer, a veces nada es suficiente.

----------
Pues eso, que esto se está acabando ya, gente.
Queda como un capítulo y luego el epílogo.
Si hay o no segundo libro depende de vosotros, así que ya sabéis, comentad y votad si os gusta la historia.
Gracias por todo.
Besos y abrasos amigos terrícolas✌
#BYENOTBYE ❤

¿¡Veo doble!?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora